Nicole Andrea Vargas
Redacción Medioambiente, 2 oct (EFE).- Jane Goodall había pasado más de cinco meses observando a los chimpancés en Gombe, Tanzania, sin lograr obtener ningún resultado que ayudara a continuar con su investigación sobre la especie, cuando una mañana vio al primate David Greybeard usar una herramienta para comer termitas y así desafió el concepto de los humanos.
“Fue difícil para mí creer lo que había visto”, dice Goodall en el documental de National Geographic “Jane” sobre el momento exacto en el que vio a un chimpancé tomar una pequeña rama, quitarle las hojas e introducir el delgado filamento restante en un nido de termitas, lo que evidenció “la modificación de un objeto y el inicio de fabricación de herramientas”, algo que hasta entonces sólo era atribuido al hombre.
Aquel registro cambió la vida de la primatóloga británica, fallecida este miércoles en Estados Unidos, y marcó el inicio de su carrera vinculada a la investigación de los chimpancés que se extendió por más de 60 años.
Así lo muestra el documental “Jane”, disponible en Disney+, que recorre el trabajo de Goodall, desde sus primeros acercamientos a los chimpancés hasta la divulgación científica que hizo alrededor del mundo, bajo el lente del fotógrafo de National Geographic Hugo van Lawick, quien fue esposo de la investigadora durante diez años.
Goodall notificó el hallazgo que hizo a su mentor, el paleoantropólogo Louis Leackey, que le respondió que “ahora debería redefinir al hombre o aceptar a los chimpancés como humanos” y logró obtener mayor financiación para continuar con el estudio.
“Mis observaciones en Gombe desafiaban la singularidad humana, y cuando esto sucede siempre hay una respuesta violenta”, relata Goodall sobre el intento de desacreditar su descubrimiento solo porque “era una mujer joven y sin entrenamiento”.
Tras esa primera etapa, continuó con su observación diaria en la selva que le permitió documentar más características de estos animales, como que comen carne, usan plantas como medicinas, adoptan a crías cuyas madres han muerto y experimentan sentimientos de amor, celos, ira y tristeza.
Goodall siguió el caso de la chimpancé matriarca Flo y su cría Flint, a los que estudió durante años y cuya observación permitió demostrar los fuertes vínculos familiares y sociales de estos primates.
Flo murió a los 53 años aproximadamente y Flint experimentó un cuadro depresivo severo que lo llevó a dejar de comer, enfermarse y morir tres semanas después, con lo que la primatóloga evidenció las relaciones interpersonales dentro de una comunidad de chimpancés.
En palabras de la británica, esas experiencias le ayudaron en la crianza de su propio hijo, Hugo Eric Louis, quien se crió los primeros años en la selva de Tanzania junto con sus padres y, tras culminar sus estudios en Inglaterra, volvió para dedicarse a la construcción de barcos.
“Cuando hago un recuento de mi vida, veo que he sido extraordinariamente afortunada, aunque, como mi madre decía, la suerte es sólo parte de la historia. Siempre he creído que el éxito se logra con determinación y arduo trabajo y que la falta no está en las estrellas, sino en nosotros que somos inferiores”, dice en el filme.
En el documental, Goodall cuenta que desde octubre de 1986 no permaneció más de tres semanas consecutivas en un mismo lugar por su labor de divulgación científica y concientización a través del Instituto Jane Goodall, precisamente el motivo por el que se encontraba en Estado Unidos dando conferencias mientras murió. EFE
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