Begoña Fernández
Madrid, 19 jun (EFE).- El historietista Carlos Giménez (1941) cierra la historia autobiográfica de ‘Paracuellos’, los niños olvidados del franquismo que vivieron en los hogares del Auxilio Social, «con cierta pena», pero mucha satisfacción: «Tengo 84 años y he decidido ir recogiendo la casa, ante lo que está por venir».
En una entrevista con EFE con motivo de la 50 edición conmemorativa de ‘Paracuellos’, un álbum XL editado por Reservoir Books, con 596 páginas que reúnen las nueve entregas de la serie que publicó por primera vez en 1976, Giménez no cree que sea necesario pedir perdón a los niños de los hogares del Auxilio Social porque «los maltratos que ocurrían en estos colegios, se daban también en cuarteles, cárceles y otras instituciones».
Y es que estos colegios de los que habla Giménez en sus viñetas (estuvo interno en hogares del Auxilio Social entre los 6 y los 14 años) repletos de niños hambrientos y sedientos, víctimas de violencia y malos tratos «la vida no era diferente a lo que sucedía en otras instituciones de la época».
Con esta edición definitiva, Giménez entiende que «lo importante está ya contado» y sus objetivos «sobradamente alcanzados».
«La violencia era la forma de vivir del fascismo»
Explica que los maltratos, quizá no eran tan exacerbados, pero se daban en las instituciones y fuera de ellas. «La violencia estaba a la orden del día».
«En los colegios, los maestros con frecuencia pegaban a los alumnos, era normal que algunos maridos pegaran a sus mujeres y los padres a los hijos. Era la época y la forma de vivir que había implantado el fascismo».
En este sentido, afirma que «si los fascistas de la dictadura tuvieran que pedir perdón, tendrían que pedirlo por tantas cosas, por tantas muertes, por tantos abusos, por tanta represión.. que no terminarían nunca».
Por todo ello, Giménez insiste en que no ve necesario pedir perdón a los niños del Auxilio Social: «No hay que olvidarlo, para que no vuelva a repetirse, pero tampoco debe ser nuestra obsesión, la vida tiene demasiados matices y demasiadas cosas de que preocuparnos».
‘Paracuellos’ ha terminado siendo Memoria Histórica
Giménez cuenta que un amigo le dijo una vez: «Tú has inventado la Memoria Histórica, solo que no sabías que se llamaba así».
Admite que no era lo que pretendía cuando empezó a contar sus relatos autobiográficos de interno en esos hogares y hacerlo en series de página y media que no quería ningún editor y que consiguió publicar en alguna revista, casi por casualidad hasta que el éxito rotundo llegó de Francia donde los editores se lo disputaban por representar los orfanatos de «la España de ayer».
«No pretendía de forma consciente que mi obra fuese Memoria Histórica, pero es lo que ha terminado siendo», reconoce.
Y es que, dice, comenzó a publicar estas historias de los hogares de Auxilio Social antes de que se acuñase el término.
Sus compañeros le aportaron sus recuerdos
El historietista se ve todavía con compañeros de estos colegios y con algunos mantiene un contacto ininterrumpido.
Ellos son los que le han ayudado a recordar personajes y anécdotas que luego ha ido contado en sus historietas.
«Con los años el recuerdo va siendo solo eso, un recuerdo. Nosotros cuando nos vemos ya casi nunca hablamos de nuestra infancia en el Auxilio Social, todo aquello, afortunadamente, ya pasó».
El primero en hacer historieta autobiográfica
Giménez comenta que hoy en día las historietas ya no suelen hacerse por encargo, salvo raras excepciones.
«Cada autor cuenta con toda libertad y como mejor le parece sus propios temas. Se dice que fui el primero en realizar historietas autobiográficas, un camino que luego han seguido muchos autores. Creo que es cierto y estoy contento de que así sea».
Y echando la vista atrás, recuerda que de niño siempre pensó en ser dibujante de tebeos, pero pensaba en ser un autor al estilo de los que admiraba: Blasco, Iranzo, Gago, Bermejo, Ambrós.. y en hacer tebeos tradicionales como los que leía en la infancia.
Subraya el historietista que lo que jamás pasó por su cabeza cuando estaba en aquellos colegios en los que vivió su niñez, es que llegaría a ser dibujante «para contar precisamente la historia de aquellos hogares» que nunca fueron una casa