Boquete/Capira (Panamá), 19 mar (EFE).- El café de lujo panameño no se rige por los precios internacionales de la bolsa, pero sí sintió el impacto este año de los efectos del cambio climático, que provocó una reducción en la producción debido al aumento de las lluvias en los meses tradicionalmente secos, como diciembre, enero y febrero.
A pesar del incremento en el precio internacional de la bolsa a 4 dólares por libra, el café de lujo de Panamá no se ha visto tan afectado, ya que desde hace años la mayor parte de su producción se vende en subasta, alcanzando más de 10.000 dólares por kilogramo.
Pero las variedades tradicionales, mayoritarias en el país, sí sienten el impacto.
“Nunca hemos tenido una gran oferta de café en Panamá, porque somos un país pequeño en términos de producción, especialmente comparado con vecinos como Costa Rica y Colombia (…). Pero aquí hemos logrado distanciarnos de los precios de la bolsa”, explicó a EFE Rachel Peterson, encargada de mercado de Hacienda La Esmeralda, la primera finca que hace dos décadas dio a conocer al mundo el café de lujo de la variedad Geisha.
En esta finca, en la montañosa Boquete -en la provincia de Chiriquí a 500 kilómetros de la capital de Panamá- los precios son determinados por la empresa y aceptados por los clientes, quienes no se rigen por la bolsa internacional.
“Los consumidores del café de Panamá no piensan en el precio ni siquiera en el mercado local, porque el café vendido en subastas ha alcanzado valores muy altos”, agregó Peterson.
El café Geisha y la estructura de precios en Panamá
En Panamá existen dos tipos de café, explicó Ricardo Koyner, presidente de la Asociación de Cafés Especiales de Panamá (SCAP): las variedades tradicionales, que dependen del precio de la bolsa, y el Geisha, cuyo valor se define por su calidad y exclusividad.
“El incremento en el precio de la bolsa beneficia a los productores de café tradicional, pero el Geisha es una categoría aparte. Recibe su precio por calidad, no por volumen, y son pocas las regiones de Panamá capaces de producir un Geisha que justifique los valores más altos”, afirmó a EFE Koyner.
Pero el cambio climático afecta la producción en la alteración de los ciclos de floración y fructificación, incremento de enfermedades por exceso de humedad o sequía prolongada, variabilidad climática que confunde el desarrollo de la planta, explica.
De acuerdo con datos del Ministerio de Desarrollo Agropecuario, la producción en los últimos años ha rondado los 200.000 quintales anuales, con unos 184.552 quintales en la cosecha 2018-19, hasta 222.971 en la 2020-21.
Pero según advierte Koyner, hace una década se producían unos 400.000 quintales, y este año se estima que la producción ronde entre los 120.000 y 140.000 debido a la crisis climática, además “antes habían 10.000 productores, ahora nada más hay 6.000”.
Pero, aunque Panamá es el país con menor producción de café en la región, su grano se comercializa a precios superiores debido a su cualidades únicas, posicionándose en nichos de mercado de lujo.
Wilford Lamastus, de Lamastus Family Estates, logró el precio más alto en la subasta electrónica del Best of Panama (BOP) 2024, con 10.013 dólares por kilogramo en un lote de 20 kg, y batió el récord mundial con 13.518 dólares por kg en una subasta privada.
“El Geisha ha beneficiado a toda la industria, atrayendo compradores que también adquieren otras variedades. Hoy en día, vender café tradicional es más fácil gracias al Geisha”, destacó Lamastus.
La recolección del café de especialidad requiere de mano de obra calificada, que regresa cada año a la zafra. En Hacienda La Esmeralda, los trabajadores reciben condiciones dignas y beneficios sociales, defienden.
Otra realidad del café panameño

En la comunidad de La Negrita, ubicada en el distrito de Capira, se encuentra la Finca Lidu, una propiedad de 4 hectáreas perteneciente a Liduvina Rivera.
Rivera forma parte del pequeño grupo de agricultores que en los últimos años ha visto potenciar sus fincas de café en los alrededores de la cuenca del Canal de Panamá, cuya administración los apoya con talleres y capacitaciones, al tiempo que protegen esa área boscosa, clave para la sostenibilidad de la vía interoceánica.
“Al principio, con solo una hectárea, obteníamos entre tres y cinco quintales de café. Pero a medida que aprendimos nuevas técnicas, como el trasplante inmediato de árboles cuando morían, la producción fue en aumento. Hoy en día, logramos alcanzar 200 quintales”, señaló a EFE Rivera, que inició su finca en 2019.
Principalmente cosechan café robusta, una especie que se produce a bajos niveles de altura y fácil de comercializar en comparación con el Geisha, sembrado al norte en zonas altas.
Al año producen hasta 14.000 quintales anuales, cuando al inicio del proyecto en 2006 se sacaban unos 800 quintales cada año. Eso representa un ingreso directo a las comunidades campesinas de 1,1 millones de dólares.
“Este es un cultivo amigable con el ambiente porque crece bajo sombra, lo que nos obliga a sembrar y mantener árboles. Gracias a ello, protegemos el suelo, las fuentes hídricas (del Canal de Panamá) y los bosques”, explicó Rivera.
Marcelino Rosario y Rogelio Adonican Osorio
