Pollença (Mallorca), 18 mar (EFE).- El actor británico Jason Isaacs, uno de los protagonistas de la tercera temporada de ‘The White Lotus’, cree que lo que convierte en buena una ficción es que logre que el espectador se pregunte cómo viviría lo que sucede en la pantalla: “Lo interesante de las buenas historias es que hacen pensar ¿qué pasaría si esto me ocurriera a mí?”.
El intérprete, que encarna en la serie de Max al millonario Timothy Ratliff, explica en una entrevista con EFE que ya era fan de ‘The White Lotus’ antes de recibir una llamada de su director, Mike White.
Con una sólida trayectoria cinematográfica, antes de embarcarse en el rodaje de siete meses en Tailandia volvió a experimentar la incertidumbre de sus inicios. “Aunque estaba nervioso, emocionado y al tener que hacer una prueba me sentía como si tuviera 22 años otra vez, por alguna extraña razón me eligieron para el reparto”, bromea.
Celebra la calidad de la ficción que brindan las plataformas, aunque lamenta que disminuyan los espectadores que acuden a salas de cine: “Creo que es desgarrador”.
“Una de las cosas que los seres humanos han hecho desde siempre es juntarse en grupos para escuchar historias; hay un sentimiento especial cuando haces eso, en comparación a cuando estás solo. Incluso cuando la gente tiene pantallas gigantes y sistemas de sonido magníficos, no experimentan esa sensación, el sentimiento de sociedad que surge cuando compartimos historias juntos”, reflexiona.
No obstante, justifica, “historias brillantes, complejas y para adultos como ‘The White Lotus’ se están contando en la televisión y es como una novela o una película. Cuando tienes entretenimiento como este a tu disposición, puedo entender que la gente quiera quedarse en casa”.
Comprar la iluminación

Sobre su personaje, un hombre de negocios que viaja con toda su familia, destaca que “tiene mucha confianza en sí mismo, se cree el rey del mundo, viene de generaciones de riqueza, privilegio y títulos, es casi una figura icónica y se le cae todo eso”.
“Hay una razón por la que la serie se sitúa en Tailandia, porque la gente va allí buscando iluminación espiritual, gente rica que cree que puede comprarla en tres o cuatro días. Él no está interesado en eso pero, irónicamente, es el personaje que queda reducido a su propia esencia más que ningún otro”, explica.
Es fácil identificarse con el estrés creciente de su personaje a medida que transcurren los episodios. “Lo interesante de las buenas historias es que hacen pensar ‘¿Y si? ¿Qué pasaría si esto me ocurriera a mí?’ Creo que todo el mundo puede entender la pregunta de qué sucedería si todas las cosas que creías poseer, todos los planes de futuro, tu familia, se borra de pronto un día, ¿quién sería yo?”, expone.
En el hotel ‘The White Lotus’ invitan a los huéspedes a entregar los móviles al llegar para que desconecten, pero su personaje se resiste. Sentado en una habitación del Four Seasons Mallorca en Formentor, con el móvil en el bolsillo, Jason Isaacs admite que sería incapaz: “Ni por un segundo. Lo llevaría muy mal. Soy muy de tecnologías, si no fuera actor trabajaría en algo con ordenadores”.
De lo que sí se mantiene alejado es de las redes sociales: “Gracias a Dios soy de una generación que no comparte cada paso que da desde el desayuno”.
La enorme repercusión de ‘The White Lotus’ no ha modificado su estilo de vida: “Soy actor desde hace 40 años, he estado en proyectos que son populares por un tiempo (5 películas de la saga de ‘Harry Potter’). Cojo el metro cada día, voy al súper cada día, paseo el perro…, nada ha cambiado realmente para mí”.
Sus vacaciones de ensueño no pasan por un hotel de superlujo como el de la cadena ficticia The White Lotus: “Llevo por ahí ‘en la calle’ la mayor parte del tiempo durante 37 años. Soy un viajero reticente. Aunque también me siento incómodo si me quedo en casa demasiado tiempo, soy inquieto. Pero me incomodan esos entornos. Vivimos en los hoteles del White Lotus por 7 meses, y salía todo lo que podía”.
“No es que no fueran hoteles preciosos y con gente muy amable, pero no me gusta la diferencia social entre los trabajadores y los huéspedes. Mi mujer y yo salíamos a los mercadillos, a caminar, a la selva… Estoy mucho más cómodo manchándome y llevando ropa cómoda. No me gusta que me lleven las maletas; me gusta llevarlas yo mismo”, remarca.
