Diego García Carrera: jazz, economía y gestión de eventos

Diego García Carrera es un atleta singular. Ganó dos medallas europeas en 20 kilómetros marcha, una de plata (Berlín 2018) y otra de bronce (Múnich 2022), y un diploma olímpico en Tokio 2020. Toca el trombón en una Big Band, organiza un multitudinario evento internacional por la Gran Vía de Madrid y asesora en el nuevo diseño de una gama de zapatillas.EFE/Cedida Diego García Carrera

David Ramiro

Madrid, 27 jun (EFE).- Diego García Carrera es un atleta singular. Ganó dos medallas europeas en 20 kilómetros marcha, una de plata (Berlín 2018) y otra de bronce (Múnich 2022), y un diploma olímpico en Tokio 2020. Toca el trombón en una Big Band, organiza un multitudinario evento internacional por la Gran Vía de Madrid y asesora en el nuevo diseño de una gama de zapatillas.

Veinticuatro horas al día dan para mucho en la vida de Diego García Carrera (Madrid, 1996). Como marchador es uno de las referencias españolas por sus resultados pero también por todo el trabajo que está haciendo por detrás para defender la disciplina como miembro de la Comisión de Atletas de World Athletics y para popularizarla como uno de los organizadores del Gran Premio Internacional Madrid Marcha.

«A la marcha llegué por casualidad. Con once años me apunté a atletismo, dónde no se elige la disciplina, aunque se me daban bien las carreras de fondo. Un año no me conseguí clasificar para los campeonatos de fondo y obstáculos que tenía previsto y un amigo me dijo que probara la marcha, que no había mucho nivel en Madrid y podría ir al Campeonato de España, que era la prioridad. Se me dio bien de primeras, le empecé a coger gusto por las particularidades que tiene y así empezó todo», relata a EFE Diego García Carrera.

Empezó a ir un día a la semana a San Sebastián de los Reyes, municipio cercano a la capital, y se enganchó. Al principio lo compaginó con otros deportes, como el fútbol sala, dónde ejercía de portero, pero poco a poco el atletismo fue ganando terreno en sus preferencias.

«Mis entrenadores y mi grupo, que son igual de competitivos que yo, hicieron que ir a entrenar fuera divertido y alimentaron esa ambición para que pudiera depositar la mayor parte de mis ilusiones en el atletismo», confiesa.

Así comenzó una carrera deportiva que llega hasta la actualidad, en la que acumula éxitos internacionales y que le ha permitido disfrutar por partida doble de la experiencia olímpica, primero en Tokio 2020 y después en París 2024.

El próximo objetivo es el Mundial de Tokio en septiembre, al que acude ilusionado y que se toma como una «oportunidad». «La clasificación ha llegado sin verlo bien, un poco de forma inesperada. Estaba teniendo una temporada de transición, pero después de quemarme un poco por la obsesión me puse las pilas, cambié la mentalidad y en La Coruña (Gran Premio Cantones el 7 de junio) hice un buen resultado y conseguí la clasificación», apunta el atleta madrileño.

Diego García Carrera debutó en un Mundial absoluto hace ya diez años (Pekín 2015) y desde entonces ha estado presente en todas las ediciones del campeonato, habiendo logrado ser decimotercero como mejor puesto, una posición que tratará de mejorar en el que será su sexto Mundial.

«Japón me gusta mucho. Tengo muy buenos recuerdos de los Juegos y quiero revivir las sensaciones que tuve. Este Mundial me lo tomo como una oportunidad porque hay veces que cuando menos buscas, las cosas llegan. Además, en este Mundial va antes la prueba de 35 kilómetros y después la mía, la de 20. Muchos irán a reventarse en la primera y veremos como llegan a la segunda, que es un punto a favor. En mi caso quiero seguir hasta que llegue así, de la misma forma, porque estoy muy a gusto entrenando. Tengo 29 años y llevo trece en la rutina de la alta competición», señala.

Big Band de Jazz

El deporte es una parte muy importante en la vida de Diego pero no solo la única. Es licenciado en Administración y Dirección de Empresas y tiene un Máster en ‘Mercados financieros y gestión de patrimonios’.

«La parte de la economía siempre es una cosa que me ha interesado y todo el tema de los mercados y la bolsa me ha llamado la atención. Fue al estudiar el Máster cuando me di cuenta que no es una ciencia exacta ni mucho menos. Es probable ahora mismo que la mitad de los gestores de renta variable que hay en España piense una cosa y la otra la contraria. Estudiar algo que no te da seguridad a mi no me dejó un sabor de boca muy bueno», subraya.

La música también ocupa una parte importante de su vida. De pequeño, cuando «daba mucho por saco en casa», sus padres le apuntaban a actividades para que se desfogara. El Conservatorio estaba al lado de casa, fue a hacer las pruebas y sacó un nueve. Era 2003, cuando tenía siete años.

«Parece una gran nota pero no lo es. Al Conservatorio solo entras con diez o nueve, pero en la música, si sacas un nueve, estás en la parte baja de la selección, con lo cual, de inicio, yo no pude elegir instrumento. Todo el mundo quería tocar el piano y la guitarra, que eran para los del diez, y de los otros instrumentos fui a ver cuál me venia mejor de horario. Cuando iba a elegirlo, la conserje, que conocía a mi padre, me dijo que el profesor de trombón era majete y así empezó», recuerda.

