El Louvre recupera en una gran exposición el olvidado esplendor cultural de los mamelucos

El Museo del Louvre. EFE/EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSON

París, 29 abr (EFE).- La cultura de los mamelucos del sultanato egipcio-sirio (1250-1517), cuya esplendor marcó una era dorada de Oriente Próximo e influyó en todo el mundo, recibe un homenaje del Museo del Louvre para intentar recuperar su legado.

Los mamelucos “aún hoy son desconocidos”, lamentó en la presentación la comisaria de la exposición y directora del departamento de Arte Islámico del Louvre, Souraya Noujaïm, que destacó que esta es la primera gran muestra dedicada a esta dinastía en Europa.

La exposición, que presenta por una decena de salas más de 260 obras, piezas y manuscritos provenientes de casi 50 museos y archivos de todo el mundo, es fruto de una década de trabajo entre instituciones como la Biblioteca Nacional Francesa, el Museo Nacional de Riad, el Museo de Arte Islámico de Doha o el Metropolitan Museum de Nueva York.

Los mamelucos fueron un pueblo islámico, extendido principalmente desde Egipto hasta la frontera este de Turquía, pasando por Siria y por los territorios palestinos, que surgieron como esclavos militares procedentes del Cáucaso, y que fueron educados en el islam y en la cultura guerrera en las grandes urbes sirias.

Con el tiempo, y gracias a su poderío guerrero, formaron una casta militar y algunos consiguieron ser liberados y ascender en la jerarquía castrense que controlaba el Estado. En 1260, el mameluco Baribars, procedente de Crimea, se proclamó sultán del imperio con capital en El Cairo y Damasco.

A partir de ese momento, importantes personajes mamelucos fueron ocupando el puesto de sultán, cuyas biografías ilustran y complementan el recorrido de la exposición, como la del ‘rey sol’ Al-Nasir Muhammad, ‘el circasiano’ Barquq, ‘el favorito’ Qawsun o ‘la sultana empresaria’ Khawand Fátima.

La representación iconográfica de los objetos que rodeaban a la élite militar de los mamelucos, como la vajilla o sus enseres personales, refleja el prestigio y la fama de su poderío, al igual que la arquitectura de sus edificios, tanto institucionales como religiosos.

Fue un imperio que representó “el poder y el prestigio a través de la piedra”, en palabras de Noujaïm, un material que moldearon y decoraron a través de numerosas técnicas y colores para mostrar su opulencia: “Es una mezcla de tradición local e influencia del este”, explica.

La exposición cuenta con espacios en los que se proyectan numerosas fotografías a gran escala de las construcciones mamelucas más representativas, como por ejemplo el mausoleo del sultán Al-Nasir Muhammad, en El Cairo, de interior ricamente decorado.

La influencia mameluca en el exterior

El sultanato mameluco derrotó los últimos reductos de las cruzadas cristianas en Tierra Santa, combatió la amenaza de los mongoles y de los turcomanos y sobrevivió a las invasiones del khan mongol Tamerlán. Además, mantuvo una intensa relación comercial con África, la península iIbérica, el norte de Europa y varias regiones del Pacífico.

A través de la cerámica, las alfombras, los tejidos, las especias y las piedras preciosas, los mamelucos trascendieron las fronteras y la estrecha etiqueta de cultura guerrera que se les había adjudicado.

Al mismo tiempo, permearon en ellos técnicas artísticas y culturales procedentes de la zona de Irán e Irak bajo la dominación mongol, de China y de monarquías europeas como la Corona de Aragón.

Además, el multiculturalismo y la convivencia de varias religiones se reflejan en la exposición a través de piezas únicas como un monumental manuscrito del Corán enormemente decorado del siglo XIV que permanecía en El Cairo y que nunca antes se había mostrado al público.

Tras la conquista del sultanato por parte de los otomanos en 1517, el tráfico de esclavos procedentes del Cáucaso continuó y los mamelucos formaron un cuerpo de caballería en el ejército otomano con el que Napoléon se topó en 1798 cuando inició su expedición militar en Egipto.

Fascinado por su destreza militar, el emperador francés decidió crear su propio cuerpo de mamelucos en la Guardia Imperial, que participó en la represión del levantamiento del 2 de mayo de 1808 que dio inicio a la Guerra de Independencia española.

Uno de los objetivos de esta exposición, abierta hasta el 28 de julio en París, y del 17 de septiembre al 25 de enero en el Louvre de Abu Dhabi, es “descubrir que la cultura de los mamelucos va más allá” de la leyenda de su capacidad militar, apuntó Noujaïm.

Val Torres