Moscú, 20 jun (EFE).- El gigante gasístico Gazprom, antaño una de las principales palancas de influencia del Kremlin en el mundo, afronta una profunda crisis después de que la Unión Europea (UE) dejase de demandar gas ruso como represalia por el inicio de la guerra en Ucrania en febrero de 2022.
El ojo derecho del presidente ruso, Vladímir Putin, durante el último cuarto de siglo, comenzó recientemente un profundo proceso de reestructuración, ya que la alternativa china aún no ha cumplido con las expectativas creadas.
Los ingresos procedentes del flanco europeo, que representaban un 40% del total, no sólo están ahora vetados, sino que el suministro a través de los gasoductos Nord Stream es prácticamente imposible de reanudar debido a los daños sufridos tras las explosiones de 2022.
Este año también arrancó con el cierre de la tubería que cruza Ucrania, por lo que únicamente persisten algunos suministros hacia Europa a través del gasoducto que pasa por Turquía, sin embargo esto no aporta ingresos suficientes para compensar las grandes pérdidas sufridas.
En comparación, Rusia exporta diariamente alrededor de 50 millones de metros cúbicos de gas hacia Europa a través del TurkStream, en comparación con los casi 500 millones de metros cúbicos que exportaba en 2020.
Reestructuración: ventas y recortes
Uno de los problemas que afrontan los expertos para analizar los datos de empresas rusas es su escasa transparencia y maquillaje contable.
Al respecto, Alexandr Diúkov, uno de los principales directivos del conglomerado de Gazprom, aseguró hoy en el marco del Foro Económico Internacional de San Petersburgo que la gasista está también tratando de coordinarse mejor con el Gobierno y hacerse más transparente, aunque únicamente sea con el Ministerio de Finanzas.
«Esto aumentará la confianza mutua entre las compañías petroleras y el ministerio, demás de permitirle tomar decisiones fiscales más eficaces», dijo.
Pero en 2023, cuando Gazprom daba trabajo de manera directa e indirecta a casi medio millón de personas, admitió sus primeras pérdidas desde 1999, una cifra negativa récord de 583 mil millones de rublos (más de 7 mil millones de dólares).
Por otro lado, los datos de cuentas presentados el pasado mes de marzo en relación con 2024 contradicen diametralmente los que expusieron tan sólo un mes después, pasando pérdidas de más de un billón de rublos (más de 15 mil millones de dólares) a beneficios netos de cerca de la misma cifra.
Según documentos internos de la compañía, los malos resultados llevaron al consorcio a iniciar un plan de transformación sin precedentes que incluye reducir de 4.100 a 2.500 (casi un 40 %) los empleados de su sede central en San Petersburgo, el cierre de oficinas internacionales como las de Bruselas y Tokio, entre otras medidas, como también la clausura de empresas filiales y la venta de activos.
El año pasado la empresa anunció la venta de numerosos activos, entre los que se encuentran inmuebles de lujo como la sede de la filial Gazprom Exports, edificio histórico vecino del Teatro Alexandrinsky, en el centro de San Petersburgo, además de residencias vacacionales que ofrecían como premios para sus empleados, y demás.
Otros proyectos de transformación también pueden pasar por la diversificación, cuando en abril anunciaron que producirían electrodomésticos de la marca Bosch sin el permiso de la empresa alemana.
Reorientación hacia el mercado interno y Asia
Paradójicamente, la conexión y acceso al gas a nivel nacional era una de las prioridades de Gazprom, que sin embargo se reorientó hacia los ingresos fáciles de la exportación hacia Occidente y procrastinando durante décadas su tarea de llevar el suministro de gas a todos los rincones de Rusia.
Ahora, cerrado el mercado occidental, donde la gasista rusa había concentrado la mayoría de sus esfuerzos, se ve obligada a reorientarse hacia China y el mercado interno, ese proyecto fallido y por cumplir.
Los acuerdos firmados recientemente entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping, imbuye de esperanza el proyecto de Gazprom con la construcción de un gasoducto (Fuerza de Siberia-2) con capacidad para 50.000 millones de metros cúbicos anuales, ya que los 38.000 millones del actual Fuerza de Siberia-1 son insuficientes para la saciar la industria del vecino asiático.
Sin embargo, esto igualmente se queda corto para los ingresos de Gazprom, pues expertos como Mijaíl Krutijin indican que China adquiere gas ruso a un precio muy rebajado, como también ocurre con sus socios de la postsoviética Comunidad de Estados Independientes, a quienes les venden gas hasta tres o cuatro veces por debajo del precio fijado a los clientes de Europa Central.
Por otro lado, la gasificación del interior de Rusia se materializó en abril con el anuncio del proyecto de gasoducto Belogorsk-Jabárovsk, de 828 kilómetros de largo, que también enlazará las líneas del Fuerza de Siberia.
Un feudo privado
El objetivo de la reestructuración sería hacer de la gasista una compañía operativa y no tan rígida, es decir, una empresa propia de un mercado competitivo y no de un gigante estatal monopolista que, además, funcionaba con grandes inyecciones de presupuesto estatal sin la necesidad de rendir cuentas.
Según los detractores de Putin, Gazprom se convirtió en un feudo privado para el reparto de dinero en el círculo de amigos del presidente ruso, quien nombró en 2001 como director de la gasista a Alexéi Miller, anteriormente su subordinado.
En una demostración de su mal momento, Putin recibió esta semana a las agencias de noticias mundiales, entre ellas EFE, no en la sede de Gazprom en San Petersburgo como el año pasado, sino en el edificio del conservatorio de música.EFE
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