El miedo a la deportación deja sin atención médica a miles de afganos en Pakistán

Migrantes afganos se instalan en un refugio temporal en un campamento de tiendas de campaña en Kandahar, Afganistán, en una imagen del 15 de junio de 2025. EFE/EPA/QUDRATULLAH RAZWAN 88415

Islamabad/Nueva Delhi, 24 jul (EFE).- Miles de refugiados afganos han dejado de ir a las clínicas por miedo a que una consulta médica termine en un arresto o la expulsión de Pakistán, una renuncia forzada a la salud que está provocando una crisis sanitaria, según alertan Médicos Sin Fronteras y testimonios recabados por EFE en la frontera de Baluchistán.

En el marco de un plan que denomina «régimen de un solo documento», Pakistán continúa con la expulsión de ciudadanos afganos, alegando «razones de seguridad nacional».

La campaña, que comenzó en noviembre de 2023, sigue afectando a refugiados indocumentados y a titulares de la Tarjeta de Ciudadano Afgano (ACC). Según ACNUR, más de 1,2 millones de afganos han retornado desde Irán y Pakistán desde comienzos de 2025. El cambio de política ha sembrado el pánico incluso entre quienes tienen documentos.

«Antes era para los indocumentados, pero nosotros estamos registrados y tenemos la Tarjeta de Ciudadano Afgano», explicó a EFE un refugiado que, como sus tres hijos, nació en Pakistán. «No podemos salir ni para trabajar ni para ir al hospital. No tenemos los servicios básicos que aquí tienen hasta los animales», lamentó bajo condición de anonimato.

«La amenaza de ser deportados convierte el acceso a atención médica esencial en una elección peligrosa», confirma el informe de MSF.

Aunque el Gobierno de Pakistán ha suspendido temporalmente la deportación de 1,4 millones de refugiados con tarjetas de Prueba de Registro (PoR), cuyo plazo para salir voluntariamente venció el 30 de junio, el miedo persiste.

«Tengo a mi madre de 80 años postrada en cama, necesita revisiones, pero no puedo sacarla. Si salimos, la policía nos perseguirá o nos detendrán en el propio hospital», relató a EFE un hombre de 55 años.

«Nos han quitado todo. No podemos ir al mercado, ni al médico. Estamos confinados e indefensos, pero tampoco queremos volver a Afganistán. No tenemos ni un palmo de tierra allí, ¿qué haríamos?», añadió.

Esta parálisis afecta especialmente a las mujeres, pues muchos hombres ya no las acompañan a los centros médicos por miedo a ser detenidos. Esto las fuerza a elegir entre romper la norma cultural que exige un acompañante masculino (mahram) o renunciar a su salud. La crisis golpea además a los más vulnerables: la ONG Save the Children reportó que solo en abril 50.000 niños cruzaron la frontera.

«Durante décadas, Pakistán ha sido el único hogar que muchas de estas familias han conocido. Ahora viven con un miedo constante», afirma en el comunicado Xu Weibing, coordinador de MSF en Pakistán.

El retorno forzoso implica pérdida de sustento y abandono de tratamientos, sumado a un grave deterioro de la salud mental. El problema se agrava al regresar a un sistema sanitario ya colapsado en Afganistán, con las instalaciones de ayuda en la frontera desbordadas.

Aunque las autoridades de facto talibanes han anunciado una amnistía, observadores internacionales advierten que la llegada masiva está llevando al límite la «limitada capacidad de absorción» de Afganistán.

La ONU recuerda que la situación es especialmente grave para mujeres y niñas, que regresan a un país donde el 70 % de la población vive en la pobreza y sus derechos están «severamente restringidos».

«No tenemos nada a lo que volver», sentencia una mujer afgana en una clínica de Baluchistán. Desde la toma del poder de los talibanes en agosto de 2021, la ONU estima que cerca de 6 millones de afganos han sido deportados o han retornado desde Irán y Pakistán.

Lucía Goñi y Amjad Ali