Raúl Salgado

Ferrol, 10 jul (EFE).- No parece sencillo abrir dos pastelerías en menos de tres meses, pero Santiago Yáñez lo ha logrado con una propuesta basada en una lista reducida de productos, pero en los que impera la máxima calidad.
Su marca es KeriKO y su artífice, aliado con el catalán Joan Ollé como socio, se decidió a emprender en el regreso a Ferrol, su ciudad de origen, tras formarse en lugares cuyos nombres resuenan en su sector, caso de DiverXO o Le Cordon Bleu.
En una charla con EFE, cuenta cómo está evolucionando su proyecto, que en abril nació en el barrio de Esteiro, aprovechando un local que en su día albergó una panadería, lo cual facilitó poner en marcha la iniciativa.
Su segunda tienda abrió sus puertas la semana pasada en la céntrica plaza de Amboage, una de las ubicaciones más codiciadas para cualquier negocio en Ferrol, e incluso cuenta con un tercer emplazamiento, ya en la ciudad de A Coruña, pero esa es una idea que no se hará realidad en el corto plazo.
«Está gustando bastante lo que estamos haciendo, nos preocupamos mucho de que todo esté bien cuidado; la presentación, el sabor, la mantequilla, las tartas… que esté bien trabajado todo», afirma Yáñez, que prioriza la «buena materia prima» y el «mimo» como pilares de KeriKO.
El emprendedor señala que el público «está muy contento» y que incluso le dicen que hacía «mucho tiempo que no habían probado un cruasán tan rico o una tarta tan diferente», reclamos para que esa gente acabe volviendo a sus establecimientos.
Esquiva los miedos que pueden amenazar a quien se decide a montar su propio negocio y valora cómo sus primeros clientes, en el caso del barrio de Esteiro, le preguntaron si allí volvería a haber pan, «pero es complicado».
En KeriKO hay bollería y tartas, sin descartar un catálogo más amplio en el futuro, aunque paso a paso: «Son muchas las horas que tienes que hacer, sobre todo si quieres que el producto esté bien».
Con el paso de los días, ya ofrece una decena de piezas de bollería diferentes y seis tartas, en formatos pequeño y grande, en las que se dan la mano el chocolate y la naranja o diferentes combinaciones de queso, tanto con el propio cruasán como con la galleta Lotus o una de sus novedades, la mezcla con el pistacho.
«Prácticamente cada semana metemos algo nuevo, en el obrador nos gusta hacer pruebas, no parar quietos; si nos gusta a nosotros, lo sacamos a la venta a ver qué aceptación tiene y lo dejamos o no», expresa Santiago Yáñez, que no oculta que las redes sociales «ayudan» a darse a conocer, pero también el boca a boca.
Prevé más ventas en el casco histórico de A Magdalena por su buena ubicación, lo que obligará a trasladar más cantidad de productos, una muestra de que las cosas le van bien a este emprendedor al que se le ocurrió este proyecto mientras estaba trabajando en el célebre restaurante DiverXO.
Surgió la oportunidad de acceder al local de Esteiro, que contaba con licencia de su antigua panadería, y apostó por «volver a casa, mejor aquí que en ningún lado», junto a su compañero Joan Ollé, al que conoció en Barcelona mientras se formaban con el prestigioso profesional Oriol Balaguer.
Aceptó su reto y le acompañó a Ferrol, un paso imprescindible para Yáñez, ya que dice que sin él «habría sido muy complicado todo».
Dos socios, en suma, que se reparten el trabajo tras adquirir conocimientos en lugares como la escuela de alta cocina Le Cordon Bleu o de la mano de Álex Cordobés.
«Necesitas aprender a trabajar en equipo en esta profesión, solo es imposible», asevera el pastelero, que desliza que en DiverXO «es increíble todo, es otro mundo», pero de todos los espacios en los que ha mejorado sus capacidades ha cogido «cosas buenas» que ahora quiere trasladar a KeriKO, su gran aventura personal.