Buenos Aires, 3 jul (EFE).- Entre los cánticos de simpatizantes y un fuerte operativo de seguridad, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, visitó este jueves a la exmandataria argentina Cristina Fernández (2007-2015) en el apartamento de Buenos Aires donde cumple su condena de seis años en detención domiciliaria, un gesto de apoyo clave para la líder peronista.

Lula da Silva acudió al domicilio de Fernández inmediatamente después de concluir la 66 Cumbre del Mercosur, donde recibió la presidencia pro tempore del bloque de manos de su par argentino, Javier Milei, principal rival político de la dos veces presidenta argentina, condenada por delitos de administración fraudulenta del Estado.

A pesar de que esta visita no estaba incluida en su agenda oficial, el presidente brasileño y su ministro de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira, estuvieron casi una hora en la casa de Fernández, quien realizó una publicación en redes sociales para agradecer el encuentro con fotografías que al poco tiempo se hicieron virales.
«Hoy recibimos al compañero Lula en mi casa, donde estoy bajo detención domiciliaria por decisión de un Poder Judicial que hace tiempo dejó de disimular su subordinación política y se convirtió en un partido político al servicio del poder económico», expresó la expresidenta.
«Lula también fue perseguido, también le hicieron ‘lawfare’ (persecución judicial y política) hasta meterlo preso, también intentaron callarlo. No pudieron. Volvió con el voto del pueblo brasileño y la frente en alto. Por eso, hoy, su visita fue mucho más que un gesto personal: fue un acto político de solidaridad», dijo Fernández en una publicación que incluyó las imágenes del icónico encuentro.
Mientras se producía la reunión, centenares de personas coparon otra vez la calle rodeando la esquina del apartamento de Cristina Fernández, cantando consignas a favor de su liberación y agradeciendo al brasileño: «Lula, querido, el pueblo está contigo» y «Olé olé, olé olá, para Cristina la libertad», se escuchó.
Noelia, abogada y trabajadora en el sector judicial, contó a EFE que concurrió a las puertas de la casa de Fernández porque días como este son «momentos históricos».
«Tenemos que ser testigos, en unos años lo vamos a contar. Lula fue preso por la mafia judicial que se está llevando por delante a toda Latinoamérica, pero después el pueblo logró que vuelva a la presidencia. Creo que va a pasar lo mismo con Cristina», vaticinó Noelia, quien compartía mates con sus compañeros de militancia sobre la calzada.
A pocos pasos, un cordón policial separaba a la gente de a pie del operativo de seguridad: camionetas, motocicletas con banderas de Brasil y sus pilotos vestidos de gala, incluso efectivos de la Gendarmería Nacional armados con ametralladoras.
Abel y Rosa son de la provincia de La Pampa y narraron a EFE su experiencia de ver en persona a Lula: «Me sentí totalmente conmovida», confesó Rosa, «porque se me actualizaron todos los sentimientos y las convicciones de una patria mejor para todos, una patria soberana», comentó.
Abel, al igual que Rosa, es militante del peronismo en su provincia y decidieron montar guardia para tener la oportunidad de visitar el lugar de prisión de la exmandataria.
En opinión de Abel, la visita de Lula es «otra muestra de que, en este caso es el Mercosur, pero en general toda Latinoamérica quiere la patria grande. El pueblo argentino tiene muy en claro que, como lo dijo el general Perón hace 59 años, estaremos unidos o dominados».
Los movimientos nerviosos del operativo de seguridad diseminado entre la gente que esperaba algún gesto desde el segundo piso de la calle San José, en el barrio porteño de Constitución, dio la pista de que la visita de Lula a Cristina Fernández llegaba a su fin.
Fue el momento en el que integrantes de una agrupación sindical que esperaban sobre el asfalto reprodujeron la marcha peronista en un altavoz, como si quisieran que el presidente brasileño la escuchara al momento de retirarse.
De algún modo eso ocurrió, pues bajó a la calle poco después.
Rodeado por una veintena de preocupados agentes de custodia personal, Lula subió a su vehículo entre la pequeña marea de personas que intentaba fotografiarlo o estar cerca de él y la caravana de su comitiva partió a gran velocidad rumbo a la embajada de Brasil en la capital argentina.
Allí, el mandatario mantuvo el último encuentro de su corta estadía en Argentina, fue con el Premio Nobel argentino de Paz , Adolfo Pérez Esquivel.
La multitud frente a la casa de Fernández comenzó, poco a poco, a dispersarse, pero algunos entusiastas todavía se ilusionaban con ver a su líder política: «Dale Cristina, salí al balcón», cantaron, aunque ella, al menos esta vez, no les dio el gusto.
Sebastián Rodríguez Mora