El asesinato de López de Lacalle, ETA contra la libertad de prensa

La viuda y el hijo de José Luis López de Lacalle, Mari Paz Artolazabal (2i) y Alain López de Lacalle (3i), junto a la alcaldesa de Andoain, Maider Lainez (agachada), y la consejera vasca de Justicia, María Jesús San José (i), han participado este miércoles en una ofrenda floral al periodista asesinado por ETA hace hoy 25 años en Andoain (Gipuzkoa) cuando volvía a casa tras comprar media docena de periódicos. Un atentado que significó un salto cualitativo en el acoso al que había sometido a la prensa en los años de 'socialización del sufrimiento', y que continuó con más atentados a partir de esa fecha contra representantes de los medios de comunicación. EFE/Javier Etxezarreta

Rafael Herrero

San Sebastián, 7 may (EFE).- Un paraguas rojo abierto sobre el suelo, dos bolsas de plástico cargadas de periódicos y una sábana ensangrentada sobre el cuerpo de José Luis López de Lacalle, hace hoy 25 años, componen la imagen más cruda y simbólica del acoso de ETA a la libertad de prensa.

El asesinato del columnista de El Mundo junto a su domicilio en Andoain (Gipuzkoa) no fue ni el primer ni el último atentado de ETA contra los medios de comunicación, pero sí el que marcó el punto más cruento de la actuación terrorista contra los periodistas.

López de Lacalle, nacido en Tolosa en 1938, fue uno de los fundadores de CCOO en Euskadi y pasó cinco años encarcelado durante el franquismo. A finales de los 90 se implicó en la fundación del Foro de Ermua, pero fueron sus columnas en el diario El Mundo las que, en la lógica terrorista de ETA, le condenaron a muerte.

Arnaldo Otegi, entonces portavoz de Euskal Herritarrok, afirmó al día siguiente del asesinato que se “imaginaba” que ETA había querido poner “encima de la mesa el papel de los medios de comunicación y de determinados profesionales de esos medios”.

El propio López de Lacalle, contra cuyo domicilio habían arrojado cócteles molotov en marzo, presintió que el acoso a la prensa se intensificaba, cuando, unos 15 días antes de su asesinato se despidió de dos periodistas, Ander y Gorka Landaburu, en Zarautz, con una frase premonitoria: ‘Cuidaos, porque vienen a por nosotros’.

Los medios de comunicación en la diana

La viuda y el hijo de Hosé Luis López de Lacalle, Mari Paz Artolazabal (2d) y Alain López de Lacalle, junto a la alcaldesa de Andoain, Maider Lainez (d), y la consejera vasca de Justicia, María Jesús San José (i), han participado este miércoles en una ofrenda floral al periodista asesinado por ETA hace hoy 25 años en Andoain (Gipuzkoa) cuando volvía a casa tras comprar media docena de periódicos. Un atentado que significó un salto cualitativo en el acoso al que había sometido a la prensa en los años de 'socialización del sufrimiento', y que continuó con más atentados a partir de esa fecha contra representantes de los medios de comunicación. EFE/Javier Etxezarreta

Así lo relata Gorka Landaburu -a quien ETA hirió gravemente en mayo de 2001- que recuerda, en declaraciones a EFE, que ya en 1983 la organización terrorista le había amenazado a él y a su hermano. “Fuimos a hablar con ellos a San Juan de Luz y uno de sus jefes nos contestó ‘ateneos a las consecuencias'”.

Desde su origen, ETA ha situado a los medios de comunicación en su diana, con ataques frecuentes contra instalaciones y sedes, además de algunos asesinatos en los llamados ‘años de plomo’, como el de Javier Ybarra, consejero delegado de ‘El Correo’, y el de José María Portell, director de la ‘Hoja del Lunes’ y redactor jefe de ‘La Gaceta del Norte’. También atentó en 1980 contra el director del ‘Diario de Navarra’, José Javier Uranga, que sobrevivió a los disparos de ETA.

Los ataques a repetidores de radio y televisión e instalaciones no cesaron en ninguna etapa de la actividad terrorista, pero a partir de 1995 el acoso a la prensa se recrudeció y extendió con la puesta en marcha de la estrategia de ‘socialización del sufrimiento’ por parte de ETA y sus organizaciones afines.

El 25 de enero de ese año, KAS, el organismo que coordinaba las distintas organizaciones de la izquierda abertzale, incluida ETA, amenazó a los periodistas, en un documento publicado por El Correo, por su “actuación sistemática como arma de guerra” y propuso atentados “selectivos” dirigidos a los “niveles superiores”.

La ponencia Oldartzen

Este documento de KAS coincide en el tiempo con la elaboración y aprobación de la ponencia Oldartzen de Herri Batasuna, que dedicó un amplio capítulo a los medios de comunicación, que, según su visión, se habían “estructurado como un poder fáctico contra los intereses de Euskal Herria”.

“Nuestra principal labor en este terreno consiste en condicionar la actuación fáctica de los medios de comunicación que hoy se sitúan por encima del bien y del mal y que, además, se consideran intocables”, reza Oldartzen.

En los cinco años siguientes, la llamada ‘kale borroka’ (violencia callejera) siguió hostigando a periodistas y medios de comunicación con pasquines y artefactos caseros, mientras las organizaciones de la izquierda abertzale vetaban a los profesionales de algunas cabeceras, como El Mundo y El País, entre otras, de sus actos y ruedas de prensa.

Pero fue en el 2000 cuando ETA decidió dar un paso más y volvió a atentar directamente contra la vida de periodistas. En ese año asesinó a José Luis López de Lacalle, envió paquetes bomba a Carlos Herrera (RNE) y José María Zuloaga (La Razón) y preparó planes para asesinar a Antonio Burgos y Luis del Olmo.

El 10 de noviembre intentó matar, con una potente bomba colocada junto a la puerta de su casa de San Sebastián, al matrimonio de periodistas Aurora Intxausti (El País) y Juan Palomo (Antena 3), que salvaron su vida y la de su hijo al fallar el mecanismo del artefacto.

La campaña continuó al año siguiente. El 15 de mayo una bomba enviada al domicilio de Gorka Landaburu le amputó parte de varios dedos de sus dos manos y le dejó ciego del ojo izquierdo.

Nueve días después, ETA asesinó de siete disparos al director financiero de El Diario Vasco, Santiago Oleaga.

Más de 320 objetivos

El acoso continuó hasta finales de 2008, cuando ETA hizo estallar una furgoneta-bomba junto a la sede de EITB en Bilbao, un edificio en el que también estaban las redacciones de otros medios como Antena 3 TV, El Mundo, Deia y Onda Cero.

Según los datos del ‘Informe sobre la injusticia padecida por las personas amenazadas por ETA (1990-2011)’, de la Universidad de Deusto y el Gobierno Vasco, en 1999 solo un periodista llevaba escolta, mientras que en 2002 fueron 28 los miembros de los medios de comunicación con protección personal.

Además, el libro ‘Memorias de la violencia’, de Ofa Bezunartea, recuenta hasta 326 periodistas que figuraron en las listas de objetivos de ETA, de los que 80 fueron sometidos a seguimientos específicos.

“Yo estuve 12 años con escolta”, rememora Gorka Landaburu, quien cree que editores y directores de medios de comunicación “tardaron en reaccionar” ante el terrorismo de ETA, mientras que, sobre el terreno, “muchos periodistas resistieron”.