París, 8 sep (EFE).- El Gobierno del primer ministro francés, el centrista François Bayrou, va a caer con casi total seguridad este lunes en una moción de confianza que él mismo convocó y sin que se vislumbre una alternativa clara que pueda ofrecer estabilidad política a corto y medio plazo.
Bayrou, que lleva en el cargo desde diciembre, cuando sustituyó al conservador Michel Barnier -que fue censurado al cabo de sólo tres meses- se va a someter esta tarde al voto de los diputados y todos los grupos de la oposición, la extrema derecha y la izquierda, han dicho que votarán en contra, lo que da una clara mayoría.
Eso le obligará a presentar su dimisión y la de su Gobierno al presidente de la República, Emmanuel Macron, que es quien a partir de ahí tendrá que decidir si nombra a otro primer ministro o convoca elecciones legislativas anticipadas, ya que el jefe del Estado siempre ha descartado dimitir, como se lo reclaman la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon y en cierta medida la extrema derecha.
En los últimos días se ha rumoreado que Macron ha barajado el nombramiento de un primer ministro socialista o de su entorno con la intención de conseguir un Gobierno con una base ampliada, que siguiera incluyendo a los centristas, macronistas y a los conservadores de Los Republicanos que han sido el sustento del gabinete Bayrou.
El primer secretario del Partido Socialista (PS), Olivier Faure, que es el nombre que más ha sonado, ha puntualizado que él aceptará ser primer ministro, pero de un Ejecutivo sólo de izquierdas, que una vez constituido negociaría cada texto con los otros partidos parlamentarios para buscar mayorías.
El problema es que la Asamblea Nacional está muy fragmentada y muy polarizada con tres bloques casi idénticos irreconciliables entre sí y con notables disensiones internas en algunos casos.
Así, en la izquierda se ha producido una fractura clara entre los socialistas y La Francia Insumisa (LFI, primer grupo por número de diputados de este bloque), que acusa a los primeros de haber renunciado al programa que consensuaron al presentarse como Nuevo Frente Popular (NFP) a las legislativas anticipadas del verano de 2024.
El coordinador de LFI, Manuel Bompard, ha advertido esta mañana que censurarán un posible Gobierno liderado por los socialistas si no rompe con la línea política que han mantenido los sucesivos gabinetes desde que Macron llegó al Elíseo en mayo de 2018.
«Censuraremos todo Gobierno que tenga intención de continuar la misma política, que no rompa con la política del macronismo», ha subrayado en una entrevista a la emisora France Info Bompard, que ha añadido que no se cree «ni un minuto» que el jefe del Estado «esté dispuesto a nombrar en Matignon (la residencia oficial del primer ministro) que vaya a romper con el macronismo».
La desconfianza del partido de la izquierda radical hacia los socialistas se justifica -ha explicado- porque el PS ha abandonado el programa del NFP con LFI, con los ecologistas y los comunistas.
Bompard ha señalado que si Macron optara por convocar nuevas elecciones legislativas, lo que LFI intentará es que en todas las circunscripciones haya un candidato «con el programa del NFP».
Pero para LFI, esa no es la solución en el contexto actual porque «la situación está bloqueada políticamente» y para salir de ese atasco «la solución pasa porque el presidente de la República se vaya».
Por parte de la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen, lo que reclaman es como mínimo elecciones legislativas anticipadas, aunque preferirían que Macron dimitiera.
Le Pen insistió este domingo en que están preparados para un Gobierno alternativo con el presidente del partido, Jordan Bardella, como primer ministro.
«Lo que queremos es llevar a cabo una política de ruptura para que el país se recupere», ha señalado esta mañana en el canal BFMTV el diputado lepenista Jean-Philippe Tanguy.