El juez Castro repasa en un libro el caso Noos y mantiene que la infanta fue «partícipe»

El juez José Castro, que sentó en el banquillo a la infanta Cristina por el caso Nóos, rememora en un libro aquel proceso judicial y su investigación de una trama de corrupción en la que la hermana del rey tuvo una participación activa, según subraya en una entrevista con EFE. EFE/CATI CLADERA

Susana López Lamata

El juez José Castro, que sentó en el banquillo a la infanta Cristina por el caso Nóos, rememora en un libro aquel proceso judicial y su investigación de una trama de corrupción en la que la hermana del rey tuvo una participación activa, según subraya en una entrevista con EFE. EFE/CATI CLADERA

Palma, 2 oct (EFE).- El juez José Castro se dio a conocer en toda España cuando decidió sentar por primera vez en el banquillo a un miembro de la Casa Real, la infanta Cristina. Once años después, ya jubilado, hace balance en el libro ‘El caso Nóos. Toda la verdad del proceso que conmocionó a España’, y mantiene que la hermana menor del rey tuvo una participación activa y se benefició de los delitos cometidos por Iñaki Urdangarin.

Años después del juicio, en el que la infanta resultó absuelta de los delitos como cooperadora necesaria que Castro le atribuía y solo fue castigada como corresponsable civil al pago de 265.000 euros, el juez va más lejos en una entrevista con Efe y señala a su padre: «Sigo pensando que el rey organizó todo este aparato para beneficiar a su hija y a su yerno».

Pregunta: El libro empieza con una dedicatoria, «a quienes no se atrevieron a hacer lo que debían por temor a la repercusión de sus propias decisiones para que recapaciten hasta donde su conciencia se lo permita». ¿Es un mensaje directo?

Respuesta: No va dirigida a nadie en concreto, sino a todos en general, y me incluyo yo también. Es una invitación a que los que tuvimos participación en este caso reflexionemos sobre si realmente hicimos lo que debíamos hacer.

P: ¿Hizo lo que debía?

R: Algún jurista pensará que se podía haber mejorado la instrucción, pero yo en el fondo estoy conforme con lo que hice. Creo, modestamente, que cumplí con mi obligación.

P: ¿Cuáles fueron los principales obstáculos?

R: Era una instrucción muy laboriosa. Cuando yo opté por citar a la infanta Cristina para que viniera a declarar como imputada, había al menos 42 imputados en la causa; eso ya te entorpecía la instrucción. Hubo cientos de recursos y abogados que utilizaron todos los recursos, incidentes, nulidades…

P: ¿Sus esfuerzos fueron con el objetivo de que la ley y la justicia fueran iguales para todos?

R: Yo no instruyo el caso Nóos para que nadie se convenza de que la ley y la justicia son iguales para todos, lo instruyo porque hay una apariencia delictiva ahí, que fluye, y que yo la haga extensiva a la infanta es porque creo que la infanta tuvo una activa participación en ello: en la creación de Aizóon, en su intervención en el Instituto Nóos como vocal que no venía a cuento para nada y porque disfrutó de todo el dinero defraudado, pero fíjese por donde, sin saber que era dinero ilícito.

Al final, la diferencia entre el fiscal y yo es que el fiscal creía en la ignorancia de la infanta y yo, en esa ignorancia tan ridícula de que no sabía nada de nada, no podía creer.

P: Mientras duró la instrucción, el rey Juan Carlos dijo no entender su proceder, el fiscal general le llamó «lobo feroz», el presidente del Gobierno dijo que a la infanta le iría bien y hubo hasta un ‘manual para salvar a la infanta’. ¿De verdad no se sintió presionado?

R: Que el rey diga ‘no entiendo a este juez’, pues es el padre de una imputada y creo que tiene todo el derecho del mundo a quejarse como le parezca conveniente. Lo de Torres Dulce ese día tenía la vis cómica, y lo del presidente del Gobierno fue premonitorio. Por lo visto tenía una bola de cristal y ya le decía cómo iba a resolverse el asunto. Y lo del fiscal, es legítimo discrepar, pero lamento que se entablara una guerra cuando hizo aquel manual imputándome cosas abominables, a mí y a los magistrados de la audiencia. Eso es desagradable. Se tienen que mantener las formas.

P: Cuenta en el libro esa cita que le propuso el abogado de la infanta, Miquel Roca, ¿para qué?

R: Situarme en un escenario muy, muy peligroso para mí. Menos mal que me di cuenta y no acepté. A mi entender fue una trampa, pero no una presión. Fue una trampa en toda regla.

P: ¿Puede hacer las paces con el fiscal Pedro Horrach?

R: Creo que los dos somos muy felices viviendo por nuestra cuenta. Esto fue un cese de la convivencia.

P: Ante tanto obstáculo para citar a la infanta, ¿en algún momento se planteó dejarlo estar?

R: Mi creencia, que no ha prosperado en absoluto, es que la infanta era responsable de los mismos delitos que su marido como cooperadora necesaria. Luego se ha quedado reducido a una posible cooperación necesaria para dos delitos fiscales que el tribunal sentenciador no ha cogido tampoco.

P: ¿El elefante en la habitación del caso Nóos es el rey Juan Carlos?

R: En el libro comento que mi parecer es ese, pero no he plasmado en ningún lugar de la causa que el rey tuviera algún tipo de responsabilidad en el caso. No lo he plasmado porque yo no puedo pronunciarme respecto del rey cuando ni yo ni nadie éramos competentes para investigarlo. Por supuesto que yo en mi fuero interno pensé, y lo sigo pensando, que el rey organizó todo este aparato para beneficiar a su hija y a su yerno. Pero no tengo absolutamente ninguna prueba.

P: Forma parte de un grupo de juristas de Baleares que piden eliminar de la Constitución la inviolabilidad del rey.

R: Sí, yo no soy el artífice, soy uno más. Coincidiendo con las Navidades, le pedimos al presidente del Gobierno que le recomiende al rey que renuncie en el discurso de Navidad a su inviolabilidad. Sería un paso muy importante para que el Tribunal Constitucional elaborara una nueva interpretación de este párrafo tercero del artículo 56, para que sea exclusivamente referido a los actos propios de la función del rey, que son los únicos que deben ser inviolados.