Madrid, 6 jun (EFE).- Los más de 500 científicos y cien grupos de investigación que suma en la actualidad han afianzado el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa como uno de los mayores de España y una referencia a nivel mundial, cuando cumple medio siglo explorando las bases moleculares de la vida.
Cincuenta años durante los que se han sucedido una cascada de descubrimientos científicos en áreas como la inmunología, virología, microbiología, neurociencias o biología celular y del desarrollo, y durante los que se han desarrollado algunas de las patentes más rentables de la historia de la ciencia en España e impulsado innovadores métodos y técnicas de investigación que forman parte ya de la práctica rutinaria en miles de laboratorios de todo el mundo.
Porque aunque la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster) empezó a utilizarse para la investigación hace más de cien años, su uso se generalizó desde este centro español como uno de los modelos animales más valiosos para la investigación biológica y genética al compartir con los humanos más de la mitad de sus genes, entre ellos muchos de los que están implicados en el desarrollo del cáncer o relacionados con el sistema nervioso.
El centro fue fundado en 1975 por el investigador Federico Mayor Zaragoza -pionero en el análisis de enfermedades metabólicas hereditarias, exministro de Educación y Ciencia y exdirector de la UNESCO-, junto a Eladio Viñuela, Antonio García Bellido y David Vázquez.
Severo Ochoa (Premio Nobel de Medicina en 1959) no sólo prestó su nombre, su prestigio y un apoyo decisivo, también a varios de sus discípulos, los investigadores españoles que se habían formado con él en Estados Unidos y que acabaron siendo los pioneros de la investigación biomédica moderna en España.
Y entre ellos Margarita Salas, quien descubrió por ejemplo la enzima que se encarga de ‘copiar’ y replicar el ADN de un virus para que se multiplique dentro de una bacteria -lo que ha revolucionado la biotecnología por sus múltiples aplicaciones en medicina o diagnóstico genético-; su marido, Eladio Viñuela, quien desentrañó las incógnitas del virus de la peste porcina africana, que tuvo efectos devastadores en España durante décadas; o Antonio García Bellido, cuyos hallazgos alumbraron la comprensión de la organización genética del desarrollo.
En sus laboratorios han completado sus carreras Luis Blanco, codescubridor junto a Margarita Salas de esa enzima, que ha sido objeto de la patente más rentable de la historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas; o Juan Modolell, uno de los investigadores fundamentales para entender cómo se inicia la formación del sistema nervioso en organismos multicelulares; o Ginés Morata , cuyo trabajo con la mosca de la fruta ha sido esencial para entender los mecanismos genéticos que regulan el desarrollo, la regeneración de órganos y la formación de tumores.
Datos que revelan la magnitud del centro

Los datos del CBM -una institución mixta del CSIC y de la Universidad Autónoma de Madrid- retratan su magnitud como uno de los centros más grandes e importantes de España: reúne a unos 500 investigadores; cien grupos de investigación que están desarrollando más de doscientos proyectos científicos que atraen más de 20 millones de euros anuales procedentes de fondos nacionales e internacionales competitivos -los que se conceden tras rigurosos procesos de selección-; y sus investigadores participan cada año en unas 300 publicaciones en revistas científicas.
Pero desde sus instalaciones, y además de la labor investigadora que se desarrolla en sus imbricados laboratorios, el centro presta soporte a otros centros de investigación, universidades u hospitales, con servicios de microscopía óptica y electrónica, de bioinformática, de cultivo celular y de tejidos, o de edición genética, además de tener uno de los animalarios más completos de España para la experimentación bajo estrictos parámetros para asegurar la salud y el bienestar de los animales que se utilizan.
Financiación internacional y excelencia investigadora

La científica italiana Paola Bovolenta dirige el laboratorio ‘Morfogénesis y neurodegeneración del sistema nervioso central de vertebrados’, centrado en comprender el desarrollo temprano del sistema nervioso central, especialmente del sistema visual, y desde 2023 es además la directora científica del CBM, un cargo desde el que valora la excelencia investigadora que se hace en sus instalaciones y el reconocimiento que ello tiene entre los principales financiadores, entre ellos el Consejo Europeo de Investigación (ERC, por sus siglas en inglés).
En declaraciones a EFE, Paola Bovolenta ha valorado la internacionalización del centro y el creciente número de estudiantes o investigadores extranjeros, pero sobre todo el prestigio que han aportado los numerosos investigadores que han desarrollado su labor científica y que han logrado ‘exportar’ a todo el mundo algunas prácticas y métodos que hoy son rutinarios, y entre ellas algunas tecnologías asociadas a las pruebas ‘PCR’ o la ‘retrotranscripción’ -para crear una copia de ADN-.
La directora ha puesto el foco en las investigaciones que se realizan en el ámbito de la biología del desarrollo, la formación de las neuronas -entre ellas las células griales del cerebro-, el envejecimiento saludable, muchas de las enfermedades asociadas a la edad (como la fibrosis, el cáncer, el alzhéimer) o los numerosos proyectos para profundizar en el conocimiento de algunas enfermedades raras que están contribuyendo desde este centro a mejorar la diagnosis y las terapias.
Paola Bovolenta ha sumado, a los proyectos que se están ejecutando en la actualidad y que más expectativas tienen de dar un salto temprano a ensayos clínicos y redundar en beneficio de la sociedad, los relacionados con las células ‘CAR-T’, una forma pionera de tratar algunos tipos de cáncer que utiliza las propias células del sistema inmunitario del paciente, modificadas genéticamente, para atacar los tumores.