Santo Domingo, 25 jun (EFE).- El analfabetismo desciende en República Dominicana y su tasa se aproxima a los niveles previos a la pandemia, pero persisten las brechas en zonas rurales y entre grupos vulnerables, según un estudio del Instituto Dominicano de Evaluación e Investigación de la Calidad Educativa (Ideice) conocido este miércoles.
Si bien la tasa de analfabetismo bajó en 2024 al 6 % desde el 6,8 % de 2021, conforme a datos de la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (Enhogar-2024), y se redujo al 5,6 desde el 6,3 por ciento en ese período de acuerdo con la Encuesta Nacional Continua de Fuerza de Trabajo (ENCFT), el informe alerta de que siguen registrándose «brechas significativas».
«Quienes viven en zonas rurales, las personas mayores y los hogares de menores ingresos tienen más probabilidades de no saber leer ni escribir. Igualmente, las regiones del suroeste y el Cibao Nordeste presentan mayores tasas de analfabetismo en comparación con la zona metropolitana», indican datos preliminares del documento ‘Análisis integral del analfabetismo en la República Dominicana 2016-2024’.
En cuanto a diferencias por sexos, el escalón entre hombres y mujeres tiende a reducirse cuando se consideran simultáneamente la edad, el lugar de residencia y el nivel socioeconómico.
Los hombres, indica el estudio presentado por el Ideice (institución pública de carácter técnico), tuvieron mayores tasas de analfabetismo en todos los años analizados, unos niveles que se redujeron en 2024 al 6,4 % frente al 8,3 % de 2016.
En ese mismo período la tasa de mujeres iletradas bajó del 7,2 al 5,6 %, una disminución superior al 22 %.
Por zonas geográficas, en la población de 15 años o más el índice de analfabetos en zonas urbanas pasó del 6 al 4,7 % en 2024 (-21,7 %).
En áreas rurales, aunque la tasa en 2016 fue del 12,8 % y dos años después decreció significativamente hasta el 2,1 % en 2018, en 2021 volvió a incrementarse hasta el 13,6 % para en 2024 situarse en el 13,2 %.
Estos datos, según el estudio, invitan a profundizar las estrategias diferenciadas, reforzar los programas en zonas rurales y adaptar las políticas educativas a las realidades de género y contexto territorial.
