Descubren los restos de un gladiador que luchó contra un león en un espectáculo romano

Marca de diente de león en el hueso de la cadera. Crédito: Maynooth University

Redacción Ciencia, 23 abr (EFE).- Todo lo que se sabe de los combates entre gladiadores romanos y fieras procede de los textos y las representaciones artísticas de la época, unas luchas épicas que el cine y la literatura han recreado desde siempre. Sin embargo nunca se habían encontrado pruebas de estos espectáculos. Hasta ahora.

Hoy un estudio publicado en la revista Plos One da cuenta de un descubrimiento inédito: el primer esqueleto de un gladiador con marcas en los huesos provocadas por la mordedura de un felino de gran tamaño -probablemente un león- hace más de 1800 años en un yacimiento situado a las afueras de York, Inglaterra.

El hallazgo no solo prueba la existencia real de estos espectáculos, sino que además constata que estos brutales entretenimientos también se celebraban en los lejanos territorios del Imperio y no solo en el Coliseo de Roma.

Marcas de león

Relieve de mármol con león y gladiador. Crédito:© The Trustees of the British Museum. Compartido bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0).

El esqueleto fue descubierto en el yacimiento de Driffield Terrace, situado junto a la calzada romana que iba de la ciudad de Eboracum (actual ciudad de York) hasta Tadcaster.

En 2004, los científicos empezaron a excavar el yacimiento y en 2010 iniciaron el examen de los 82 esqueletos masculinos que habían sido enterrados en este cementerio romano entre los años 200 y 300 de nuestra era.

La investigación, realizada por un equipo internacional de arqueólogos y osteólogos dirigidos por el catedrático de Antropología de la Universidad irlandesa de Maynooth, Tim Thompson, descubrió que los restos pertenecían a hombres jóvenes de buena constitución que presentaban frecuentes traumatismos.

Uno de los esqueletos, de un varón de entre 26 y 35 años, estaba enterrado en una fosa con otros dos individuos y recubierto de huesos de caballo. El análisis reveló que, en vida, este hombre había sufrido problemas de espalda causados por sobrecarga, inflamación en un pulmón y daños en el muslo. Además, de niño padeció una desnutrición de la que después se recuperó.

En el hueso de la pelvis, los investigadores hallaron una marca de incisivo de león -que se comparó y coincidió con la mordedura de un león de zoo-, que no estaba cicatrizada y que, probablemente, fue la causa de su muerte.

Para Thompson, “este descubrimiento es la primera prueba física directa de que tales acontecimientos tuvieron lugar en este periodo, lo que modifica nuestra percepción de la cultura romana del entretenimiento en la región”.

Al estudiar el resto de los esqueletos y el esmalte de los dientes, el equipo descubrió que procedían de una gran variedad de provincias romanas de todo el mundo y que sus muertes eran coherentes con el combate de gladiadores.

Además, todos ellos tenían una constitución especialmente fuerte como resultado del entrenamiento y una gran cantidad de lesiones ya curadas y asociadas a la violencia, indicios que sugieren que los hombres enterrados eran Bestarius, un tipo de gladiador formado por voluntarios o esclavos.

“Las marcas de mordedura fueron probablemente hechas por un león, lo que confirma que los esqueletos enterrados en el cementerio eran gladiadores, y no soldados o esclavos, como se pensó inicialmente”, explica Malin Holst, investigador en la Universidad de York y coautor del estudio.

Ocupación romana de Britania

Gran Bretaña estuvo ocupada por los romanos desde el siglo I hasta el V y se sabe que la ciudad romana de Eboracum albergó competiciones de gladiadores hasta el siglo IV d.C., probablemente porque en ella residieron muchos generales y políticos de alto rango, como Constantino, nombrado emperador en el año 306 d.C.

“A menudo tenemos la imagen mental de que estos combates se producían en los grandiosos alrededores del Coliseo de Roma, pero estos hallazgos demuestran que estos acontecimientos deportivos tenían un gran alcance, mucho más allá del centro de los territorios romanos centrales. Probablemente hubo un anfiteatro en la York romana, pero aún no se ha descubierto”, añade Holst.

Este hallazgo “enormemente emocionante” permite “empezar a construir una imagen mejor de cómo eran estos gladiadores en vida”, destaca el investigador.

Para David Jennings, director general de Arqueología de York, el estudio “ofrece una visión extraordinaria de la vida, y la muerte, de este individuo en particular, y se suma a las investigaciones genómicas anteriores y en curso sobre los orígenes de algunos de los hombres enterrados en este cementerio romano”.

“Puede que nunca sepamos qué llevó a este hombre a la arena, donde creemos que luchaba para entretener a los demás, pero es notable que la primera prueba osteoarqueológica de este tipo de combate de gladiadores se haya encontrado tan lejos del Coliseo de Roma, que habría sido el estado de combate de Wembley del mundo clásico”, concluye Jennings.