Bangkok/Chong Kal (Camboya), 29 jul (EFE).- El ambiente entre los cerca de 300.000 evacuados por el conflicto fronterizo entre Tailandia y Camboya era este martes una mezcla de alivio por el alto el fuego y de temor a volver a sus hogares.
Los dos países alcanzaron la víspera un acuerdo de alto el fuego efectivo desde la medianoche y que en principio pondría fin a los enfrentamientos que desde el pasado jueves se producen en diferentes puntos de su frontera
«Dicen que dejarán de disparar, pero no lo hacen. No sé cuándo podré volver a casa y quiero volver», dijo a EFE una campesina de 54 años en un centro de evacuación de Phu Sing, en la provincia tailandesa de Sisaket, que fue de las más castigadas durante los días de contienda.
«Vivimos en la frontera y nos consideramos vecinos. Nunca pensé que habría enfrentamientos hasta el punto de tener que evacuar», comentó otra mujer de la misma nacionalidad y 46 años, obligada por el conflicto a vivir en casa de un familiar.
Las declaraciones de ambas mujeres llegan después de que el Ministerio del Interior de Tailandia aconsejara hoy a los evacuados que retrasen el regreso a sus hogares hasta que las autoridades hayan comprobado si es seguro hacerlo, pese al pacto para poner un punto final al enfrentamiento.
Tailandia acusó a Camboya a primera hora de la mañana de no respetar el alto el fuego aunque más tarde representantes de sus ejércitos se reunieron para avanzar en la desescalada.
«Ni siquiera sé cuándo me dejarán volver. Me siento muy deprimida», añadió la segunda afectada.
En la ciudad de Samrong, en la provincia camboyana de Oddar Meanchey y a unos 30 kilómetros de la frontera, la situación era de tranquilidad esta mañana y varios vecinos aseguraron a EFE que no habían oído ruidos de ataques desde la medianoche.
«Confío en que no habrá más disparos. Quizás mañana o pasado mañana vuelva a casa», señaló por su parte Veng Thea, de 60 años, desde Chong Kal, en la misma provincia.
Decenas de miles de tailandeses y camboyanos, entre ellos personas mayores y niños, cargaron con sus pertenencias hacia centros y campos temporales de evacuación donde improvisaron viviendas después de que las fuerzas armadas de sus países empezaran a atacar posiciones contrarias el jueves.
Los Ejércitos de Tailandia y Camboya se enzarzaron en una disputa armada con trasfondo territorial que dio lugar a cinco días de contienda durante los que se emplearon cazas F-16 y cohetes BM-21, entre otra artillería.
Al menos 43 personas murieron en el conflicto, 30 del lado tailandés (15 militares y 15 civiles) y 13 del camboyano (5 soldados y 8 civiles), según indican los últimos balances oficiales.
Además, decenas de personas resultaron heridas y alrededor de 300.000 fueron evacuadas.
El conflicto obedecería a divergencias sobre la soberanía de algunos territorios a lo largo de la frontera compartida entre Bangkok y Nom Pen -de 820 kilómetros-, un escollo histórico en sus relaciones bilaterales.
La disputa que arrastran los países vecinos se recrudeció a finales del pasado mes de mayo con la muerte de un soldado camboyano en una refriega entre los dos Ejércitos.
«Nos dijeron que el enfrentamiento no duraría mucho…», concluyó una jardinera de mediana edad tailandesa.