El Cairo, 26 ago (EFE).- Para Sana Abdelhamid, de unos 60 años, el fin de la norma que mantiene los alquileres antiguos en alrededor de un dólar en Egipto es algo «en contra del pueblo», que les hará «sufrir». Pero las autoridades del país árabe han dejado claro que esa ley, cuya última enmienda fue en 1981, no puede continuar para siempre.
Preocupada por un futuro incierto, la inquilina, que lleva viviendo en su casa alrededor de 40 años en la provincia de Al Fayoum, al sur de El Cairo, asegura a EFE que para un nuevo alquiler, «verás cómo serán los precios»: «La gente es mayor y no le gusta esta nueva ley porque…¿dónde iremos?», exclama rendida.
A principios de este mes, entraron en vigor las modificaciones de la Ley nº 164 de 2025, que introducen un período de transición de siete años, lo que pone fin a la antigua ley de renta que congeló y protegió algunos tipos de alquiler durante décadas.
Muchos de esos alquileres datan de las décadas de 1950 y 1960, que han mantenido las rentas fijas durante generaciones. En el caso de Sana, nombre modificado para proteger su privacidad, pagaba 30 libras egipcias (0,53 euros) mensuales.
«¿Es que existe esto en otra parte?»
El parlamentario Mohamed al Fayoumi, jefe del Comité de Vivienda del Parlamento egipcio, asevera a EFE que esa situación «no puede continuar para siempre».
«No había crisis de vivienda en Egipto y el mercado estaba equilibrado» en la época en la que se aprobó la norma original, unas «antiguas leyes excepcionales» que ahora causan «numerosos problemas», dice.
Uno de los problemas que enumera es que «se desperdició el derecho a la propiedad garantizado por la Constitución» y como resultado de estos contratos «eternos» ya no hay mantenimiento «de los antiguos edificios, lo que causó que colapsaran muchos de ellos».
«Los anteriores gobiernos no cambiaban la ley porque temían un descontento popular», ya que esta nueva enmienda afecta a 1,6 millones de familias o alrededor de 4,4 millones de personas en el país, pero han aprobado esta nueva ley para que «las cosas vuelvan a la normalidad».
«1,6 millones de unidades tienen alquiler antiguo, entre ellos 500.000 unidades cerradas porque cuestan pocas libras. ¡Un piso en el mejor lugar de El Cairo, de 300 o 400 metros cuadrados vale 2 o 3 céntimos. ¿Es que existe esto en otra parte?», se pregunta Al Fayoumi.
De acuerdo con la Agencia Central de Movilización Pública y Estadísticas egipcia (CAPMAS), Egipto contaba en 2017 -los últimos datos públicos- con 3.019.662 unidades de alquiler antiguo de un total de 42.973.884 en el país. Estos se aplican a todos los contratos firmados antes del año 1996.
El 82 % de estas unidades se sitúa en cuatro provincias, El Cairo, Guiza, Qaliubeya y Alejandría.
El Banco Mundial estima la tasa de pobreza de Egipto en 2021 en un 13,2 % (3,65 dólares al día), según la línea de pobreza internacional para países de ingresos medios bajos.
Acuerdos entre propietarios e inquilinos
Bajo la nueva legislación, los alquileres de estas viviendas arrendadas aumentarán gradualmente según la clasificación y ubicación de cada propiedad.
Después del fin de la relación sometida a la ley antigua, Al Fayoumi cree que habrá un equilibrio porque «el mercado inmobiliario cambiará, ya que saldrán a la oferta unas 500.000 unidades de golpe que actualmente están cerradas. Está claro que los precios, que actualmente son exagerados, bajarán».
Además, prevé que durante este periodo «un gran porcentaje, como el 70 o 80 % de los inquilinos y propietarios, se pondrán de acuerdo de acuerdo con contratos nuevos con un valor justo».
El objetivo es «la recuperación del equilibrio justo entre el propietario y el inquilino», apunta.
Igualmente, los inquilinos afectados podrán solicitar unidades alternativas a través de una plataforma pública en Internet y en las oficinas de correos de todo el país a partir del 1 de octubre durante tres meses, según el Ministerio de Vivienda.
Faeda Abdelsalam, dueña con sus hermanos de un edificio heredado en el barrio de Al Haram (Guiza), afirma a EFE que «como propietaria veo que la ley está bien, libera la relación entre el inquilino y el propietario, porque el inquilino lleva un periodo muy largo alquilando, como 40 o 50 años».
En su caso, un inquilino de su edificio de cuatro plantas «no hace ninguna obra de mantenimiento aunque se lo pidamos, al contrario dañaba la casa pagando muy poco».
Pero indica que no echará a su inquilino cuando transcurran los siete años, «por compasión de la gente mayor para evitar el jaleo de buscar otro sitio, que sería agotador. Le podría hacer un contrato nuevo y con un precio razonable».
Samar Ezzat