Eduardo Mendoza, de profesión, sus labores

Imagen de archivo del escritor Eduardo Mendoza. EFE/Alejandro Garcia
Héctor MariñosaBarcelona, 14 may (EFE).- Eduardo Mendoza, novelista que inauguró una nueva etapa de la narrativa española durante la Transición, ha demostrado que se puede ser un magnífico escritor y un profundo conocedor de la sociedad de su tiempo sin renunciar a un acentuado sentido del humor, un rasgo que impregna sus novelas y del que hizo gala en su discurso al recibir el Premio Cervantes.”Seguiré siendo el que siempre he sido: Eduardo Mendoza, de profesión, sus labores”, proclamó el barcelonés ante el rey al recibir el mayor galardón de las letras españolas. En el mismo tono confesó que, “al contrario que Don Quijote”, él cree ser “un modelo de sensatez y que los demás están como una regadera”.”Por este motivo vivo perplejo, atemorizado y descontento de cómo va el mundo”, añadió.Defensor del humorEste artesano de la palabra ha considerado siempre que el humor “lo impregna todo y todo lo transforma”, una máxima que ha aplicado desde sus inicios a sus obras y que atraviesa ‘El misterio de la cripta embrujada’ y ‘El laberinto de las aceitunas’, una parodia del género negro que hace una sátira social de la España de la Transición.Nacido en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, Mendoza se considera a sí mismo un hombre del siglo XX, al igual que su alter ego literario, Rufo Batalla, un personaje que en la trilogía ‘Las tres leyes del Movimiento’ transita por la segunda mitad de la centuria y cuyas andanzas finalizan el 31 de diciembre 1999.A Mendoza, el siglo XXI le resulta extraño y complicado, y considerándose un mero espectador de un tiempo que no es el suyo, ha preferido no diseccionarlo como hizo con el XX e incluso con las postrimerías del XIX.Cronista de BarcelonaAutor de una de las grandes novelas sobre Barcelona, ‘La ciudad de los prodigios’, escrita cuando vivía en Nueva York en los años 70, y cronista de la ciudad en distintas épocas de la metrópolis catalana, la presión turística y también el deseo de recuperar el anonimato le llevaron a refugiarse durante largos períodos en un apartamento en Londres a partir de 2009, una ciudad que adora y donde su semblante de caballero británico le convierte en un londinense más.Mendoza desvinculó ese alejamiento de Barcelona del ambiente que se vivía en Cataluña a consecuencia del ‘procés’, sobre el que se mostró escéptico y pesimista, unas opiniones que reflejó en el libro ‘Qué está pasando en Cataluña’.Catalán que escribe en castellanoComo escritor catalán que escribe habitualmente en castellano, Eduardo Mendoza no ha sido ajeno a algunas de las polémicas surgidas en Cataluña sobre si sus obras pueden enmarcarse dentro de la literatura o cultura catalanas.Su incontestable figura literaria hizo que finalmente en el año 2013 la Generalitat le concediera el Premio Nacional de Cultura, convirtiéndose en el primer autor en lengua castellana que recibía este galardón desde que el gobierno catalán lo instaurara en 1995.De Mendoza, el jurado del premio destacó que sus novelas “crean un vínculo biográfico y estético entre el autor y su ciudad de origen, Barcelona”, y que amplió “los márgenes de la narrativa actual con ironía y sentido de la parodia”.