Cannes (Francia), 20 may (EFE).- Con un actor no profesional como protagonista y la espina de casi haber renunciado al cine en los últimos años, el colombiano Simón Mesa Soto ha presentado en el Festival de Cannes ‘Un poeta’, una comedia en la que se ríe de sí mismo y de la idiosincrasia del mundo del arte.
“Cuando hice mi primera película estaba un poco como desencantado, es difícil hacer cine en Colombia”, explica a EFE Mesa Soto, quien ya había estado en Cannes con dos cortometrajes, en 2014 y 2016. Por el primero, titulado ‘Leidi’, ganó de hecho la Palma de Oro de los formatos cortos.
Pero pese a esos comienzos exitosos, el realizador de 39 años, originario de Medellín, se planteó dejar el séptimo arte para dedicarse únicamente a la docencia.
Por eso, su cabeza empezó a darle vueltas a la idea de cómo sería entonces su yo dentro de 20 años, en su “peor versión”: cineasta frustrado, profesor y “un poquito borrachín”.
Esa es la descripción, trasladada al mundo de la poesía, de Óscar Restrepo, el personaje que protagoniza ‘Un poeta’ y que, tras haber ganado un prestigioso premio en su juventud, no logró escribir nunca más.
Fracasado y con problemas de alcoholismo, la necesidad de trabajar le lleva a aceptar un puesto en una escuela de Medellín. Pero allí conoce a Yurlady, una adolescente de clase baja con un increíble talento del que no es en absoluto consciente, e intenta ayudarla para que triunfe en el complejo mundo de la poesía.
“Es un personaje frágil -dice el realizador-, que está plagado de errores (…) Es un poco también como reivindicarme a mí mismo, porque yo me siento ese poeta”.
“Me quería reír de mí, principalmente, y de lo que es hacer arte”, agrega Mesa Soto, un día después del estreno del filme, que compite en la sección Un certain regard contra pesos pesados del cine como las actrices Scarlett Johansson y Kristen Stewart, con sus esperadas óperas primas detrás de la cámara.
De la escuela a la alfombra roja

Mesa Soto reconoce que es “surreal” estar en Cannes con una película que, en buena medida, pone un espejo frente a los aspectos más pretenciosos del arte.
“Me parece interesante porque creo que es el lugar donde se pueden reír también de esto”, opina.
Con él ha venido hasta la Croisette su particular poeta, Ubeimar Ríos, quien no tenía ninguna experiencia previa como actor. Es, en realidad, el tío de un amigo de Mesa Soto, que un día le enseñó una foto de él en las redes sociales y le dijo: “este es tu poeta”.
“Al principio no estaba muy seguro de Ubeimar por sus particularidades, no sabía si mi poeta en el papel era esta persona. Pero al empezar a verlo me obsesionó”, asegura el realizador, que inicialmente buscaba a un actor profesional para el papel.
Ríos, que es profesor de escuela en Medellín, “se fue metiendo en el papel” y al final “cambió la película, la hizo suya”, admite el colombiano: “Yo creo que en guión el personaje no era tan empático y él generó más humanidad”.
En Cannes, donde Ríos se pasea con su gorra y sus gafas sin saber muy bien cómo posar ante las cientos de cámaras que cubren el festival, Ubeimar está “nervioso” pero muy “feliz”, explica el realizador, ya que “la gente conectó mucho con él”.
Tampoco tenía ninguna experiencia como actriz Rebeca Andrade (Yurlady), que salió de un largo casting por los colegios de Medellín y que hace un trabajo “increíble”.
“No diferencio tanto entre (actores) formados y no formados. Me parece que quien tiene esa habilidad de actuar no necesita experiencia”, considera Mesa Soto.
Yurlady aporta a la película un ingrediente más, el de las clases sociales y la desigualdad, para abrir el debate sobre cómo el arte tiende a ser de personas “de privilegio” que usualmente retratan al “menos privilegiado”. Y muchas veces con un carácter de explotación estética y mercantil.
“Es como un reflejo de la sociedad, somos muy desiguales en Colombia”, resalta Mesa Soto.
Encontrar financiación para la película fue complicado, reconoce, ya que “el cine colombiano y latinoamericano tiene unas formas muy definidas” y es difícil salirse de ese corsé.
“La financiación en el cine latinoamericano, colombiano específicamente, viene mucho de los fondos europeos -precisa- y es difícil vender una película cómica sobre un poeta en Colombia. Pero a mí me interesaba acomodar esa lucha de ‘voy a hacer una comedia sobre un poeta, un señor de 50 años'”.
Nerea González
