Isabel Laguna
Cádiz, 12 mar (EFE).- El río Guadalquivir se ha convertido en una auténtica autopista fluvial para el narcotráfico, tanto para las mafias del hachís como, más recientemente, para las de la cocaína, por lo que su cauce y sus riberas suponen un peligroso escenario.
El choque de dos narcolanchas ayer por la tarde a la altura de Lebrija (Sevilla), en el que resultó herido grave un narco, vuelve a poner de manifiesto el trajín de embarcaciones en este río, desde su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, hasta casi Sevilla.
Tres muertes en los últimos 15 meses
En este tramo, en los últimos 15 meses han muerto tres narcos y han resultado heridos al menos otros seis y dos agentes.
La madrugada del pasado 14 de noviembre un narco murió y dos agentes resultaron heridos en la desembocadura del río.
El accidente se produjo cuando la patrullera ‘Río Irati’ vio a cinco narcolanchas cargadas que se adentraban río arriba e inició su persecución.
La patrullera y una de las narcolanchas colisionaron y ésta última huyó hacia la orilla del Coto de Doñana. Allí dos de los tres ocupantes huyeron a pie, dejando herido en la embarcación a su compañero.
Cuando los agentes estaban tratando de salvar la vida al herido, que finalmente murió, los que habían huido regresaron y prendieron fuego a la embarcación con todo el cargamento de droga en su interior.
El 31 de agosto otro narcotraficante falleció y otros cuatro resultaron heridos cuando huían de una patrullera de la Guardia Civil en el río y cruzaron de lado a lado el cauce a tal velocidad que la embarcación acabó volcando hacia abajo. Los agentes intervinieron 121 fardos de hachís.
Y el 31 enero otro hombre que viajaba en una narcolancha falleció tras colisionar con una patrullera de la Guardia Civil en la desembocadura del río Guadalquivir.
En la embarcación se hallaron 90 garrafas de 25 litros de gasolina, de las que habitualmente se usan para surtir a las narcolanchas.
Las garrafas, el ‘nuevo cultivo’ que ha crecido a orillas del río
El río Guadalquivir ha sido uno de los puntos históricos usados por los traficantes de hachís para introducir la droga desde Marruecos. Pero su uso por parte de las mafias se ha visto incrementado potencialmente desde hace seis años, cuando la presión policial en el Campo de Gibraltar, mucho más cercano a la costa africana, hizo que la actividad se esparciera a otros puntos de la costa.
Su abundante y largo caudal, sus ramificaciones y sus orillas, plagadas de marismas y paisajes agrícolas, lo han convertido en un escenario fácil para las mafias y muy difícil de vigilar para la Guardia Civil.
“Aquí hay miedo, nadie oye ni ve nada por miedo”, dice un vecino de la zona, que asegura que el trasiego de narcolanchas casi se ha “normalizado” porque las ven a diario. “Al principio era de noche, ahora a todas horas”, y especialmente cuando hay temporal. “Desde lo de Barbate están más protegidos aquí”.
Puntos como Lebrija se han convertido en las ‘narcogasolineras’ del río, donde se suministra combustible a las narcolanchas una vez que descargan sus alijos y se preparan para volver al mar.
“El nuevo cultivo que tenemos por aquí son las garrafas vacías. Está toda la orilla plagada”, bromea otro vecino.
Más arriba, las orillas de Coria del Río se han convertido en uno de los puntos en los que la droga se descarga y esconde, a la espera de seguir su viaje hacia el mercado final.
El Ayuntamiento de esta localidad, que desde hace tiempo recibe quejas de pescadores y deportistas de la zona que han vivido situaciones peligrosas al toparse con narcolanchas, ha sugerido incluso que se instalen barreras físicas o tecnológicas que impidan el acceso de las narcolanchas al estuario del Guadalquivir.
Su alcalde, Modesto González, ha afirmado que el río se ha convertido “en una autopista fluvial para las mafias” y ha pedido al Gobierno que ponga medios “desde la desembocadura del Guadalquivir, porque una vez que las narcolanchas entran en el estuario es muy difícil controlarlas”.
La cocaína también
Y el miedo se ha potenciado porque se ha detectado que las mafias de cocaína también han encontrado útil este cauce y son muchos más peligrosas.
El pasado 27 de diciembre, la Guardia Civil localizó siete toneladas de cocaína en dos zulos subterráneos hechos con contenedores marítimos en una finca en Coria del Río.
Era el mayor alijo interceptado hasta la fecha mediante narcolanchas en el sur de España.
Los tres hombres que custodiaban los contenedores portaban armas largas, lo que indica la escalada del riesgo.
“Se trabajó mucho en los primeros años del 2000 para que los clanes de la cocaína no irrumpieran en las rutas del hachís”, explica un agente de la zona, que señala que finalmente lo han hecho.
La cocaína que llega en barco desde América es trasladada a narcolanchas desde las costas de Marruecos o en mitad del mar.
Y esa droga supone un salto cualitativo en la violencia y el riesgo con el que operan las mafias: “mueve mucho más dinero, si desaparece un kilo de cocaína, alguien lo va a pagar. Eso no pasa con el hachís, se pueden perder mil kilos en un viaje y no pasa nada, se vuelve a cargar la embarcación, no hay represalias tan fuertes”.
A la vista del aumento del peligro, y de su uso habitual de armas largas, la Guardia Civil ha autorizado a los agentes a portar armas largas cuando se enfrenten a narcolanchas, según ha indicado un representante de la Asociación Española de la Guardia Civil (AEGC).