Divisiones en las negociaciones sobre contaminación de plásticos aumentan temor al fracaso

La comisaria europea para el Medioambiente, Jessika Roswall. EFE/EPA/SALVATORE DI NOLFI

Isabel Saco

El ministro de Medioambiente de Dinamarca, Magnus Heunick (izda) y la comisaria europea para el Medioambiente, Jessika Roswall (dcha). EFE/EPA/SALVATORE DI NOLFI

Ginebra, 12 ago (EFE).- Las fuertes divisiones entre los países que participan en la fase final de las negociaciones para frenar la contaminación de plásticos hacen temer que estas concluyan en dos días en un sonoro fracaso, lo que sería un nuevo golpe duro tanto para el medioambiente y la salud humana, como para el sistema multilateral.

El ministro de Medioambiente de Dinamarca, Magnus Heunick. EFE/EPA/SALVATORE DI NOLFI

«Son negociaciones muy difíciles, más de lo que esperábamos», admitió hoy ante decenas de periodistas el ministro de Medioambiente de Dinamarca, Magnus Heunick, cuyo país detenta este semestre la presidencia rotativa del Consejo de la Unión Europea.

Heunick se mantuvo diplomático y no quiso lanzar reproches directos, a pesar de que los países que están bloqueando los avances están bien identificados y sus razones tienen que ver con la importancia que tiene la industria petroquímica en sus economías.

Bromeando a medias, el ministro danés aludió -sin ofrecer detalles- al «drama» que se vivió el martes en las negociaciones y dijo que no hay duda de que en las próximas horas «habrá más drama».

Distintos observadores de las negociaciones -quienes pueden asistir a las negociaciones, pero no tomar la palabra- dijeron a EFE que muy tarde en la víspera la delegación de Arabia Saudí intentó abrir un debate sobre el artículo dedicado a los compromisos de reducción de producción de plástico, justamente cuando las delegaciones de países pequeños y que apoyan un tratado fuerte estaban ausentes.

Según las fuentes, la UE amenazó con abandonar las negociaciones si se eliminaba ese artículo, sin el cual el acuerdo carecería de sentido.

Heunick fue preguntado sobre si esa amenaza era cierta, pero declaró que no le parecía inteligente abordar esa cuestión en esta fase de las negociaciones.

Las negociaciones sobre plásticos, en las que participan activamente 184 países se iniciaron hace tres años y medio y debieron concluir meses atrás, pero el plazo se incumplió y los países acordaron hacer un último intento en Ginebra, que se ha dicho será el último.

El resultado está por el momento en el terreno de lo impredecible por el peso e influencia que ejercen los países que quieren un acuerdo que no les vincule legalmente, que no prohíba el uso de químicos (pese a la evidencia científica que existe sobre la toxicidad de una buena parte de estos), que no se limite la producción de plásticos y que hasta estarían satisfechos de un completo fracaso de estas negociaciones.

Entre estos están principalmente Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Rusia y Estados Unidos, varios de los cuales tienen capacidad para influir en las posiciones de varios otros países.

El mercado del plástico se ha expandido de forma importante en las últimas dos décadas, con la demanda de polietileno y de polipropileno (fabricados a partir de derivados del petróleo) que se ha duplicado en los últimos veinte años.

En función del ritmo al cual aumenta el consumo de los tipos de productos de plásticos más comunes se estima que la demanda se doblará en veinticinco años con respecto a la producción actual de 460 millones de toneladas al año.

En paralelo, se proyecta que los desechos de plástico se triplicarán para 2060, una situación que «resultará insostenible desde el punto de vista de gestión de desechos y tendrá efectos todavía más graves en el aire, el suelo, el agua y los alimentos», afirmó en un evento al margen de las negociaciones las experta de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, Megan Deeney.

Actualmente, el sector del plástico consume alrededor de un 11 % de la producción global de petróleo, pero la estrategia de los países petroleros es aumentar la parte que consume esta industria para compensar la reducción que se prevé en el mercado automotor por la transición hacia los vehículos eléctricos.

No obstante en esta negociaciones no solo se juegan intereses económicos, sino cuestiones relativas a la salud humana, al medioambiente y hasta al cambio climático.

Mientras, el tiempo se agota y crece la frustración entre los países y las organizaciones de la sociedad civil que quieren ver nacer un tratado capaz de cambiar las dinámicas creadas por la producción y consumo descontrolado del plástico.

«Seguimos sin ver un texto claro que exponga de forma contundente y ambiciosa un tratado final sólido», lamentó la organización WWF.