Barcelona, 14 may (EFE).- El escritor Eduardo Mendoza, galardonado este miércoles con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2025, ha dicho que ve este galardón como “el recuerdo a una generación” que ha ido desapareciendo, la de Vázquez Montalbán o Marsé, y que recuperó algunos géneros en aquella “época gris y triste”.

Mendoza, que ha sido recibido entre aplausos en el auditorio de la Biblioteca Jaume Fuster de Barcelona, ha comentado que aquella generación “demostró unas ciertas ganas de vivir y de pasarlo bien literariamente”.

“Incorporamos el humor, también la novela negra, que no existía, con Vázquez Montalbán con Carvalho, Marsé en algunas obras, Andreu Martín y Juan Madrid, Alicia Giménez Barlett, una generación que no solo recuperó géneros, sino que también hizo una narrativa más costumbrista, de vuelta a la infancia recuperada”.
Afónico y tras una visita al médico que apenas le ha permitido responder a llamadas de la familia, Mendoza ha confesado que recibe el Princesa de Asturias como “un estímulo” y que tiene, sobre todo, “un gran efecto de satisfacción, de pensar que 50 años después de publicar la primera novela (‘La verdad sobre el caso Savolta’)”, todavía sigue estando, que no le han mandado al cuarto de los trastos”.
Con su habitual socarronería, nada más comunicarle el premio, Mendoza ha dicho al jurado: “Me he dedicado toda la vida a hacer lo que más me gusta, escribir y hacer el vago, y al final me lo premian de esta manera”.
“Proveedor de felicidad para mí mismo”
El jurado del Premio Princesa de Asturias de las Letras ha subrayado su “decisiva aportación” a las letras en lengua española del último medio siglo y el haberse convertido en “un proveedor de felicidad para los lectores”.
“No sé si proveedor de felicidad, pero sí lo he sido para mí mismo”, ha añadido.
Huyendo de la falsa modestia, el autor de ‘Sin noticias de Gurb’ o ‘Mauricio o las elecciones primarias’ cree que ha contribuido al género del humor en España, “un género que siempre ha existido, pero que en novela, sobre todo, estaba en horas bajas, aunque estuviera presente en el teatro y la televisión”.
Ha recordado el escritor barcelonés que empezó con “una novela seria, con toques de humor”, pero luego decidió abrir una sucursal dedicada exclusivamente al humor, algo arriesgado, porque si fracasas, no hay salvación. “Y detrás de mí, se han animado muchos y ahora hay una literatura digna y esta literatura está ahora naturalizada”, ha apuntado.
Para Mendoza, “lo importante del humor es no bajar el listón, no pensar que cualquier chocarrería vale”.
En relación con Barcelona, protagonista omnímodo de su obra, Mendoza ha comentado que “todas las ciudades cambian”, que él tiene una Barcelona de su infancia “que ya no la reconocería ni su padre” y ha admitido que la capital catalana es “una de las ciudades que más ha cambiado”, ha dejado de ser “poco conocida y tranquila”.
Testigo privilegiado de la evolución de Barcelona
Asegura que se siente “un testigo privilegiado” de haber podido ver ese cambio, enriquecido por haber vivido mucho tiempo fuera de su ciudad natal.
“No sé si la evolución de la ciudad lleva a la obra, o la obra lleva a la evolución de la ciudad, pero me interesaba ese juego de espejos sobre el fenómeno de la ciudad, me gusta un no-lugar, que es donde me encuentro más cómodo y a gusto” y siempre “utilizando el humor para poner distancia y filtro”, añade.
Evocando el momento en que hace unos años anunció que se retiraba, Mendoza ha justificado aquellas palabras: “Quería dedicarme a otras cosas, pequeños ensayos, pero cuando llevas tantos años, ya es una especie de posesión diabólica y me encontré escribiendo otra novela”.
El premio no le pilla escribiendo una novela, sino que en la actualidad está trabajando en “recopilaciones de artículos, charlas, seminarios” y ha acabado la frase de manera enigmática: “Es posible que dentro de poco me ponga a escribir una novela de tiros”.
Un día antes del fallo del premio, Mendoza estuvo en Madrid en un homenaje a Manolo Vázquez Montalbán, y al llegar el taxista le lanzó que “la ciudad está llena de obras por todos lados, el ayuntamiento es un desastre, y el alcalde se ha vuelto loco” y entonces pensó: “Estoy en casa. Parece que todas las ciudades han entrado en un momento en que necesitan cirugía estética, ponerse un poco de botox”.
A las palabras del jurado que destacan el carácter intergeneracional de sus lectores, Mendoza no puede ocultar cierta sorpresa: “Una obra como ‘Sin noticias de Gurb’ necesitaría hoy explicaciones en notas a pie de página, pero ayuda supongo que sean lecturas recomendadas en las escuelas. Me siento satisfecho, porque creo que he enseñado a leer a varias generaciones”.
Reconoce el autor de ‘El misterio de la cripta embrujada’ que este premio es un llamamiento a no jubilarse: “El año pasado se lo dieron a Joan Manuel Serrat, que se había retirado, y tuvo que volver a cantar”.
Preguntado por la situación actual de Cataluña, después de que reaccionara al momento del procés con el pequeño ensayo ‘¿Qué está pasando en Cataluña?’, Mendoza ha argumentado que escribió aquel libro porque entendía que fuera había mucha desinformación sobre lo que estaba pasando.
“Yo lo que quiero es que haya concordia, buena voluntad, corridas de toros, vino, juerga y fútbol; lo demás me trae sin cuidado”, ha concluido.