A Coruña, 16 jun (EFE).- El abogado del autor confeso del crimen de Elisa Abruñedo ha alegado que su defendido disoció la realidad y, al día siguiente de lo ocurrido, pensaba que había sido otra persona, aunque las acusaciones han afirmado que «sabía lo que hacía y quiso hacerlo» y se jactaba de que no lo encontraban.
La sección segunda de la Audiencia Provincial de A Coruña ha acogido este lunes el inicio del juicio contra Roger Serafín Rodríguez, de 51 años, por unos hechos ocurridos el 1 de septiembre de 2013, cuando él tenía 39 años y la víctima, Elisa Abruñedo, 46.
Al ser detenido 10 años después, el acusado confesó que la asaltó, la violó. Este lunes se ha negado a declarar y ha avanzado que tampoco lo hará al final del juicio, por lo que el jurado popular tendrá la versión prestada en su momento y las valoraciones de su abogado.
Este ha asegurado que el procesado «disoció la realidad» y al día siguiente del crimen «pensó que había sido otra persona».
Asimismo, ha añadido que los hechos ocurrieron «a plena luz del día» e incluso se escucharon gritos de socorro y se cruzó con varias personas, por lo que cree que no fue un asesinato, sino un homicidio, al considerar que hubo posibilidades de defensa, al tener lugar en una zona pública y transitada.
Sobre el hecho de deshacerse del coche y de la navaja utilizada, el letrado ha dicho que lo hizo por el paso del tiempo y no para encubrir lo sucedido.
La Fiscalía, en cambio, ha asegurado que «sabía lo que hacía y quiso hacerlo» y después mantuvo silencio durante diez años.
«Jamás dijo nada, incluso llegó a jactarse de que no iban a dar con él», ha proseguido y ha citado la prueba de ADN como clave para llegar a resolver este caso tanto tiempo después.
Por parte de las acusaciones particulares, han opinado que el crimen incluso implicó un especial sufrimiento a la víctima, que fue abandonada mientras agonizaba.
La Fiscalía pide 32 años de prisión por agresión sexual y asesinato, con la agravante de aprovechamiento de las circunstancias del lugar y tiempo, junto con 200.000 euros para los hijos de la víctima.
Las acusaciones particulares aumentan su petición a los 37 años de cárcel, al agregar las agravantes de género y ensañamiento, junto con 600.000 euros para los hijos.
La defensa, por su parte, rebaja la petición al considerar que fue un homicidio, no un asesinato, y que lo confesó, si bien no ha determinado la pena concreta.