El cine quiere ser sostenible desde las escuelas hasta la exhibición

Imagen de archivo del rodaje de una película. EFE/Fernando Villar

Madrid, 4 jul (EFE).- ¿De qué sirve que una producción cinematográfica haga un esfuerzo en sostenibilidad si no ocurre lo mismo en el resto de eslabones de la cadena? Desde la formación a la exhibición y la promoción, la industria cinematográfica intenta responder a esa pregunta con un creciente interés por extender las buenas prácticas a todo el proceso.

Sea por convencimiento o por obligación, puesto que las prácticas sostenibles son de obligado cumplimiento para obtener subvenciones, los rodajes aplican esos criterios desde hace años. Son la parte fuerte de una cadena con margen de mejora en otros eslabones.

«Después de la producción viene la distribución, la promoción, el laboratorio de subtítulos, los viajes del equipo, la promoción, los alojamientos. Esto estaba muy sin atender y había que desarrollar protocolos de sostenibilidad aplicados a esas fases», sostienen Lorea Elso y María José Pérez, fundadoras de Ecometraje, empresa asesora en sostenibilidad.

¿Cómo podemos ser más sostenibles?, les preguntan, algo desorientados, distribuidoras, exhibidoras y festivales.

En aquellos apartados en los que hay que empezar desde cero, las expertas recomiendas sucesivas fases de activación, crecimiento y madurez, en la que los conceptos medioambientales salgan por sí solos.

 

Tarea para las salas

Entre los eslabones tradicionalmente descuidados figura el que parecería más fácil, el de las salas de cine, que «tienen que abordar la sostenibilidad desde cosas tan sencillas como la separación de residuos: saber gestionar la palomita, el cartón y la botella», dice Elso.

Otro aspecto en el que pueden mejorar las salas, añade, es en su eficiencia energética, con cambios a compañías renovables. También en los materiales de promoción -«hay una transición importante a lo digital, ya se imprime poco»- y en la formación de sus trabajadores y del espectador.

«El cine es una herramienta con la que puedes comunicar con una cartela previa un mensaje tan simple como ‘deposita aquí tu botella'», apunta la asesora.

María José Pérez indica que, según la ubicación de la sala, se podría pensar «en políticas de movilidad e incentivar de alguna manera el transporte público para ir al cine».

Las expertas, conocedoras de la industria audiovisual desde distintos ángulos, consideran que la clave es hacer al cliente «un traje a medida», porque un cine con tres salas pequeñas es muy distinto al de un gran centro comercial.

«Si no podemos abordar la sostenibilidad con 50 medidas, a lo mejor sí con cinco», sostienen.

La industria del cine es consciente, dicen, de que la sostenibilidad ha llegado para quedarse, en primer lugar porque la normativa es cada vez más exigente.

En la producción es obligatoria para obtener ayudas, pero en otros apartados «puntúa» y en otros «se valora». Los requisitos son distintos para las ayudas europeas, estatales y locales y citan como ejemplo que el Ayuntamiento de Madrid sí puntúa la sostenibilidad en la distribución.

 

Entrar en las escuelas

Lorea Elso considera que las escuelas de cine tendrán que ser en el futuro «una pata esencial» para la formación en sostenibilidad de los profesionales.

«Aunque es cierto que en los contenidos de las escuelas se está empezando a introducir el tema, todavía no está ni generalizado ni estandarizado. Hay pinceladas, pero luego no se aplican. Ahora hay que empujar para que interese la sostenibilidad, pero en el futuro tendría que salir solo, sin la presión de una ayuda», expone.

Esta consultora ha desarrollado proyectos para la Seminci, Caramel Films, Vértice o Avalon, entre otros, y la experiencia la lleva a preferir las medidas eficientes sobre las llamativas.

Para ello, opinan que es importante que los distintos sectores de la industria cuenten con un interlocutor de sostenibilidad que «se lo tome como una responsabilidad, no como una imposición», y que con el tiempo dé lugar a un comité más amplio que también trabaje en la comunicación interna.

«En un festival hay muchísimos trabajadores y es importante que todo el equipo sepa cuáles son tus objetivos y qué estás haciendo, por qué no hay botellas de un solo uno o por qué los focos se apagan antes», apunta Elso.

En la industria del cine, consideran, «no hay un techo al que llegas y ya eres sostenible, porque siempre se puede ir un poco más allá».