Segovia, 14 mar (EFE).- En el principio fue la pizarra, de la misma quinta que el gramófono allá por los años ochenta del siglo XIX. Más tarde amaneció el vinilo, mediado el XX para refinar la arqueología sonora de las 78 revoluciones por minuto antes de dar paso, a partir de 1982, a la hegemonía del disco compacto.
Sony en Japón y Phillips en Países Bajos marcaron entonces el paso de la industria desde la llegada de ’52nd Street’, de Billy Joel, considerado el primer compacto de la historia y principio de un imperio que, casi medio siglo después, no ha podido con un vinilo que resiste como objeto de culto y memoria musical de generaciones.
Es una de las conclusiones de ‘Arte en el Vinilo’, lema de las exposición inaugurada este viernes en Segovia, en el Palacio Quintanar, con cerca de medio millar de carátulas, libros, carteles y documentos pertenecientes a la Colección Chambao, gestada en el último cuarto del XX y propiedad de Eduardo Luján y Rosario Martínez.
Constelación de artes

Fotografía, diseño, música y pintura germinaron en los microsurcos del vinilo en una fértil cosecha durante las mismas décadas en que eclosionaron los principales intérpretes musicales y artistas visuales, plásticos y tradicionales que dejaron su impronta en las carátulas de los discos LP (Long Play), maxisingle (EP) y sencillos.
Esa relación se explica en esta exposición que recorre medio siglo de música y podrá verse hasta el 1 de junio en las salas del Centro de Arte y Diseño de Segovia (Palacio de Quintanar), dentro de un itinerario que ha coordinado como comisario Antonio Lafuente, artista plástico y fotógrafo que perteneció al Grupo Yeti (1974-1980).
Cientos de vinilos pero también libros, revistas, carpetas, desplegables y cassettes conviven para explicar la historia de las artes y de la sociología del último medio siglo XX a través de grandes creadores nacionales e internacionales, músicos y compositores pero también artistas que diseñaron las carátulas.
En algunos casos coincidían la misma autoría (Luis Eduardo Aute) y en otros fluía en feliz armonía con firmas como las de Antoni Tàpies, Pablo Picasso, Eduardo Úrculo, Rafael Alberti, Joan Miró y Salvador Dalí: reclamos de lujo, compañeros de viaje o pintores que exponían en un soporte muy especial y de gran proyección.
Siete itinerarios
Todos ellos configuran dos de los siete itinerarios propuestos por el comisario: el primero concebido como un homenaje a Federico García Lorca, con sus versos musicados o letras inspiradas en su legado, y el segundo dedicado a pintores españoles.
Algunos de los artistas internacionales representados en carpetas o álbumes, otra de las sendas planteadas, son los estadounidenses Andy Warhol y Jean-Michel Basquiat, y el británico Bansky, reclutados para la ocasión como artistas urbanos.
El capítulo de ilustradores luce con trabajos de Javier Mariscal, Goldberg e Iván Zulueta, junto a los cuales se sitúan, en otro de los apartados, una fulgurante galería de fotógrafos con el neoyorquino Robert Mapplethorpe, el californiano Michael Lavine y el español Alberto García-Alix como primeros espadas.
Iconos
La música de la Movida Madrileña, con alguna derivación en Vigo y Cataluña, luce con las aportaciones fotográficas de Ouka Leele (Bárbara Allende Gil de Biedma) y de los pintores e ilustradores Ceesepe (Carlos Sánchez), El Hortelano (José Alfonso Morera), y Guillermo Pérez Villalta, éste también escultor.
Todos esos nombres remiten a iconos de una generación, genios que propusieron otras miradas, maneras de entender la vida, de interpretar la realidad, plantear alternativas o esgrimir pacíficas formas de rebeldía como la que simboliza el vinilo, un sorprendente e inesperado soporte de gran resistencia y gran capacidad de memoria pese a su aparente fragilidad.