Cristina Lladó
Madrid, 13 ago (EFE).- El taller de restauración del Museo Arqueológico Nacional (MAN) -Madrid- acoge estos días a la restauradora Mercedes Amézaga y su equipo, que se afanan por restaurar, limpiar y consolidar una valiosa selección de tejidos medievales que serán expuestos al público por primera vez este otoño, entre ellos un zapatito de doña Inés Téllez de Girón y lujosas telas decoradas.
Se trata de una selección de seis textiles medievales andalusíes y cuatro medievales cristianos confeccionados en materiales como seda, hilatura de oro o lino; piezas ricas y coloridas con bellas decoraciones vegetales, geométricas e incluso grifos o estrellas.
Desplegadas sobre grandes mesas blancas, pequeñas piezas de tejidos medievales esperan ser atendidos por Amézaga, una de las más prestigiosas restauradoras de tejidos de España.
Instalada en la cabecera de una de las mesas, la restauradora trabaja con la pieza llamada a ser la estrella de la exposición del MAN: un delicado zapatito de mujer de más de 700 años y que aún conserva parte de las decoraciones de tintes y pan de oro.
El zapato perteneció a doña Inés Téllez Girón, segunda esposa del infante don Felipe, hermano del rey Alfonso X “el sabio”, y fue hallado en la tumba de la dama, en Villalzázar de Sirga, Palencia.
Además de su belleza estética y su delicada manufactura en cuero, su excepcionalidad reside en que son muy pocos los vestigios de calzados medievales que se conservan en la actualidad, explica Amézaga con una gran sonrisa orgullosa.
Taller propio
La restauradora, que cuenta con taller propio, trabaja fundamentalmente para las instituciones y museos que la contratan para velar por sus telas más preciadas.
Así, entre las piezas recientemente restauradas por el taller de Amézaga, figuran unas capas de los siglos XVI y XVII que el MAN ha prestado al Museo de la Santa Cruz de Toledo para su exposición ‘La indumentaria española en el Siglo de Oro’.
Su equipo también ha restaurado una casaca de Luís Daóiz, uno de los dos (Daóiz y Velarde) capitanes de artillería convertidos en héroes cuando, en 1808, en plena Guerra de la Independencia española, se unieron al levantamiento del 2 de mayo en Madrid contra las tropas francesas.
Pero no solo restaura ropajes y textiles españoles, como demuestra el hecho de que Amézaga fue la encargada de restaurar un traje de Sioux que Carmen ‘Tita’ Cervera compró al Museo Sioux de Texas y, tras dos meses en el taller, lució en una fiesta de disfraces.
O la ‘Bandera rasgada’ de Panamá desgarrada durante los enfrentamientos entre panameños y estadounidenses ocurridos en la Zona del Canal, en enero de 1964, y que a punto estuvo de provocar un conflicto aún mayor.
Textiles medievales andalusíes y cristianos
En el taller de restauración del MAN, un poco más allá de donde trabaja Amézaga, espera su turno una pieza de tela del sepulcro de don Felipe, que la restauradora piensa que pudo ser parte de un forro, ya que tiene restos de un pegamento o cola en la parte de atrás.
Colocadas primorosamente en una mesa próxima, formando un colorido mosaico de tejidos decorados con dibujos geométricos y vegetales, se encuentran otras piezas también de la colección del Museo Arqueológico y que no habían sido expuestas antes.
Entre ellas, varias piezas nazaríes, de la última dinastía musulmana que dominó el Reino de Granada desde 1238 hasta 1492, como un trozo de una casulla de oro, seda y lino, que perteneció a San Valero, obispo de Zaragoza en el siglo IV y patrono de la ciudad desde el siglo XII, y que se conserva en catedral de Roda de Isábena (Huesca).
La propuesta de restauración, financiada por la Fundación Iberdrola España, comprende no solo la recuperación y conservación de estas obras, sino también la realización de detallados estudios y análisis, la fabricación de soportes expositivos, así como la digitalización en 3D del conjunto datado entre los siglos XIII y XV.
“Y además, se va a hacer un modelo 3-D de algunas telas y del zapato de doña Inés para que los ciegos puedan tocarlo”, dice ilusionada Amézaga.
Será la primera vez que se exponen estas piezas en una muestra que será breve, dada la delicadeza y fragilidad de las telas, “pero son una maravilla y hay que venir a verlas sin falta”, concluye.
