Sagrario Ortega
Madrid, 2 sep (EFE).- En la Vuelta Ciclista a España pedalean 23 equipos en pos del maillot rojo. Para que todo salga bien, otro equipo, el formado por 132 ‘corredores’, se pone cada día el maillot verde de la seguridad. Son los agentes de la Guardia Civil que, a rueda del pelotón, vigilan cada metro del recorrido para que la etapa transcurra sin incidencia alguna.
De la mano del capitán David Rebate, EFE ha seguido con ellos una de las etapas, la novena, de 195 kilómetros, con salida en Alfaro y llegada en la estación de esquí de Valdezcaray, en La Rioja. Comenzó y terminó sin incidencias a destacar.
La previa: una selección exhaustiva

La labor de la Guardia Civil comienza mucho antes de que empiece la Vuelta. El recorrido lo diseña la organización, pero después es supervisado por el instituto armado para comprobar si hay algún tipo de inconveniente.
En esta edición, la 80 de la ronda española, se han tenido que modificar levemente dos etapas por razones de seguridad, ya que había algún tramo afectado por derrumbes causados por las lluvias.
Igual de importante es la selección de los motoristas de Tráfico que acudirán a la carrera, en esta ocasión 59, entre ellos dos mujeres. Cada año se renueva un tercio de los que participaron en la edición anterior.
Se hace con voluntarios y «hay peleas por venir», señalan a EFE los mandos del equipo. De hecho, este año se han presentado tres agentes por plaza. En cualquier caso, tienen que superar unas pruebas muy exhaustivas de conducción, además de otra de conocimientos teóricos y un test psicológico.
El grupo elegido finalmente -esta vez conformado por agentes de la práctica totalidad de las autonomías- estará a los órdenes de un comandante jefe, un capitán y dos tenientes. Formarán la Unidad de Movilidad y Seguridad Vial (UMSV). Apenas se conocen entre ellos, pero la Vuelta «les unirá para siempre», asevera Rebate.
A estos agentes de Tráfico se han sumado 39 guardias civiles -cuatro de ellos mujeres- del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) con sede en Valencia con la función de prestar seguridad en aquellos puntos clave de la carrera.
Por supuesto, en cada etapa son apoyados por agentes de las respectivas comandancias. Además, con anterioridad los especialistas de Información hacen una labor de inteligencia para detectar cualquier riesgo que afecte a la carrera o a quienes quieran boicotearla.
Gerardo Suárez es el comandante jefe de la UMSV y explica a EFE que el «pelotón» de agentes que se despliegan cuenta también con un equipo logístico encargado de los alojamientos y de que la comida responda a una dieta equilibrada. «Son jornadas de casi doce horas, encima de la moto, con calor y tensión».
Como novedad este año, los motoristas van equipados con un chaleco airbag para una mayor seguridad.
«No tenemos miedo a la Vuelta, sino respeto»

Alberto García es V3, es decir, es su tercer año como motorista en la Vuelta, a la que no tienen miedo, pero sí «mucho respeto». Procedente de Benavente (Zamora), el agente ya tiene experiencia y ayuda a los suboficiales y al resto de compañeros a solventar dudas.
Recalca la destreza necesaria de esta unidad «de élite» a bordo de motos pesadas desde las que están «atentos a todo» para evitar posibles peligros, sabotajes o incidentes.
Miriam Rodríguez es V1, o lo que es lo mismo, es su primer año en la Vuelta, aunque ya ha participado como motorista en dos ediciones de la ronda femenina española. Ve como un «honor» personal y profesional haber sido seleccionada para la competición masculina, con etapas más largas y, por tanto, jornadas de trabajo más exigentes.
El despliegue: los banderas amarillas, rojas y verdes
Cada mañana motos y vehículos de la UMSV se desplazan hasta una zona previamente seleccionada. Allí se comprueba que todo el material está correcto y el personal en perfecto estado.
