Nueva York, 28 may (EFE).- El Museo Metropolitano (Met) de Nueva York reabrirá este sábado las nuevas galerías dedicadas a las artes de África, la América antigua y Oceanía -que contienen más de 1.800 obras- tras una millonaria renovación del ala que lleva el nombre de Michael C. Rockefeller.
Los visitantes podrán apreciar, en los 3.700 metros cuadrados de este espacio remodelado desde los altos tótems ancestrales de Papúa Occidental tallados en árboles de manglar, las múltiples figuras de oro y plata de distintos países de Sudamérica y las variadas máscaras de madera de procedencia africana, entre muchas otras obras.
La luz del Central Park ilumina la renovada ala

Todo ello con el Central Park de fondo gracias a una nueva pared de vidrio inclinada en la fachada sur.
La pared de vidrio anterior no protegía las obras de arte de los rayos ultravioleta del sol que llegaban del icónico parque, por lo que antes el museo tenía que mantener las persianas abajo y usar luz artificial más directa.
“Queríamos alejarnos de esta iluminación casi cinematográfica, oscura y teatral, para acercarnos a un espacio al aire libre más inmaculado, hermoso y lleno de luz”, anotó este miércoles a EFE el director ejecutivo del museo, Max Hollein, en un pase privado para la prensa.
El director del Met señaló que esta nueva luz ayuda a que las obras se representen de una manera más “auténtica” y da a los objetos “mayor integridad”, ya que muchas de las piezas que se exhiben fueron creadas para estar al aire libre.
Idea con la que coincide Laura Filloy Nadal, curadora de las Artes de la antigua América, quien explicó a EFE que muchas obras del arte Maya que hay en el ala estaban en plazas o en edificios públicos o privados “bañados por la luz solar y con vegetación detrás”.
“Esta oportunidad de tener el Central Park (detrás) nos permite ver cómo cambian los objetos durante el día y a lo largo de las horas”, matizó la curadora mexicana.
Más protagonismo para los artistas y artesanos

La colección, del filántropo Nelson A. Rockefeller, fue donada al Met en 1969 como un nuevo departamento y ala. Se inauguró a principio de los ochenta y el ala fue bautizada como Michael C. Rockefeller, en honor a su hijo que desapareció a los 23 años durante una expedición de recolección entre los asmat -el mismo grupo étnico del suroeste de Nueva Guinea cuyos imponentes tótems se exponen hoy-.
Esta sección del museo se cerró en 2021 y tras la renovación diseñada por WHY Architecture y Beyer Blinder Belle Architects ahora presenta las tres áreas diferenciadas: África, Oceanía y Latinoamérica, en lugar de agrupadas bajo la denominación de “primitivas”, como ocurría antes.
El museo se ha esforzado por mostrar no solo el recorrido de la pieza, sino el origen e historia de su creador.
Como es el caso de una puerta de un palacio yoruba -cultura de África Occidental- tallada en 1904 por el maestro escultor Olowe of Ise que relata una reunión entre el rey y una delegación de funcionarios coloniales británicos.
“El hecho de que tengamos todo ese rico conocimiento sobre esa obra es algo que desearíamos para todas estas piezas. Al destacar ese tipo de información, señalamos que el contexto para comprender estas obras es importante, la especificidad es importante, y nuestro papel como historiadores del arte es descubrir todo eso”, dijo a EFE la curadora de arte africano y comisaria a cargo del ala Michael C. Rockefeller.
Una renovación de 80 millones de dólares
Hollein describió este proyecto como “ambicioso” y dijo que el museo ha invertido unos 80 millones de dólares en renovar y reinstalar las galerías.
La ciudad de Nueva York participó con 14 millones y el resto del dinero vino de donaciones privadas provenientes de todos los rincones del mundo.
“La gran mayoría (de dinero para la renovación) proviene de fondos privados de donantes que quieren asegurar que el Met siga siendo lo que es y que siga prosperando e invirtiendo en sus galerías. No nos estamos expandiendo, sino que nos aseguramos de mostrar el arte que tenemos aquí, que tenemos bajo nuestra custodia, de la mejor manera posible, y de seguir invirtiendo no solo en becas o en la colección, sino también en la mejor manera de mostrarlo”, detalló Hollein.
Sarah Yáñez-Richars