El cambio climático reduce el tamaño y la supervivencia de los insectos acuáticos, según un estudio

Macho de Chironomidae, especie de mosca utilizada en el estudio. Fotografía facilitada por el CSIC/ Viktor Baranov. EFE

Sevilla, 10 jul (EFE).- Un estudio internacional liderado desde la Estación Biológica de Doñana-CSIC ha revelado que la menor disponibilidad de oxígeno en aguas cálidas debido a las altas temperaturas asociadas al cambio climático reduce el tamaño de los insectos acuáticos, lo que compromete su supervivencia.

Según ha informado este jueves el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a raíz de esta situación aumenta el riesgo de deterioro de los ecosistemas acuáticos, que se traduciría en una menor disponibilidad de peces debido a impactos importantes sobre la red trófica (alimentaria).

El aumento global de las temperaturas influye en un mayor calentamiento de las aguas marítimas y continentales, con efectos como una disminución de la solubilidad del oxígeno.

Esa menor concentración de oxígeno en el agua afecta a peces, insectos acuáticos y microorganismos que lo necesitan para respirar.

«El descenso en el tamaño es otro aspecto del declive general de los insectos, asociado al creciente aumento de las temperaturas. No solo hay menos insectos, sino que también podrían ser más pequeños», ha indicado Viktor Baranov, investigador de la Estación Biológica de Doñana y primer autor del estudio.

Este doble efecto en el tamaño y en el número de los insectos acuáticos estaría reduciendo su capacidad para mantener funciones cruciales de los ecosistemas.

Experimento sobre temperatura, oxígeno y tamaño

Para llevar a cabo este estudio, el equipo elaboró un experimento para evaluar las relaciones entre la temperatura del agua, la concentración de oxígeno y el tamaño de una especie de moscas del género ‘Chironomidae’ (Chironomus riparius), cuyas larvas son acuáticas.

Se comparó el tamaño y la supervivencia de los insectos en seis escenarios diferentes: tres a una temperatura de 20 grados, con una concentración alta, media y baja de oxígeno y otros tres a 30, con los mismos tres niveles de concentración de oxígeno.

Los resultados fueron sólidos y se unen a los obtenidos en otro estudio publicado en 2021 en el que participó también Baranov, en el que comprobaron que el tamaño de moscas de este género y la temperatura estaban relacionados.

Los comúnmente conocidos como mosquitos no picadores o mosquitos ‘quironómidos’ reciben este nombre por su parecido con los mosquitos comunes (Culicidae), pero tienen diferencias importantes, especialmente el hecho de que no pican ni se alimentan de sangre.

Su genoma ha sido secuenciado y es utilizado como modelo para evaluar el estrés ambiental y el impacto de contaminantes en ecosistemas acuáticos.

En el nuevo estudio, las larvas que se desarrollaron en aguas cálidas con baja concentración de oxígeno son un 10 % más pequeñas que aquellas que se habían desarrollado en los otros cinco escenarios.

Estas condiciones también provocaron un crecimiento más rápido y mayor mortalidad en los insectos.

Problemas de crecimiento

«Puesto que el cambio climático está provocando un aumento de las temperaturas y el oxígeno es menos soluble en aguas más cálidas, las larvas de estos animales están teniendo problemas para crecer. Esto es debido a que la respiración es esencialmente un motor del crecimiento de los animales», ha explicado el investigador.

Los insectos acuáticos son esenciales para la purificación de la contaminación acuática y la evaluación de la calidad del agua, así como para el buen funcionamiento de la red trófica, puesto que son alimento de muchas otras especies.

Cuando estos insectos son adultos también ejercen otras funciones, como la polinización de cultivos y algunos de ellos también tiene funciones recreativas para los seres humanos, como es el caso de las libélulas con un importante componente estético y cultural.

«Debido a su destacado papel, los efectos negativos que el cambio climático tiene sobre estos organismos son sumamente importantes», ha destacado Baranov.

El trabajo es un punto de partida para estudiar de forma más amplia los efectos del cambio climático en las características funcionales de los animales, como el tamaño, y se une al declive generalizado en el número de insectos ampliamente documentado.

También abre las puertas para investigar cómo afecta la disminución de tamaño de los animales a los ecosistemas de los que forman parte.

Este estudio, publicado en la revista Ecological Entomology, ha contado con la colaboración de la Academia de Ciencias de Eslovaquia y la Universidad de Granada.