La Habana, 1 may (EFE).- El Gobierno cubano presentó este jueves la tradicional marcha del Primero de mayo como una muestra inequívoca de respaldo político y exhortó en repetidas ocasiones a la unidad interna en un momento de creciente confrontación con Estados Unidos.
Decenas de miles de cubanos desfilaron a primera hora de la mañana por la Plaza de la Revolución de La Habana, escenario que no se empleaba para esta marcha desde 2022, y escucharon los reiterados mensajes en esta dirección desde la tribuna.
“Ésta es la inequívoca demostración del mayoritario respaldo del heroico pueblo cubano a su revolución”, aseguró en su intervención el secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC, sindicato único), Ulises Guilarte.
Al término de la celebración -porque la cubana es una marcha oficialista de carácter festivo y sin reivindicaciones- el Gobierno salió a las redes a subrayar que el desfile “fue una gran reafirmación del apoyo del pueblo a su revolución”.
El canciller, Bruno Rodríguez, aseguró por su parte que “el pueblo cubano marchó en todas las plazas del país con patriotismo y regocijo en defensa de la revolución y el socialismo, reclamando el fin del bloqueo genocida que continúa asfixiando a la economía nacional”.
La narrativa había empezado a establecerse mucho antes de que iniciara la marcha. Desde el Gobierno, las instituciones estatales, los medios oficiales y el Partido Comunista de Cuba (PCC, único legal) se había insistido durante toda la semana en vincular participación y respaldo político en horas difíciles.
“Marchemos el Primero mostrando la fuerza de la Unidad. Por nuestra independencia y nuestros sueños de justicia”, aseguró en un mensaje el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.
Un “complicado escenario”

El Gobierno cubano se encuentra ante un “complicado escenario”, como reconoció en su intervención antes de la marcha Guilarte, tanto por motivos políticos como económicos, aunque ambos se entrecruzan hasta hacerse difícilmente distinguibles.
De un lado, la isla se encuentra sumida en una grave crisis económica y energética, comparable al “período especial”, la depresión que siguió al derrumbe del bloque socialista en Europa.
Cuba sufre escasez de productos básicos (alimentos, medicinas, combustible), elevada inflación, prolongados apagones diarios, fuerte pérdida de poder adquisitivo y una creciente dolarización a la vez que su economía se contrae y se dispara el endeudamiento.
Esta situación, en la que el país lleva cinco años y no parece tener salida a la vista, se debe a la pandemia, el endurecimiento de las sanciones estadounidenses y las fallidas políticas económicas y monetarias nacionales; una terna que ha agravado problemas estructurales de la economía cubana.
De otro lado está la llegada a la Casa Blanca y a la Secretaría de Estado de EE. UU. de Donald Trump y Marco Rubio, ambos partidarios de la línea dura contra la isla.
Desde el 20 de enero, EE. UU. ha regresado a Cuba a la lista de países patrocinadores del terrorismo, ha vetado a su principal empresa de remesas y anunciado varias sanciones contra la isla, incluida una dirigida contra sus misiones médicas, baluarte de sus relaciones exteriores y pilar de sus ingresos en divisas.
La creciente confrontación bilateral fue este miércoles palpable cuando la Cancillería cubana acusó al embajador estadounidense en la isla de actitud “injerencista” y de apoyar la “subversión política” en el país.
Las decenas de miles de participantes en la marcha evidencian que las autoridades cubanas siguen manteniendo capacidad de movilización el Primero de mayo, por una mezcla de convicción, persuasión y tradición imposible de desentrañar sin estadísticas independientes.
Sin embargo, esto no puede opacar el evidente deterioro de su respaldo popular, principalmente por causas económicas, pero también por motivos políticos. Las inusuales protestas de los últimos años y, sobre todo, la emigración sin precedentes desde 2022 así lo evidencian.
