Madrid, 16 sep (EFE).- El otoño meteorológico, el trimestre que abarca septiembre, octubre y noviembre, será más cálido de lo normal en toda España y es poco probable que sea lluvioso, tras el verano más caluroso de la serie histórica que arranca en 1961, por encima del de 2022, hasta ahora el más cálido.
En rueda de prensa para presentar el avance prediccional del otoño y un análisis climático del verano, Rubén Del Campo, portavoz de Aemet, ha incidido en el pronóstico para la estación otoñal: «Se prevé un escenario dominado por temperaturas superiores a lo habitual en todo el país, con una probabilidad del 60-70 por ciento en la península y Baleares y del 50 por ciento en Canarias».
En cuanto a las precipitaciones, Del Campo ha precisado que la «incertidumbre es aún mayor»: Los modelos señalan que es «poco probable» que el otoño sea especialmente lluvioso, sobre todo en el oeste y centro peninsular, así como en Canarias.
Generalidades del verano
El verano de 2025 ha sido el más cálido registrado en España desde 1961, con una temperatura media en la península de 24,2 grados, es decir, 2,1 grados por encima de lo habitual. Supera por una décima al récord anterior, alcanzado en 2022, y se sitúa seis décimas por encima del «histórico verano de 2003», que hasta entonces era la referencia de calor extremo en Europa.
En este punto, el portavoz de Aemet ha hecho hincapié en que los análisis climáticos confirman una «clara tendencia» a episodios de calor: Nueve de los diez veranos más cálidos en España corresponden al siglo XXI y en la última década, tres de los últimos veranos han estado entre los más calurosos: 2022 fue el segundo más cálido, 2023 el cuarto y 2024 el séptimo.
Durante los meses veraniegos, toda la península registró valores extremadamente altos, salvo el cuadrante noreste, donde el verano fue muy cálido, además de en los archipiélagos, donde predominó un ambiente muy caluroso. Las mayores anomalías, con más de 3 grados por encima de lo normal, se concentraron en el interior peninsular, especialmente en Galicia y en las dos mesetas.
Por meses, junio marcó un «hito», ha explicado el experto, siendo el más caluroso de toda la serie y el más «anómalo» registrado en cualquier mes desde 1961, con una desviación de 3,6 grados respecto a la media; Julio ofreció un «breve respiro», con temperaturas más suaves en su segunda mitad, el final de mes más fresco desde 2011; Agosto, en cambio, volvió a ser extremo y empató con 2024 como el más cálido de su serie.
En este contexto, Del Campo ha alertado de que las temperaturas alcanzadas en 2022 y 2025 son «comparables a las que los modelos climáticos preveían para mediados de siglo, lo que refuerza la evidencia de un calentamiento acelerado».
Tres olas de calor y récords históricos
El verano estuvo marcado por tres olas de calor: dos en la Península y Baleares, y una en Canarias, que sumaron un total de 33 días bajo este fenómeno, solo por detrás de los 41 días contabilizados en 2022.
La primera ola, entre el 18 de junio y el 4 de julio, destacó por su duración (17 días) y extensión (40 provincias afectadas), lo que la convierte en la tercera más larga y extensa desde que hay registros.
El portavoz ha incidido en que la segunda ola, entre el 3 y el 18 de agosto, fue una de las más severas de la historia: «La segunda más intensa, la segunda más extensa y la cuarta más prolongada, con una anomalía de 4,2 grados, ademas de 42 provincias afectadas y 16 días de duración».
En este contexto se alcanzaron temperaturas extremas: 45,8 grados en Jerez de la Frontera y 45,2 grados en Morón de la Frontera el 17 de agosto. Murcia llegó a 45,1 grados y Alcantarilla a 45 grados el día 18.
Sin embargo, y pese a la tendencia general, hubo breves episodios de temperaturas por debajo de lo normal, como los registrados entre el 19 y el 26 de julio o a finales de agosto. El valor más bajo del verano fueron los 5 grados en el Puerto de Navacerrada el 21 de julio.
Un verano seco con contrastes
En cuanto a precipitaciones, el verano se caracterizó por ser seco, con una media de 57 litros por metro cuadrado en la España peninsular, lo que equivale al 81 % de lo habitual. Fue el decimocuarto verano más seco desde 1961 y el séptimo del siglo XXI.
Las diferencias regionales fueron notables: Galicia, Asturias y el norte de Castilla y León vivieron un verano muy seco e incluso extremadamente seco en el interior gallego, coincidiendo con la ola de incendios que afectó a la región en agosto.
Por el contrario, el noreste peninsular -Cataluña, Aragón y Navarra-, y áreas del centro y sureste, registraron un verano húmedo o muy húmedo, en algunos puntos incluso extremadamente húmedo debido a tormentas intensas.
En Canarias, pese a que las precipitaciones son habitualmente escasas en verano, el carácter fue muy húmedo y en Baleares, desigual: seco en el oeste y húmedo en la parte oriental, con un balance global normal.
Entre los episodios más destacados figura la tormenta del 6 de julio en Girona, con 59,6 litros por metro cuadrado, y los 57,6 litros caídos el 12 de julio en Castellón/Almassora, máximos en sus series desde 1976 y 2012, respectivamente.