«Ahora sigo ejerciendo y sigo yendo a clase. El profesor de Conservatorio, Juan Luis Ramírez, es un clarinetista muy bueno y sigo aprendiendo cada fin de semana. Lo que viene siendo estudio reglado hice el grado profesional, que son diez años, y lo acabé en 2015. Desde entonces seguí unido al instrumento buscando agrupaciones. El trombón es un instrumento que si lo tocas solo no luce pero es muy versátil para cualquier agrupación y es fundamental en jazz, música latina o incluso para mezclas electrónicas. Es mucho más fácil cuadrar que instrumentos que parecen similares como la trompa, la tuba o el saxo, que son más complicados de combinar», apunta.

En esa búsqueda llegó a una Big Band de jazz. Su hermana, que seguía haciendo música, le recomendó la que había en el Conservatorio. Fue justo antes de la pandemia. Estuvo unos meses, le gustó, pero durante la pandemia se impidió la entrada de nuevas personas por las restricciones y el que fue director de esa banda le recomendó para ir a una nueva que se estaba creando. Es la Clandestina Big Band.

«Tocamos hace poco aunque no damos tantos conciertos como podríamos porque al final somos veinte personas y no nos dedicamos exclusivamente a la música ninguna. Es difícil cuadrar, y buscar conciertos pero hemos tocado, por ejemplo, en Clamores. Siempre por Madrid salvo que nos contraten de fuera. El año pasado estuvieron en Ciudad Real y Guadalajara pero no pude ir por una concentración», comenta Diego, que ensaya los lunes por la tarde con la banda.

Ciudadano García

El deportista madrileño también conoce de primera mano el mundo del periodismo y los medios de comunicación. Su padre es José Antonio García Muñoz, más conocido como ‘Ciudadano García’, histórico periodista de Radio Nacional de España con cuarenta años en la profesión.

«Siempre le he admirado mucho en la parte profesional y mi gusto por la comunicación y los medios viene por ver cómo hace las cosas. Es un aficionado al atletismo enorme, le encanta, siempre nos ha inculcado a los hijos que hiciéramos deporte y lo vive como un padre apasionado», declara.

Por ese conocimiento de los medios de comunicación, Diego García Carrera sabe que, si quiere ayudar a la disciplina que le apasiona, la marcha, la información y saber llegar al público es clave. Eso lo tuvo claro cuando en 2022 cumplió el sueño de organizar una gran competición en España, abierta a todos los públicos, y con los mejores del mundo. Así fue como nació el Gran Premio Internacional Madrid Marcha, que este año cumplió su cuarta edición por la Gran Vía.

«Tengo la necesidad de devolverle al deporte lo que me ha dado a mi y de transmitir unos valores. Además, cuando ves que tu disciplina está amenazada, el compromiso es mayor. Madrid Marcha es una competición espectacular, siempre la había soñado, pero el trabajo es enorme. Cada año es un placer íntimo reunir a los mejores del mundo aquí en la capital aunque no gane yo», sonríe Diego, cuyo dominio del inglés le abre también puertas para poder gestionar mejor la asistencia de múltiples compañeros y amigos llegados de todo el mundo.

En inglés también tiene que hablar frecuentemente como miembro de la Comisión de Atletas de World Athletics. Fue elegido en 2023 para el periodo que llega hasta 2027.

«Una vez al año nos reunimos en Mónaco, el resto es online porque estamos cada uno en una parte del mundo. Ahora hacemos reuniones más cortas de temas concretos y solemos vernos una vez al mes, más o menos», subraya.

Tantos proyectos y tantas inquietudes hacen que su vida sea «caótica y variable».

«Cada semana pasan cosas diferentes y algunas tiene bastante influencia en otras. Lo que suelo cumplir para seguir activo es la parte deportiva. Entreno en la Blume de 10:30 a 14:00, seis día a la semana. El día más largo es el domingo y el descanso es sábado. Martes y jueves doblamos sesión», desvela.

Esa parte deportiva como atleta de élite es la que también está tratando de hacer valer en otro proyecto que mantiene con la marca de calzado Skechers. «Estoy ayudando a diseñar una nueva gama de zapatillas de tecnología para andar. Estamos aplicando el conocimiento que se saca de la marcha, que es un segmento muy específico y que prácticamente ninguna marca le está dando importancia porque se centran más en corredores. El objetivo es sacar una buena zapailla de marcha y aplicar esa tecnología al calzado de la población general. Me encanta este proceso porque estás en contacto con la gente de Los Ángeles y no me lleva mucho tiempo a la semana pero cada dos por tres tenemos alguna reunión por videoconferencia», señala.

¿Y el futuro?. Deporte, economía, música…son muchas las áreas que mantienen viva la curiosidad de Diego García Carrera. «Lo he pensado pero no he llegado a la conclusión, no tengo lineas rojas». «Es posible que siga ligado al deporte o reinventarme en otro sector. Nunca se sabe», concluye.