El fin previsible del Gobierno Bayrou agrava la incertidumbre de los mercados con Francia

Imagen de archivo del primer ministro francés, Francois Bayrou. EPA/YOAN VALAT

París, 7 sep (EFE).- La más que probable caída del Gobierno francés este lunes agrava la incertidumbre y la inestabilidad política que atraviesa el país, en particular desde que en junio de 2024 se convocaron elecciones legislativas anticipadas, con consecuencias para la Bolsa y para el mercado de la deuda.

En vísperas de la moción de confianza que tumbará al primer ministro, el centrista François Bayrou, el índice general de la Bolsa de París bajó un 0,31 % el viernes y cerró la semana también en negativo (-1,13 %).

Es verdad que desde comienzos de año el CAC-40 acumula ganancias del 3,98 %, pero al mismo tiempo el DAX alemán ha avanzado un 18,52 %, el FTSE de Milán un 21,71 % y el IBEX 35 de Madrid un 27,98 %.

Dentro del CAC-40, los bancos franceses, que dependen sobre todo de la actividad en el interior del país, han estado en ese periodo entre los valores más castigados en los mercados.

El desencadenante de esta nueva crisis política es el proyecto de presupuestos que ha preparado el Gobierno de Bayrou para 2026, que contempla un ajuste de cerca de 44.000 millones de euros para reducir el déficit público, que se ha disparado en los últimos años, con un 5,8 % del producto interior bruto (PIB) en 2024 y del 5,4 % que se espera en 2025.

Se trataría de ponerlo en una trayectoria para poder respetar en 2029 el límite del 3 % que fija las reglas europeas y evitar que siga subiendo la deuda, que está ahora en el 114 % del PIB.

El rechazo casi garantizado a Bayrou y con él a su presupuesto, dada la fragmentación de la Asamblea Nacional, con tres bloques irreconciliables entre sí, no permiten esperar una línea clara para abordar el agujero de las cuentas públicas francesas.

Y esa inestabilidad política para la que no se ve el final del túnel es la que tiene su reflejo en los mercados de deuda desde que el presidente, Emmanuel Macron, convocó anticipadamente elecciones legislativas tras el varapalo que recibió en las europeas del 9 de junio de 2024, en las que la extrema derecha fue la gran ganadora.

A principios de 2024, el rendimiento del bono francés a diez años cotizaba en el entorno del 2,5 %, muy cerca del 2 % que registraba la deuda alemana, considerada la más segura de Europa y netamente por debajo de países periféricos como España, Portugal (ambos algo por encima del 3 %) o Italia (3,5 %).

Pero la diferencia con estos últimos comenzó a estrecharse a partir de junio de 2024, en julio la rentabilidad de la deuda francesa llegó a superar el 3,3 % y el 27 de septiembre la prima de riesgo rebasó a la española por primera vez desde 2008.

En 2025 la tendencia ha seguido al alza y ha repuntado hasta rozar el 3,6 % desde que Bayrou anunció el 25 de agosto que se sometería a un voto de confianza y quedó claro que no lo superaría.

Al cierre del viernes, según los datos de Bloomberg consultados por EFE, sólo tres países de la zona euro -Eslovaquia, Lituania e Italia-, estaban por encima del interés del bono francés, que terminó el viernes en el 3,447 % tras bajar cuatro puntos básicos. Muy cerca de la deuda italiana a diez años, al 3,501 %.

Stéphane Boujnah, consejero delegado de Euronext, la plataforma de mercados que incluye, entre otros la Bolsa de París, ha dicho que la perspectiva de esta próxima semana «genera inquietud» entre los deudores de Francia, que están «particularmente inquietos» por los posibles efectos del empantanamiento político del país para «otros aspectos de la construcción europea».

Como la inmensa mayoría de los analistas financieros que han emitido notas en los últimos días, Boujnah descarta a corto o medio plazo una crisis de deuda francesa.

El principal problema es que con el aumento del interés que reclaman los inversores, el costo de financiación de la deuda (en 2024 supuso un 2 % del PIB, en la media de la zona euro) se está incrementando de forma significativa: un 14 % el pasado año hasta 60.200 millones de euros y el presupuesto de 2025 contempla pagar 62.000 millones.

Según las estimaciones del Tribunal de Cuentas, esa carga de la deuda podría alcanzar los 100.000 millones anuales antes del fin de la década, el triple de lo que suponía al comienzo de los años 2020.

por Ángel Calvo