Dominique Pelicot, solo en prisión, busca archivar la denuncia por violación de su hija

Beatrice Zavarro, abogada de Dominique Pelicot, posa para un retrato en Boulogne Billancourt, Francia, 02 de septiembre de 2025. EFE/EPA/Teresa Suarez

París, 2 sep (EFE).- Dominique Pelicot, condenado a 20 años de prisión por violar con somníferos a su exmujer, Gisèle Pelicot, busca archivar la denuncia por violación de su hija, Caroline Darian, un año después de inicio del juicio histórico que se celebró en Aviñón (sur de Francia) y que dio la vuelta al mundo.

Su abogada, Béatrice Zavarro, aseguró en declaraciones a EFE que su cliente, al que nadie visita, ya fue condenado por «captación de imágenes impúdicas» a su hija, pero no por violación.

Zavarro usó argumentos técnico-jurídicos para desmontar la causa de la hija de su cliente, de 72 años, en una entrevista que concedió con motivo de la publicación de su libro ‘Défendre l’indéfendable'(Defender lo indefendible, en español), publicado por Mareuil Editions el 28 de agosto, en el que cuenta en primera persona la «conmoción» que vivió con este caso.

«Son hechos ya juzgados (los que denuncia la hija), quiero que la ley se aplique ‘stricto sensu’ (en sentido estricto)», pidió. «Apliquemos la ley y sólo la ley», añadió.

De todos modos, la abogada en ningún caso cuestiona el estatus de víctima de Darian, como ella asegura ser. «Está convencida de que su padre la drogó y violó», constató la letrada.

Caroline Darian interpuso la denuncia en marzo, tras sostener que es la «gran olvidada» del juicio histórico en el que su padre y otros 50 hombres fueron condenados por violación agravada y abuso sexual a Gisèle Pelicot, además de por la captación de imágenes durante la comisión del delito.

La diferencia entre el caso de Darian y Pelicot es que, en la primera, la policía encontró fotografías de ella semidesnuda, mientras que con su madre se descubrieron centenares de fotografías y vídeos donde es violada por Dominique, así como decenas de hombres, a lo largo de una década.

Además de este caso, por el que podría ir a juicio, se enfrenta a dos procesos más, que se encuentran en fase de instrucción.

En uno de ellos, fechado en 1999, está imputado por tentativa de violación. En otro, de 1991, se le investiga por violación y asesinato.

En el más reciente, se localizó ADN suyo en la víctima, mientras que en el primero, del que niega los hechos, no se ha encontrado rastro genético de Dominique Pelicot.

«La única visita que recibe en prisión es la mía»

  ¿Qué significa para usted Gisèle Pelicot? «Valentía», respondió rápido Zavarro. «Valoro el alcance de su decisión, descartar que fuera un juicio a puerta cerrada, sabía lo que podía provocar. Y no tuvo miedo de hacerlo. Así que me parece extremadamente valiente».

Una valentía que le valió el reconocimiento de mucha gente en todo el mundo. Por el contrario, en el caso de Dominique Pelicot destaca su aislamiento.

«La única visita que recibe en prisión es la mía», contó su abogada, para mostrar que su cliente está «completamente solo» desde el 4 de noviembre de 2020, cuando ingresó en prisión.

«Sabe muy bien que si está donde está, es por su culpa y solo por su culpa. Así que vive su prisión», dijo Zavarro.

Sin embargo, el próximo 6 de octubre Dominique y Gisèle Pelicot se volverán encontrar, en este caso en el Tribunal de Nimes, donde tendrá lugar hasta el 9 de octubre el juicio en apelación de uno de los condenados que cuestiona la pena que se le aplicó.

Allí declararán, de nuevo, Dominique Pelicot, como testimonio, en este caso, así como Gisèle Pelicot, como víctima, además del hombre que cuestiona su pena.

Alegato al derecho a defenderse

 El libro de Zavarro es un alegato a la justicia, al derecho de tener acceso a una defensa. «Es necesaria en un Estado de Derecho, no hay que dar espacio a la arbitrariedad», defendió.

El relato de la letrada, igualmente, es un mensaje de amor por el apoyo férreo que recibió de su marido, Édouard, que la acompañó dentro y fuera de la sala Voltaire, donde tuvo lugar el juicio en Aviñón, durante los tres meses y medio que duró el proceso.

Sin él, «todos esos momentos de soledad extrema habrían sido aún más intensos. Psicológicamente habría sido muy complicado».

Mientras recupera su vida antes del juicio que lo cambió todo, a Zavarro siguen parándola por la calle. Este mismo martes, sin ir más lejos, mientras salía del tren, comentó, sonriente.

«Recibí amenazas, pero en general recibí mucha bondad por parte de mis compañeros, de los magistrados, de la sociedad civil…», relató, agradecida del reconocimiento social, que desde el primer momento entendió que Zavarro estaba del lado de Gisèle, a pesar de defender a Dominique.

Edgar Sapiña Manchado