Alfredo Valenzuela
Sevilla, 4 sep (EFE).- A principios de siglo el lince se situó al borde de la extinción con apenas 90 ejemplares adultos, todos en Andalucía, y 25 años después la especie cuenta con 2.500 ejemplares en cuatro comunidades autónomas y Portugal y sus conservadores aspiran a que pueda alcanzar el «estado favorable de conservación» en unos diez años.
La población del lince se ha multiplicado por 25 en 25 años, ha dicho a EFE el coordinador del Plan de Recuperación del Lince en Andalucía, Javier Salcedo, también director del proyecto comunitario ‘Life Lynx Connect’, con el que se trata de conectar los hábitats de la especie en las provincias de Huelva, Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada, en Andalucía, en Extremadura, Castilla-La Mancha, Murcia y Portugal.
El ‘Life Lynx Connect’ -el cuarto profecto ‘Life’ de la Unión Europea que se aplica para salvaguardar al lince- expiraba el pasado lunes 1 de septiembre, pero sus impulsores, con la Consejería de Medio Ambiente de Andalucía a la cabeza, han decidido prorrogarlo hasta marzo próximo, según ha explicado Salcedo.
Cuando Javier Salcedo, en 2019, se puso al frente de este programa la especie ya daba signos de recuperación, con un millar de ejemplares, pero en estos últimos seis años han nacido y viven 1.500 ejemplares más, lo que ha achacado a una causa fundamental, el cambio de mentalidad.
Cambio de mentalidad, de perseguido a respetado

«El cambio de mentalidad de la población, que lo respeta y ha dejado de considerarlo una alimaña y un competidor en la caza de conejos -la base de su dieta-, ya que se ha demostrado que donde hay linces hay más conejos porque el felino regula las población de carnívoros más pequeños, como el zorro y el meloncillo».
«El lince no tiene un predador natural, y queda demostrado que ha pasado de ser perseguido a ser respetado», ha añadido Salcedo para recordar el caso de un ganadero de la provincia de Jaén que comprobó que una hembra de lince había parido en su pajar y lo primero que hizo fue comunicárselo a Medio Ambiente para que se hicieran cargo de la camada.
Aquel fue un caso afortunado, según ha contado Salcedo, ya que la hembra había parido seis cachorros, cuando lo habitual es entre dos y cuatro y, en cautividad, nunca se logran más de dos o tres por parto.
Otro factor aún pendiente es concienciar a los conductores en las carreteras de paso de linces, y ha puesto el ejemplo de la nacional que pasa junto a Cardeña (Córdoba), donde se ha hecho un importante esfuerzo inversor para mantener vallados tramos muy largos, y la carretera Villamanrique de la Condesa-Hinojos-Chucena (Huelva), donde en las limitaciones de velocidad a 60 por hora la media de velocidad de 90.
Hembras reproductoras

En 2002 la población estaba clasificada «en peligro crítico» de extinción; en 2014, «en peligro»; desde el año pasado se clasifica como especie «vulnerable», que son las tres categorías de amenaza, y la aspiración de los impulsores de los programas ‘Life’ es alcanzar el «estado favorable de conservación».
Para lograrlo, ha asegurado Salcedo, se precisa contar con 750 hembras reproductoras, cuando en la actualidad hay poco más de 400 y crear otros ocho núcleos de introducción de la especie para reforzar la conexión de los ya existentes, que lo están, con la consiguiente mejora genética de los ejemplares.
Cuando el primer proyecto ‘Life’ se aplicó en Andalucía, hace 23 años, sólo había dos zonas de supervivencia de la especie, en Doñana (Huelva) y la sierra de Andújar (Jaén), tras ese programa se reintrodujo en Guadalmellato (Córdoba) y Guarrizas (Jaén), y con el tercero se reintrodujo en la zona portuguesa del Guadiana, en el río Matachel (Extremadura) y, en Castilla-La Mancha, en Montiel y los Montes de Toledo.
El ‘Life Lynx Connect’ ha tenido estos últimos seis años un presupuesto de 18,7 millones de euros, el 60 % de la UE y el 40 % restante de las Administraciones públicas españolas, ONG, empresas privadas y asociaciones cinegéticas, entre otras.