Algeciras (Cádiz), 9 oct (EFE).- El armador del Rúa Mar, el pesquero que se hundió en el Estrecho de Gibraltar el 23 de enero de 2020 cuando supuestamente llevaba un alijo de hachís, ha descargado toda la responsabilidad en el patrón de la embarcación, que murió en el siniestro con los otros cinco tripulantes.
En la recta final del juicio que se celebra en la Sección de Algeciras de la Audiencia Provincial de Cádiz, la declaración de Pedro Samuel Maza, el principal de los seis acusados, no ha servido para que la Fiscal Antidroga, Macarena Arroyo, haya modificado su petición de condena para el armador, un total de 114 años de prisión por seis delitos de homicidios dolosos, pertenencia a organización criminal, contra la salud, contra los trabajadores, blanqueo de capitales y estafa en grado de tentativa.
Tras nueve sesiones de juicio, y después de escuchar este miércoles a los cinco acusados que se sientan en el banquillo -uno está huido-, la fiscal ha mantenido la consideración de que Pedro Samuel Maza es autor, entre otros delitos, de seis homicidios dolosos, aunque ha pedido al tribunal que, de no estimarlo así, de forma subsidiaria, le impute seis homicidios imprudentes o, como tercera opción, seis delitos de omisión del deber del socorro.
«El que mandaba era el patrón», dice el armador
En respuesta a las preguntas de su abogado y del resto de los letrados de la defensa, Maza, que seis meses después del hundimiento fue detenido en otra operación contra las redes de tráfico de hachís del Estrecho a través de pesqueros, ha rechazado toda vinculación con el narcotráfico.
Ha contado que desde los 18 años trabajaba en la asociación de armadores del puerto de Algeciras en tareas de oficina, gestionando y asesorando a otros armadores sobre asuntos fiscales, laborales o de inspecciones de embarcaciones.
En 2003, «en la mejor época de la pesca», compró su primer barco, Felipe y Maruja, pero ha asegurado que lo vendió un mes antes de que, años después y antes del naufragio del Rúa Mar, fuera intervenido dentro del barco un alijo de hachís.
Ha insistido en que él se dedicaba a la gestión en tierra, por lo que ha responsabilizado al patrón del Rúa Mar, aquel día su tío Antonio Javier Maza, de 52 años, de la ruta, el viaje o la actividad del barco. «El que manda es él», ha insistido.
Para él el barco salió aquel día «a pescar igual que siempre».
Cuando la tarde anterior a hundirse su tío le llamó para decirle que había una avería en el barco «nunca» pidió «ni auxilio, ni socorro», no expresó «ninguna urgencia».
Le explicó, ha contado, que se había averiado un cable del embrague, algo que era «muy común» y que su tío podía arreglar ya que todos los barcos llevan un cable de repuesto a bordo para estos casos.
«Me dijo que si no me llamaba más, es que lo había solucionado», ha afirmado.
Los abogados de la defensa, únicos a los que ha contestado, no le han preguntado por qué cuando sobre las 3:00 de la madrugada Salvamento Marítimo le llamó para avisarle de que la baliza del barco había saltado, señal de que se había hundido, les dijo que no tenía forma de comunicar con la tripulación, ocultado que tenía un teléfono satelital con el que podía comunicarse con ellos.
En su estrategia de descarga de responsabilidades hacia el patrón del barco, fallecido en el siniestro, su abogado le ha preguntado: «¿Sabía que su tío consumía cocaína cuando faenaba?», una cuestión que no había salido a relucir en las sesiones del juicio hasta ahora. «No», ha contestado.
El resto de los cinco acusado también han negado saber si el barco había salido a cargar en Marruecos una alijo de hachís.
En las puertas del juzgado, las viudas se quejaban de que el armador «no tiene corazón». «Como dice el dicho, la culpa al muerto», comentaban dos de las viudas, Milagros Figueroa y Mari Luz Márquez, que se quejan de «la frialdad» de los acusados, a los que acusan de no haber hecho nada aquel día para rescatar a los marineros cuando les dijeron que había una avería.
«De la cárcel se sale, de donde están nuestros maridos, no», decían.