Ángel Alonso Giménez
Madrid, 28 jul (EFE).- Pasado el mediodía del 14 de julio, en la sede del PP, ante los medios de comunicación, a Borja Sémper de repente le cambió la cara: “Antes de cerrar la rueda de prensa, me gustaría contaros una cosa que no tiene mucho que ver con la política, pero es mi responsabilidad y obligación compartirla con vosotros… Voy a beber agua porque…”.
Tras dejar el vaso en el atril, añadió: “Llevo días intentando encontrar las palabras para contaros lo que os tengo que contar, no está siendo fácil, pero lo voy a contar de la mejor manera posible, de la manera más natural”. La confesión de que tiene cáncer se hizo viral en pocos minutos.
La psicooncóloga Fátima Castaño y la asesora de comunicación política Imma Aguilar han analizado para EFEsalud la forma en que el político vasco hizo público que tiene cáncer, en lo que no es pionero, pues antes que él cargos públicos como el ministro Ángel Víctor Torres (a primeros de año) o la diputada de Sumar Aína Vidal (comienzos de 2020) lanzaron anuncios similares.
Honestidad y autenticidad
Pero el testimonio del dirigente del PP vuelve a poner el foco en las emociones y palabras que suscita el cáncer. Comprobar que puede abordarse más allá del miedo y la tristeza es importante. ¿Cómo hacerlo? El caso de Borja Sémper recupera algunas claves.
Según indica Imma Aguilar, recurrió a un “lenguaje honesto, contenido y natural”. “Por un lado – explica –, humaniza al personaje político y, al mismo tiempo, contribuye a la normalización de una enfermedad que todavía arrastra estigmas y silencios”.
“Nos habla alguien que no está haciendo un anuncio protocolario, sino un ejercicio íntimo de verdad compartida”, zanja. De ahí que la asesora destaque, como premisa en estas situaciones, la “autenticidad radical”, porque “no hay nada más poderoso que una verdad dicha con la voz propia”.
Prudencia y rigor
Fátima Castaño hace hincapié en el rigor. “Los mensajes han de ser rigurosos y lo más científicos que podamos”, profundiza.
Resalta la psicooncóloga que claro que “ayuda que personas públicas pongan en los medios un problema social que no repercute en unos pocos”, sino en una “comunidad ingente”, la de los afectados y afectadas por el cáncer (también sus familiares y allegados). Estamos hablando, en realidad, dice Castaño, de una prioridad de “salud pública”.
Y hacerlo de “una manera natural”, como a su entender consiguió Sémper, “sin dramatismo pero sin caer en estridencias”, constituye otra clave.
Aguilar pone el acento en la elección del tono, no solo del momento. “La planificación emocional del mensaje, desde el silencio previo hasta el tono del anuncio, es tan importante como el contenido”, argumenta.
Humor y empatía
Sémper, en la entrevista posterior al anuncio, recurrió al humor. Explica Aguilar que logró así que su relato no se construyera “desde la excepcionalidad del político, sino desde la comunidad de personas que atraviesan procesos similares”. “Esto, en comunicación política, es empatía estratégica y funciona porque no busca compasión, sino compresión”.
“El uso del humor en contextos delicados – continúa la asesora – es una herramienta narrativa compleja, que solo funciona si parte del propio protagonista y no se percibe como impostada”.
Castaño recalca que el político del PP efectivamente desplegó un lenguaje y un tono que permitieron generar “un espacio de cercanía”, y por tanto, empatía.