El homenaje perenne a Alandia, el muralista boliviano al que la dictadura no pudo borrar

La directora del Museo Nacional de Arte de Bolivia (MNA), Claribel Arandia, habla en la exposición del artista plástico Miguel Alandia Pantoja este 22 de julio de 2025, en La Paz (Bolivia). EFE/ Luis Gandarillas

La Paz, 24 jul (EFE).- Una sala permanente de exposición y una réplica de un mural destruido durante la dictadura militar de René Barrientos son parte del homenaje del Museo Nacional de Arte (MNA) de Bolivia al artista plástico Miguel Alandia Pantoja, el ‘pintor de la revolución’, considerado también uno de los grandes muralistas de Latinoamérica.

La inauguración de la Sala Permanente ‘Miguel Alandia Pantoja’ supone «dos grandes sueños logrados», uno de ellos, tener un espacio donde la obra del artista «sea apreciada por muchos años», explicó a EFE la directora del MNA, Claribel Arandia.

Y el segundo fue planteado por la familia de Alandia para reponer el mural ‘Historia de la mina’ que el artista pintó en el antiguo Palacio de Gobierno o Palacio Quemado y que fue destruido a punta de bala durante la dictadura.

La sala es «un regalo adelantado» por el bicentenario de la independencia de Bolivia que se celebrará el próximo 6 de agosto y también «es un homenaje a los artistas bolivianos que conservan el oficio de la pintura», agregó Arandia.

Pincel revolucionario

La directora del Museo Nacional de Arte de Bolivia (MNA), Claribel Arandia, visita la exposición del artista plástico Miguel Alandia Pantoja este 22 de julio de 2025, en La Paz (Bolivia). EFE/ Luis Gandarillas

Miguel Alandia Pantoja nació en 1914 en el pueblo minero de Catavi, en la región andina de Potosí, y fue un pintor autodidacta que dejó plasmadas en Chile, Perú y Bolivia obras que representan sus mensajes revolucionarios.

Alandia falleció en el exilio en Lima, en 1975, y sus restos fueron repatriados y se enterraron en el Cementerio General en La Paz, para luego ser trasladados en 2020 al Museo de la Revolución Nacional, donde prevalecen dos de sus murales más emblemáticos.

Según Arandia, uno de los aspectos que marcó al artista fue el haber combatido en la guerra del Chaco, librada entre Bolivia y Paraguay (1932-1935), pues «después de ver los horrores» de ese suceso «se enfrenta a lo que llamamos en el proceso creativo un conflicto de a qué y por qué va a hacer arte».

«Su pincel ha sido su forma de luchar y de denunciar todos los atropellos que se han sufrido en esa época y que hasta el día de hoy siguen vigentes. Es un mensaje que no ha muerto con el tiempo, ni con su vida», sostuvo.

Esto le valió ser llamado el ‘pintor de la revolución’, ya que además fue una «parte fundamental» en la creación de instituciones sindicales «emblemáticas» del país, como la Central Obrera Boliviana (COB).

En 1965, mientras estaba de gira por Europa, el gobierno de facto de Barrientos ordenó destruir toda su obra en instituciones públicas y privadas.

Ante esto, el boliviano envió cartas a artistas e intelectuales latinoamericanos «porque consideraba que era un hecho deleznable» que el Estado destruya el arte, logrando la solidaridad de los mexicanos Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, con quienes construyó «lo que ahora conocemos como el boom del muralismo» en la región, recordó Arandia.

Tributo permanente

Fotografía de cuadros del pintor Miguel Alandia Pantoja en el Museo Nacional de Arte este 22 de julio de 2025, en La Paz (Bolivia). EFE/ Luis Gandarillas

En 2024, la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB) concretó la adquisición de una colección de 152 obras del artista, además de bocetos, recortes de periódico, afiches y correspondencia, que quedaron en custodia del MNA.

Para dar a conocer este legado, que el año pasado fue inscrito en el Programa Memoria del Mundo de América Latina y el Caribe (Mowlac) de la Unesco, el museo decidió montar esta muestra permanente de las obras de Alandia, «que son de marcada importancia para el arte boliviano y latinoamericano», dijo a EFE el curador del MNA Danilo Villamor.

La muestra presenta «las obras más icónicas» del artista, incluidas escenas de la guerra del Chaco, figuras de aimaras, mineros, mujeres trabajadoras y las ‘apu mamas’, una representación de las indígenas «que se muestran gallardas frente a las injusticias que se produjeron durante esa época», indicó Villamor.

La joya de la corona es la réplica de ‘Historia de la mina’, el mural de 80 metros cuadrados que Alandia pintó en 1953 en el Palacio Quemado y que Barrientos mandó a destruir en 1965.

Dentro de la colección adquirida por el MNA estaba el boceto de este mural, con el que los artistas Bertha Karita y Champi pudieron replicarlo en una superficie de diez metros de largo por tres de ancho.

El museo prevé rotar las obras en exposición.

Gina Baldivieso