Barcelona, 1 ago (EFE).- Un equipo científico del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona ha descubierto una proteína que es fundamental para guiar con su propio ‘sistema GPS’ a las células cancerosas del melanoma a medida que se propagan por todo el cuerpo.
La investigación del CRG, que ha sido publicada en la revista Science Advances, evidencia que la proteína descubierta, eIF2A, tiene un mecanismo completamente distinto en el melanoma que ayuda a las células a controlar el movimiento.
Las células malignas se vuelven dependientes de esta proteína para migrar, lo que apunta a nuevas estrategias para impedir la metástasis.
El equipo investigador considera que la proteína eIF2A se activa cuando una célula sufre estrés, lo que ayuda a los ribosomas a iniciar la síntesis de proteínas.
Las células malignas necesitan abrirse paso
Según afirma la doctora Fátima Gebauer, autora principal del estudio e investigadora del Centro de Regulación Genómica (CRG), «las células malignas que metastatizan necesitan abrirse paso a través de los tejidos para invadir órganos proximales o distantes».
Por esta razón, la manipulación de la proteína eIF2A «podría ser una nueva estrategia para evitar que el melanoma se libere y esparza tumores en otros lugares», explica la misma investigadora.
Pese a representar solo una fracción de los casos de cáncer de piel, el melanoma mata a casi 60.000 personas en todo el mundo cada año.
La tasa de supervivencia a cinco años para el melanoma localizado es de alrededor del 99 %, mientras que el del melanoma metastático es mucho menor, en torno a un 35 % para metástasis distantes.
El CRG subraya, en este sentido, que comprender cómo las células malignas metastatizan es crucial para mejorar las tasas de supervivencia.
Reducción de los efectos de la proteína eIF2A
El equipo investigador redujo los efectos de la proteína eIF2A trabajando con un par de líneas celulares de piel humana que diferían solo en su potencial metastático.
En las células cancerosas, las esferas tumorales tridimensionales dejaron de crecer y la migración a la placa de cultivo se ralentizó drásticamente. Sin embargo, la fabricación de proteínas apenas se vio afectada.
El equipo extrajo eIF2A de la célula utilizando un hilo de pescar molecular y catalogaron a qué proteínas asociadas estaba unida.
Muchas proteínas resultaron ser componentes del centrosoma, una estructura molecular que organiza los microtúbulos y orienta a las células durante el movimiento.
Cuando eIF2A estaba ausente, el centrosoma a menudo apuntaba a la dirección equivocada mientras las células intentaban avanzar.
Experimentos posteriores revelaron que eIF2A trabaja para preservar partes del centrosoma para que guíe a la célula en la dirección correcta durante el movimiento.
La cola de la proteína es fundamental para la fuerza de migración de la célula, ya que, al recortarle cola, la capacidad de movimiento de la célula queda afectada, lo que podría dar lugar a una potencial diana terapéutica.
Los investigadores precisan que la cola se comporta como un andamio, pues mantiene partes clave de la brújula celular del melanoma en su sitio para que las células malignas puedan recorrer su camino fuera del tumor primario.
La dependencia de eIF2A únicamente surge después de una transformación maligna, lo que abre una ventana terapéutica que podría preservar los tejidos sanos.
Sin embargo, el equipo investigador admite que se necesitan más estudios para ver cómo funciona la alteración del comportamiento de la proteína en tejidos y modelos animales.
En este campo, explica, muchas dianas terapéuticas potenciales resultan redundantes o esenciales para las células normales, pero el descubrimiento de una proteína que silenciosamente se hace indispensable solo cuando las células se vuelven metastáticas es una buena ventana de oportunidad que merece ser explorada en profundidad.
«Cualquier vulnerabilidad potencial cuenta», concluye la doctora Fátima Gebauer.