Lima, 8 may (EFE).- Victoria es una venezolana migrante en Perú, que contaba con la ayuda temporal de un plan de cooperación internacional. El anuncio del cierre de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) canceló este proyecto para personas vulnerables, y como ella, miles de personas se quedaron sin sustento de un día para otro.
“Cuando suspendieron los pagos, yo lo que hice fue rezar”, reconoce a EFE Victoria (nombre ficticio), que desde hace tres años vive en la capital peruana como vendedora ambulante y mantiene a tres hijas pequeñas.
Desde una bulliciosa sala con niños que corretean en un centro parroquial de la zona norte de Lima, un grupo de madres venezolanas conversan sobre el alivio que fue para sus familias un proyecto de Save the Children financiado por Usaid, que aportaba tres mensualidades para asegurar su seguridad alimentaria y que se detuvo de forma súbita.
“Ante el recorte o la reducción de la cooperación internacional, en este caso, con la paralización de este proyecto, son centenares de familias las que dejan de recibir ese monto que les puede permitir pagar el cuarto (la habitación) en ese mes, pagar los alimentos del momento y salvar vidas”, explica la directora de programas de Save the Children Perú, Rocío Vargas.
El corte de presupuestos significó la suspensión inmediata de proyectos como este, lo que obligó a las organizaciones a despedir a trabajadores, reubicar fondos de donantes y tomar decisiones difíciles, como escoger a quien ayudaban entre los más necesitados.
“Había que elegir a aquellas familias que estaban en la situación más crítica, ‘la emergencia de la emergencia’, ¿quiénes de todos los que padecen situaciones sumamente deplorables en términos de alimentación, salud, están todavía más urgidos de recibir nuestra atención?”, se pregunta Vargas.
Pese a que el recorte en gastos en cooperación se arrastra en los últimos años, la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de desmantelar la mayor agencia de cooperación gubernamental del mundo ha sido drástica, dramática y llegó sin aviso mediante una carta a las ONGs que recibían sus fondos.
Esta situación ha llevado a cancelar proyectos que ya estaban en marcha, promesas que se habían realizado a personas y un impacto directo solo en Perú a miles de familias vulnerables, migrantes, proyectos de infancia, medioambientales y de protección contra la violencia, entre otros.
Ayudas urgentes

Por ejemplo, este proyecto desarrollado en Lima seleccionaba cuidadosamente a familias migrantes en pobreza. Especialistas les daban charlas sobre nutrición infantil, consejos de economía familiar y les otorgaban tres pagos mensuales de acuerdo con sus necesidades y situaciones.
Unas cantidades que eran “un alivio”, “una bendición”, pues viven al día.
Victoria vende en la calle bolsas de basura, paños y caramelos, y pese a que su marido tiene una discapacidad, él intenta contribuir a la débil economía familiar alquilando algunos días un mototaxi con el que transporta a pasajeros y gana unos 8 dólares por jornada.
“Usted no sabe el sacrificio que yo hacía por mi hija, para comprarle su cuaderno, su lápiz, sus colores, porque a veces no teníamos qué comer, comíamos nada más que arroz con huevo”, dice triste.
El resto de madres tienen historias distintas pero comunes, todas acumulan alquileres que aprietan, compras escolares que no se pueden permitir o gastos médicos que les ahogan.
Los especialistas de la organización apuntan que, sumado a estos problemas, tienen que afrontar la discriminación y la xenofobia.
Zaida explica en el grupo que postergaba la cita con el oncólogo de su hijo porque no podía pagar los materiales médicos y pruebas. Ante el anuncio de recortes de Trump pide empatía.
“Le pediría que no cierre la oportunidad de ayudar a alguien más. Estoy segura que esas personas que reciben ayuda, en el futuro sus hijos podrían ayudar a alguien más, y eso es una cadena. Ahorita somos nosotros los que recibimos, pero podremos ser nosotros los que ayudemos mañana a otras personas”, dice en el patio del centro.
Escenario complejo

Multitud de organizaciones no gubernamentales peruanas que tenían proyectos financiados por la agencia americana de cooperación se han visto obligadas a suspender sus proyectos y en algunos casos sus operaciones en el país andino.
Es el caso de la ONG Paz y Esperanza, que expresa a EFE lo complejo que ha sido decir a personas en situación de vulnerabilidad que ya no podían seguir adelante con los proyectos que les protegían frente a violencia o contra el hambre.
“El impacto de la reducción de fondos de cooperación es un problema internacional, que seguramente necesita de mucho diálogo académico, político, pero que tiene rostro humano y tienen nombre y apellido de personas”, concluye Vargas.
Paula Bayarte