Madrid, 27 ago (EFE).- El 71 % de las personas atendidas en dispositivos de salud mental y adicciones consume tabaco, lo que supone casi 50 puntos porcentuales más que la población general, pero tres de cada cuatro nunca han recibido tratamiento para dejar de fumar.
Así lo revela el estudio ‘Trastorno por uso de tabaco en España (TUT-ESP)’ liderado por la Fundación Española de Patología Dual, del que se desprende además que tres de cada cuatro pacientes con este trastorno consumen también otras sustancias como alcohol, cannabis, hipnosedantes o cocaína.
Según la investigación, que analiza por primera vez la prevalencia en este colectivo, más del 71 % de los pacientes cumple con los criterios diagnósticos de trastorno por consumo de tabaco, un trastorno mental reconocido en el ‘Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales’ de la Asociación Americana de Psiquiatría.
También confirma que el 65 % presenta un consumo activo y que más del 40 % se encuentra en una situación clínica grave; sin embargo, el 73 % nunca ha recibido tratamiento, psicológico, farmacológico o combinado para reducir o abandonar el hábito.
De esta forma, en los dispositivos de salud mental y adicciones «fumar no es un hábito residual sino una adicción masiva y no tratada», ha señalado uno de sus autores, Ignacio Basurte, vicepresidente de la Fundación Patología Dual.
Mientras el tabaquismo se reduce en la población general, que en 2024 alcanzó su mínimo histórico con un 25,8 % de fumadores diarios, según la encuesta Edades del Plan Nacional sobre Drogas, en salud mental permanece prácticamente intacto.
Ello abre una brecha de 50 puntos porcentuales entre ambos grupos, «una forma silenciada de inequidad sanitaria», ha criticado el psiquiatra.
El presidente de la fundación, Néstor Szerman, ha recordado que las personas con patología dual mueren, de media, hasta 15 años antes que la población general, debido en muchas ocasiones a causas relacionadas con el tabaco, como las enfermedades cardiovasculares, respiratorias o el cáncer.
Tanto la fundación como la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) instan a que el trastorno por consumo de tabaco se integre sistemáticamente en los programas de salud mental y adicciones, con recursos específicos, formación profesional y protocolos actualizados.
Además, subrayan la necesidad de ofrecer a los pacientes tratamientos sustitutivos, tanto farmacológicos (chicles, parches de nicotina, comprimidos) como dispositivos electrónicos de administración de nicotina o las bolsitas de nicotina de uso oral.
No se trata de opciones equivalentes entre sí exentas de riesgos, puntualiza el psiquiatra, pero en determinados casos «pueden facilitar una reducción progresiva del daño cuando la abstinencia completa no es viable a corto plazo».
De hecho, los autores del estudio subrayan que la nicotina, como sustancia psicoactiva, tiene efectos neuromoduladores sobre síntomas emocionales, cognitivos y conductuales, lo que explica su uso frecuente en pacientes con esquizofrenia, TDAH o trastornos afectivos.
Sin embargo, insisten en que el problema clínico no reside únicamente en la nicotina, sino en su forma de consumo, en la ausencia de evaluación individual y en la falta de acompañamiento terapéutico.
«El objetivo no es sustituir una forma de dependencia por otra, sino ofrecer alternativas intermedias, tratamientos sustitutivos, para aquellos que no pueden dejar de consumir de forma inmediata. Esto no significa renunciar a la cesación, sino reconocer que en salud mental el abordaje del daño también puede ser un primer paso hacia la recuperación», ha resaltado Szerman.
Los doctores abogan por una estrategia «escalonada, centrada en la persona y basada en la evidencia», que combine intervenciones estructuradas sobre la patología dual, incluyendo el tratamiento personalizado del Trastorno por Uso de Tabaco, concluyen.