El Cipotegato, de villano a héroe bajo la lluvia (de tomates) en Tarazona

Miles de personas asisten este miércoles a la tradición del Cipotegato, que vuelve a pisar las calles de Tarazona (Zaragoza) bajo una lluvia de tomates,en un recorrido que comienza en el ayuntamiento de la ciudad y que ha elegido el joven o la joven que encarna este año al particular personaje, cuya identidad se mantiene oculta hasta que culmina la carrera, con la que se abren las fiestas en honor a San Atilano. EFE/JAVIER BELVER

Zaragoza, 27 ago (EFE).- Bajo un cielo encapotado que no ha llegado a descargar, el Cipotegato ha cumplido este miércoles con la tradición en Tarazona y ha recibido una lluvia, no de agua, sino de tomates, para trasmutarse de villano a héroe y dar así el pistoletazo de salida a las fiestas de San Atilano en la localidad zaragozana.

Miles de personas asisten este miércoles a la tradición del Cipotegato, que vuelve a pisar las calles de Tarazona (Zaragoza) en un recorrido que comienza en el ayuntamiento de la ciudad y que ha elegido el joven o la joven que encarna este año al particular personaje, cuya identidad se mantiene oculta hasta que culmina la carrera, con la que se abren las fiestas en honor a San Atilano. EFE/JAVIER BELVER

Jesús Marco, «el Nene», de 43 años, agricultor, vecino del barrio de Cunchillos y padre de dos hijas, ha participado en el sorteo para encarnar al personaje en una veintena de ocasiones y en el que salió elegido podría haber sido el último, según él mismo ha confesado.

Bajo una intensa lluvia de tomates, el Cipotegato vuelve a pisar las calles de Tarazona (Zaragoza) en un recorrido que comienza en el ayuntamiento de la ciudad y que ha elegido el joven o la joven que encarna este año al particular personaje, cuya identidad se mantiene oculta hasta que culmina la carrera, con la que se abren las fiestas en honor a San Atilano. EFE/JAVIER BELVER

Ha madrugado y ha almorzado con familiares y amigos para coger fuerzas antes de enfrentarse a algo que para un turiasonense es «lo más», ha dicho a pocos minutos de las doce de la mañana.

Como cada 27 de agosto, a esa hora se han abierto las puertas de la casa consistorial y el Cipotegato, arropado y casi llevado en volandas por su cuadrilla, se ha enfrentado a la multitud, vestida de blanco y azul, que le arrojaba tomates a su paso, hasta alcanzar las diez toneladas.

El Cipotegato, ataviado con el tradicional traje arlequinado verde, amarillo y rojo, y la máscara de los mismos colores, hace entonces un recorrido de unos quince o veinte minutos por el municipio para regresar a la plaza de España y encaramarse a la estatua que representa a este arlequín.

La identidad del Cipotegato se mantiene oculta hasta que culmina su recorrido, pensado y elegido por él mismo y que, habitualmente, tiene relación con su trayectoria vital en la ciudad.

En este caso, Jesús Marco, perteneciente a la Cofradía de las Siete Palabras y el Santo Entierro, de la que fue hermano mayor, ha querido hacer una parada en la Capilla del Santo Cristo. A los pies de la imagen se ha arrodillado y ha depositado unas rosas blancas.

Su recorrido ha incluido además el hogar Doz, para que los mayores que viven en esta residencia también puedan disfrutar del Cipotegato.

Siempre bajo la lluvia de tomates, y al grito de ‘Cipote, Cipote’, ha completado el recorrido y ha vuelto a entrar, a hombros de sus amigos, en la plaza de España, para encaramarse a la estatua y depositar en ella un pañuelo azul y un casco de bicicleta del mismo color. Todos sus amigos lo llevaban mientras lo arropaban durante su carrera por la ciudad.

Ya de nuevo dentro del ayuntamiento, Jesús Marco se ha sometido a un reconocimiento médico antes de abrazar, liberada ya la tensión, a sus amigos, a su mujer y sus hijas y a su padre.

Todos llevaban una camiseta de apoyo al «Nene» diseñada sobre el dibujo de la máscara del arlequín que un día antes del sorteo hizo Olivia, la hija de Jesús, en la guardería.

Exultante, ha confesado a los medios que la experiencia ha sido «brutal» e «inolvidable», ha agradecido a «todo el pueblo» que le haya arropado como lo ha hecho y ha expresado un deseo, agarrando una botella de agua: «¡Que me la cambien por cerveza!».

La tradición del Cipotegato, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2009, acumula trescientos años de historia, y tiene numerosas versiones. La más arraigada, aunque no cuenta con documentación y se presume más leyenda urbana que realidad, dice que el Cipotegato era un reo condenado a muerte al que se liberaba si conseguía sobrevivir a la lapidación de los vecinos.

La hipótesis más acertada, y que figura en un acta del archivo de la catedral, habla de un origen religioso, ya que Pelexo del Gato era un personaje que acompañaba la procesión del Corpus Christi persiguiendo a los niños para evitar que entorpecieran los actos litúrgicos.

Después de la Guerra Civil, paso a ser un bufón perseguido por los niños que le lanzaban los restos de verduras que quedaban del mercado al aire libre que se instalaba en la plaza del ayuntamiento.