Washington, 10 ago (EFE).- El último ha sido un placa de vidrio con una base de oro de 24 quilates a manos del consejero delegado de Apple, Tim Cook, pero desde que volvió al poder, el presidente, Donald Trump, ha recibido un gran número regalos de parte de líderes tecnológicos y mandatarios que quieren alagarlo, mientras despiertan un debate sobre la ética política.
Y es que, tanto si son a modo de agradecimiento por haberles dejado fuera del impacto de sus políticas proteccionistas o si realmente constituyen un dádiva desinteresada, el valor económico de estos obsequios impide que pasen desapercibidos.
La placa que le regaló Cook, que según dijo, es un modelo único diseñado en EE.UU. por un antiguo soldado americano que ahora trabaja en la compañía, podría estar valorada en miles de dólares, ya que solo un gramo del pedestal de oro (del tamaño aproximado de un lingote) puede superar los 100 dólares.
El regalo llegó cuando Trump selló un acuerdo con Apple en el que se comprometía a aumentar hasta los 600.000 millones de dólares la inversión de la compañía en el país, después de haberles amenazado con imponer un arancel del «al menos el 25 %» si los iPhone no se fabricaban y se ensamblaban en EE.UU..
La fórmula: inversión como regalo para la economía nacional y oro como regalo personal. ¿El resultado? No ha habido, por el momento, gravámenes para Apple.
Pero el líder tecnológico no fue el único que entró al Despacho Oval con un detalle a juego con los barroquismo dorados que ha introducido Trump en la decoración de la Casa Blanca.
Hace unos meses, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, obsequió a Trump con un buscapersonas de oro como los que utilizó en Líbano para atacar a Hizbulá y que dejó 3.000 heridos y 37 muertos, entre ellos civiles.
Además, durante su visita le informó de que le iba a nominar para el Premio Nobel de la Paz, que ambiciona y para el que recibió el apoyo de varios países que quieren acercar a él.
Otro de los objetos dorados con los que decora el Despacho Oval – que perdió esa estética formal en la que predominaban los colores claros, opacada por todos los detalles de oro que ha colocado – fue el trofeo de la Copa Mundial de Clubes, también dorado.
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, llegó a hacer una réplica del trofeo que ganó el Chelsea para entregárselo como regalo a Trump, que lo lució en el Despacho Oval durante meses.
Infantino, que muestra una gran cercanía con Trump agradeció al presidente «su increíble apoyo» para el Mundial de 2026, y recientemente inauguró un gran oficina en la Trump Tower de Nueva York.
Trump no solo recibe regalos dorados, también retratos, certificados de nacimiento de su abuelo alemán y hasta un avión presidencial de la familia real de Catar.
Las leyes actuales prohíben a los funcionarios federales aceptar regalos de mandatarios extranjeros y obligan a que todo obsequio de más de 480 dólares sea recibido en nombre de los Estados Unidos, no a título personal.
Según un informe de un comité del Congreso, liderado por los demócratas, Trump y su familia no informaron de al menos 117 regalos proveniente de manos extranjeras por valor de 291.000 dólares en el primer mandato del republicano. El ritmo en este segundo mandato parece estar siendo más público y notorio.
Esteban Capdepon Sendra