El ADN cubano protagoniza un estudio y documental sobre la genética de sus figuras

Captura de un video en la que aparecen la genetista Beatriz Marcheco (i) y el director Alejandro Gil, realizadores de la investigación científica y la serie documental ADN Cuba, durante una entrevista con EFE, en La Habana (Cuba). EFE/Felipe Borrego

La Habana, 21 sep (EFE).- El mestizaje es el hilo conductor del ADN cubano según una investigación científica y una serie documental sobre herencia genética que ahonda en la historia y raíces de seis figuras de la isla, como el cantautor Silvio Rodríguez y la exvoleibolista Mireya Luis.

En entrevista a EFE, sus realizadores, la genetista Beatriz Marcheco y el cineasta Alejandro Gil, explican que unieron la ciencia y el arte audiovisual en este proyecto que califican de espectacular, profundo y fascinante, tanto que están dispuestos a una segunda temporada con otros seis reconocidos personajes de la isla.

«Se trata de reconstruir una historia con el viaje a través de la genética. El ADN es capaz de contar una historia individual a lo largo de cientos de miles de años. Ver qué contaba de la mezcla de esa persona, de dónde venían sus ancestros y ponerlos a dialogar era fascinante», asegura Marcheco, directora del Centro Nacional de Genética Médica.

La científica, presidenta de la Sociedad Cubana de Genética Humana, recalca que «es sorprendente el hecho de que estudiando una pequeña molécula que está en todas las células del cuerpo podamos viajar en el tiempo y reconstruir una historia».

La primera temporada, recién estrenada en los cines cubanos, se divide en seis capítulos. Cada uno de una hora y dedica a un personaje: el cantautor Silvio Rodríguez, la voleibolista Mireya Luis, el antropólogo Nelson Aboy, la investigadora y ensayista Zuleica Romay, el artista de la plástica Roberto Diago y el actor y humorista Osvaldo Doimeadiós.

 

Captura de un video en la que aparecen la genetista Beatriz Marcheco (i) y el director Alejandro Gil, realizadores de la investigación científica y la serie documental ADN Cuba, durante una entrevista con EFE, en La Habana (Cuba). EFE/Felipe Borrego

Genes e historia

«La fortaleza del proyecto responde a un grupo de investigaciones que viene realizando el Centro Nacional de Genética Médica con el objetivo de caracterizar el origen, la mezcla y la evolución demográfica de la población cubana utilizando las tecnologías genéticas, estudiando el ADN de las personas», explica Marcheco.

A este respecto menciona, como curiosidad, que una décima parte de la información genética de Doimeadiós procede de ancestros amerindios que vivieron en El Yayal, una región oriental cercana al lugar donde desembarcó Cristóbal Colón en 1492.

Marcheco, que además de su labor científica se estrenó como conductora de las entrevistas a los protagonistas en el documental, lleva quince años trabajando en el ADN cubano.

La base de este proyecto fue realizar un grupo de entrevistas acompañadas del estudio genético de personalidades que en el ámbito de la cultura, el deporte, las investigaciones históricas, el teatro, la música y la danza.

El propósito era «buscar la mezcla étnica de estos personajes y establecer un diálogo entre su historia familiar, su estudio de ADN y pasajes de la historia de Cuba».

Con toda la información recopilada llegó a la conclusión de que en un libro «quedaría muy parcializada» y entonces se decidió convertirlo en un documental y el realizador Gil entró en escena.

Arte y ciencia

Gil, director de filmes como ‘Inocencia’ y ‘La pared’, comenta a EFE que la serie Ruta ADN ha sido un reto que hacía años no enfrentaba.

«La idea original era hacer un solo documental. Sin embargo, al profundizar en la investigación de cada protagonista, me di cuenta de que era imposible incluir a todos en un único metraje. Decidí que cada uno merecía un capítulo propio y transformé el proyecto en una serie», razona.

Una de las satisfacciones que le ha proporcionado esta iniciativa es el nivel «coherente y común» de cada uno de los capítulos, que funcionan de forma independiente pero que a la vez conforman un «todo único», manteniendo «un tono expresivo audiovisual con una coherencia tremenda».

«Fue una serie trabajosa, con una producción con una fragilidad económica, pero se hizo un gran trabajo», reconoce el director sobre la financiación estatal, aunque habla sin dudarlo de «una experiencia espectacular».

Para Marcheco su «mayor expectativa» es que la serie se trasmita por la televisión cubana y que «las personas hagan un ejercicio de introspección y empiecen a reflexionar sobre elementos identitarios de los cubanos».

Gil y Marcheco coinciden en que aprendieron de este trabajo colectivo, así como de los protagonistas y también conocieron mejor la historia de Cuba.

Raquel Martori