Julio César Sánchez
Albacete, 15 sep (EFE).- La octava de feria de Albacete dejó para el recuerdo una gran faena al natural del Cid, malograda con la espada, el talón de Aquiles durante su carrera, una tarde en la que La Quinta lidió tres toros extraordinarios, Molina se llevó un trofeo y Alejandro Peñaranda, por su parte, se fue de vacío.
La efervescente actividad taurina del mes de septiembre aboca, con frecuencia, a las sustituciones. En Albacete hoy El Cid asumió la vacante de Fernando Adrián, herido en Tovar (Venezuela).
El de Salteras apenas pudo esbozar el toreo debido a la insulsa condición del que abrió plaza. Si acaso algún pasaje muy aislado al natural, pero en el cuarto el panorama cambió.
A pesar de la condición abanta del inicio, el de La Quinta rompió a bueno en la muleta, sobre todo por el pitón izquierdo, lado por el que El Cid lo cuajó a placer, con ese trazo largo y bajo tan propio de su tauromaquia. Una faena exquisita no exenta de cierta polémica con la banda de música -menor porque lo importante es siempre el toreo- que se resistió a acompañar el trasteo del sevillano.
No obstante, eso, una vez más, no fue lo peor, sino el fallo a espadas. Un pinchazo precedió a la estocada desprendida con la que despenó al magnífico Hurón, que así se llamaba el toro, para el que se pidió, tímidamente, la vuelta al ruedo. El Cid paseó una oreja, pero fue faena de dos, sin duda.
Molina llenó el escenario nada más recibir a la verónica al manejable segundo, aunque le faltó oponente. El de La Quinta fue noble pero le faltó vida para que aquello llegara arriba. Por los dos pitones hubo firmeza y compostura, si bien el trasteo fue a menos. El buen uso de la espada fue clave para que en los tendidos se pidiera, y concediera, un trofeo.
Como lo habría sido para que el albaceteño hubiera ganado el derecho a salir por la puerta grande después de cuajar al encastado quinto, un ejemplar con el que Molina realizó lo más destacado con la mano derecha, después de un inicio algo atacado, tras el cuál el acople entre torero y toro se armonizó, primando la templanza. Un nuevo triunfo que le se esfumó por los aceros, llegando a escuchar un aviso.
El tercero, un toro fino y bien hecho de La Quinta, tuvo calidad, y el debutante Alejandro Peñaranda fundamentó su trasteo en el pitón derecho, vertiente por la que hubo encaje y buen gusto, acoplándose el conquense a la lenta acometida de su antagonista, surgiendo derechazos mecidos, aunque el trasteo decayó un tanto en el tramo final. Además, marró con el descabello, volando la opción de puntuar.
Las enclasadas embestidas en el capote del sexto, replicadas con elegancia por Peñaranda, auguraron cante grande. No fue tal, ya que el de La Quinta se apagó impidiendo opción alguna de triunfo con la muleta.
FICHA DEL FESTEJO
Se lidiaron seis toros de La Quinta, bien presentados. Primero descastado. Segundo bueno. Con calidad el tercero. Muy bueno el cuarto, ovacionado en el arrastre. Noble el quinto. Muy venido a menos el sexto.
El Cid, que sustituía a Fernando Adrián (de azul marino y oro): estocada casi entera arriba y descabello (ovación con saludos); pinchazo y estocada desprendida (oreja tras aviso).
Molina (de verde hoja y oro): estocada entera arriba (oreja); dos pinchazos, estocada casi entera arriba y tres descabellos (ovación con saludos tras aviso).
Alejandro Peñaranda, que se presentaba en esta plaza (de tabaco y oro): media estocada arriba y tres descabellos (ovación con saludos tras aviso); estocada entera arriba (ovación con saludos).
En cuadrillas, Caco Ramos saludó tras banderillear al segundo.
Plaza de toros de Albacete. Corrida de toros. Octavo festejo de feria. Más de media entrada.