Con las motos y coches perfectamente alineados, los agentes forman y se pasa revista. En la etapa de este domingo, lo han hecho ante el general jefe de la Agrupación de Tráfico, Tomás García Gazapo, que les exhorta a «no bajar la guardia» y a cumplir «a rajatabla» los protocolos y las normas de seguridad. «Seguro que termina todo bien», les augura.
En cada etapa la rutina se repite. Un grupo de agentes se adelanta a todo el dispositivo para ir asegurando y señalizando las zonas peligrosas del recorrido e indicando a los ciclistas, por ejemplo, la trayectoria a seguir en una rotonda.
Luego entran en escena los «bandera amarilla», guardias que paran toda la circulación que va en contra de la carrera y la dirigen a zonas de embolsamiento. Otros, los «banderas rojas», forman la cápsula de seguridad que envuelve a los ciclistas.
Dentro de ellos están los «abrecarreras», atentos a cualquier escapada para abrir paso. No se deja a ningún ciclista desprotegido.
Los «reserva de pelotón» se sitúan en la cola de la carrera y de los primeros coches de los equipos. Es el «bandera verde» el que cierra. Tras su paso, la organización ya retira todas las cintas, barreras y demás objetos de señalización.
Los motoristas tienen sus propios códigos para señalizar cualquier movimiento y solo pueden ser adelantados si ellos los permiten. Si es así, estiran su pierna derecha. Cuando se aproxima un badén levantan el puño.
Un camión mecánico sigue la ruta para solventar cualquier problema en las motos.
Por supuesto, los 39 agentes de los GRS siguen el recorrido desde delante y desde detrás en los coches, vigilantes ante cualquier anomalía. Llevan consigo un equipo antidrones, a fin de anular a estas aeronaves si vuelan en la zona de exclusión aérea.
El dispositivo es dinámico durante la carrera y los agentes van moviéndose en función del desarrollo de la etapa y las órdenes que el comandante les va dando a través de la emisora.
Junto con los ciclistas, los motoristas son los más jaleados por el público espectador.
El ‘cuco’: la vigilancia desde el aire
Desde el aire es ‘el cuco’ el que da cobertura al dispositivo. Es el helicóptero del Servicio Aéreo de la Guardia Civil, mandado por el capitán Sergio González. Otro piloto, un operador de cámara y un mecánico forman la tripulación, apoyados en tierra por otros dos agentes para el repostaje durante la carrera.
Para González es su primera Vuelta. Dice a EFE que ellos aportan una visión añadida a lo que los motoristas y GRS ven, por lo que su colaboración es esencial.
Intentan no aproximarse mucho a la carrera para no añadir más estrés a los ciclistas. ‘El cuco’ tiene otra misión además de la seguridad: coordinar a los otros 4 helicópteros que operan en la Vuelta, es decir, al de RTVE y a otros tres de la organización.
El aliviadero: punto y seguido y a por otra etapa
Nada ha impedido el normal desarrollo de la etapa, salvo la lluvia.
Banderas palestinas y gritos contra Israel en la llegada y alguna pancarta reivindicando la libertad de los presos de ETA han sido las únicas incidencias, por llamarlo de alguna manera.
En general, el público suele comportarse bien, en un ambiente festivo, pero cuando los espectadores se agolpan, los agentes están al acecho para mantener la seguridad de los ciclistas.
A la llegada se instala el aliviadero, donde un agente permite el paso a la zona de meta de los vehículos acreditados para entrar en ella y desvía a los que no lo están y a las motos y coches de la Guardia Civil, que tienen reservado un espacio para parar.
Desde hace algunas ediciones, el agente encargado del aliviadero lleva casco, después de que un compañero fuera arrollado y resultase gravemente herido.
Y en ese aliviadero EFE pudo ver las caras de alivio y de alegría de los motoristas y de los GRS. La etapa salió bien, como auguró el general. El lunes es día de descanso para los ciclistas y los agentes también lo agradecen. Queda mucha Vuelta.