Santa Cruz de Tenerife, 24 jun (EFE).- La secretaria de Estado de Agricultura y Alimentación, Begoña García Bernal, ha destacado este martes la apuesta del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) por el uso de las aguas no convencionales, con una inversión de más de 220,10 millones de euros.

Un dinero del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia clave para avanzar en la sostenibilidad ambiental de los regadíos y garantizar el abastecimiento, según se indica en un comunicado del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
La secretaria de Estado ha puesto en valor esta inversión durante la inauguración del Congreso Internacional que organiza la Asociación Española de Desalación y Reutilización del agua (AEDYR), que se celebra en Tenerife, y durante la cual ha explicado que hay 19 proyectos que utilizan aguas no convencionales, tanto regeneradas como desaladas.
Estas actuaciones, según ha detallado Begoña García, se desarrollan en Canarias, Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana y las Islas Baleares.
«En estas zonas de España el agua es escasa, y por ello, se hace imprescindible una mejora urgente de la gestión de los recursos hídricos», ha añadido Begoña García en un acto al que también ha asistido el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán.
De las 19 actuaciones mencionadas, 14 utilizan aguas desaladas, con una inversión de 173,17 millones de euros, y las otras cinco se centran en las aguas regeneradas, con un importe de 46,93 millones de euros.
Estas actuaciones van a beneficiar aproximadamente a unos 25.200 regantes que cultivan 63.320 hectáreas, de acuerdo con el comunicado.
Asimismo, la secretaria de Estado ha recordado que fomentar el uso de las aguas no convencionales en la agricultura resulta de especial interés para España, ya que contribuye a varias de las políticas estratégicas del Gobierno, como son la economía circular, la política agroalimentaria, el desarrollo rural sostenible, el apoyo a la transición ecológica y el cambio climático.
Begoña García ha incidido en que la estrategia hídrica de la Unión Europea reconoce la importancia económica y alimentaria del sector, y promueve así su uso eficiente, sostenible y adaptado al contexto climático.