Redacción Ciencia, 4 jul (EFE).- En el pasado, el Ártico estuvo cubierto por una capa de hielo marino estacional que permitió la vida incluso en los periodos más fríos de los últimos 750.00 años. El hallazgo ayudará a comprender cómo respondió este océano al cambio climático en el pasado y cómo podría hacerlo en el futuro.
Durante años, los científicos han debatido si una gigantesca plataforma de hielo grueso cubrió en su día todo el océano Ártico durante las glaciaciones más frías, pero el nuevo estudio cuestiona esta idea, ya que sus autores no han encontrado pruebas de la presencia de una plataforma de hielo masiva de aproximadamente 1 km.
El estudio, publicado este viernes en la revista Science Advances, ha sido dirigido por el investigador Jochen Knies de la Arctic University de Noruega.
Como parte del proyecto Into the Blue – i2B (financiado por el Consejo Europeo de Investigación), el equipo de investigación estudió núcleos de sedimentos recogidos en el fondo marino de los mares nórdicos centrales y la meseta de Yermak, al norte de Svalbard.
Estos núcleos contienen pequeñas huellas químicas de algas que vivieron en el océano hace mucho tiempo. Algunas de estas algas solo crecen en aguas abiertas, mientras que otras prosperan bajo el hielo marino estacional que se forma y se derrite cada año.
«Nuestros núcleos de sedimentos muestran que la vida marina era activa incluso durante las épocas más frías», afirma Knies, autor principal del estudio y codirector del proyecto Into The Blue – i2B.
«Eso nos indica que debía haber luz y aguas abiertas en la superficie. No se vería eso si todo el Ártico estuviera cubierto por una capa de hielo de un kilómetro de espesor».
Uno de los indicadores clave que buscó el equipo fue una molécula llamada IP25, producida por las algas que viven en el hielo marino estacional y cuya aparición regular en los sedimentos demuestra que el hielo marino aparecía y desaparecía con las estaciones, en lugar de permanecer congelado todo el año.
Simulación de los climas árticos antiguos

Para comprobar los hallazgos basados en los registros geológicos, el equipo usó un modelo informático de alta resolución para simular las condiciones del Ártico durante dos períodos especialmente fríos: el último máximo glacial, hace unos 21.000 años, y una glaciación más profunda, hace unos 140.000 años, cuando grandes capas de hielo cubrían gran parte del Ártico.
«Los modelos respaldan lo que encontramos en los sedimentos», subraya Knies. «Incluso durante estas glaciaciones extremas, las cálidas aguas del Atlántico seguían fluyendo hacia la entrada del Ártico. Esto ayudó a evitar que algunas partes del océano se congelaran por completo».
Los modelos también mostraron que el hielo no era estático y que cambiaba con las estaciones, creando aberturas en el hielo por donde la luz podía llegar al agua y donde la vida podía seguir prosperando.
Esta investigación no solo redefine la visión de los climas árticos del pasado, sino que también tiene implicaciones para las predicciones climáticas.
Comprender cómo respondieron el hielo marino y la circulación oceánica a los extremos climáticos del pasado puede mejorar los modelos que proyectan los cambios futuros en un mundo en calentamiento.
«Estas reconstrucciones nos ayudan a comprender lo que es posible —y lo que no— en lo que respecta a la capa de hielo y la dinámica oceánica», defiende Gerrit Lohmann, coautor de este estudio e investigador en el Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina (AWI).
«Esto es importante a la hora de intentar anticipar cómo podrían comportarse las capas de hielo y el hielo marino en el futuro».
Una gigantesca plataforma de hielo
Algunos científicos han argumentado que las características del fondo marino del Ártico sugieren que una enorme plataforma de hielo terrestre cubrió en su día todo el océano. Pero este nuevo estudio ofrece otra explicación.
«Es posible que haya habido plataformas de hielo de corta duración en algunas partes del Ártico durante fases de frío especialmente severas pero no vemos ningún indicio de una plataforma de hielo única y masiva que cubriera todo durante miles de años», subraya Knies.
Una posible excepción podría haber ocurrido hace unos 650.000 años, cuando la actividad biológica en el registro de sedimentos disminuyó drásticamente pero, incluso entonces, las pruebas apuntan a un evento temporal, no a una capa de hielo duradera sobre el Ártico.