El paraíso de una pareja convertido en infierno por culpa de las placas solares

Nieves González y Carlos Ortega son una pareja que viven en una casa en el municipio de Gerena (Sevilla) y posan en un balcón con la imagen al fondo de los terrenos donde hay previsto el proyecto de un campo solar que rodeará su vivienda y les hará imposible vivir en ella, por lo que han comenzado un proceso para intentar paralizarlo. EFE/Fermín Cabanillas

Fermín Cabanillas

Nieves González y Carlos Ortega son una pareja que viven en una casa en el municipio de Gerena (Sevilla) y posan en un balcón con la imagen al fondo de los terrenos donde hay previsto el proyecto de un campo solar que rodeará su vivienda y les hará imposible vivir en ella, por lo que han comenzado un proceso para intentar paralizarlo. EFE/Fermín Cabanillas

Gerena (Sevilla), 13 jun (EFE).- Nada más llegar a Gerena, a 25 kilómetros de Sevilla capital, el campo desaparece para ver placas solares hasta donde alcanza la vista. Poco a poco, en casi una distopía, se han comido buena parte de sus olivos o girasoles, y ahora surge otro proyecto, que puede convertir en un infierno el paraíso de una pareja.

Son Carlos Ortega, de 81 años, fotoperiodista, y Nieves González, de 69, profesora de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad Pablo de Olavide, ambos jubilados y, desde hace más de 20 años, propietarios de un pequeño paraíso de cuatro hectáreas que será inhabitable si sale adelante el proyecto de la planta solar HSF León, que acabará con toda la naturaleza junto a su casa, y solo les dejará un pequeño resquicio sin las placas pegadas a la vivienda.

Viven en lo alto de un montículo en un desvío de la antigua carretera que une Gerena con Aznalcóllar. Para divisar mejor todo el paisaje, en su día levantaron un mirador al que se accede por una escalera de caracol. Desde allí arriba se aprecia todo lo que las placas van a arrasar, además de que al fondo del paisaje se pueden ver los campos fotovoltaicos que ya funcionan cerca de su finca. Pero ahora los tendrán, literalmente, encima.

“Vivir aquí será insoportable”

Desde ese mirador, y con lágrimas en los ojos, ambos señalan el límite de su parcela y hasta dónde llegarán las nuevas instalaciones, así como el único punto que quedará libre. Pero ese resquicio no es consuelo: “si nos rodean de placas solares, nos tendremos que ir, porque, entre otras cosas, el calor en verano será insoportable”.

Nieves y Carlos aclaran, antes que nada, que no tienen nada en contra de las energías renovables. Muy al contrario, su casa se abastece de electricidad gracias a las dos placas que tienen en su aparcamiento. “El día del apagón teníamos luz sin problemas”, explican, pero ahora ven cómo se les ha venido encima algo que no esperaron nunca: “Nos enteramos por Facebook cuando vimos una noticia donde localizamos nuestra finca, que estaba absolutamente rodeada de placas”. Fue un shock.

Explica ella que no solo se trata de estar rodeados de campos solares, sino que la central de transformación eléctrica, “la ponen en la misma puerta, por la que tenemos que entrar y salir, y eso hace que las condiciones de vida aquí sean absolutamente inviables”, sobre todo para personas de su edad, que, además, se fueron al campo huyendo del ruido y las molestias de la ciudad.

El pueblo se está movilizando

Pero no están solos. Un abogado se encarga de defenderles para intentar que quién ha autorizado este proyecto entre en razón, y en el pueblo se ha organizado una plataforma contra este campo solar, que ya ha presentado un centenar de alegaciones y está recogiendo firmas para hacer presión.

El Ayuntamiento, por su parte, aprobó hace dos semanas una moción “para proteger el suelo agrícola frente a la proliferación de las mega plantas solares”, pero condicionada a introducir esa fórmula en el futuro Plan General de Ordenación Municipal (PGOM), en fase de avance, donde se quiere introducir la figura de suelo rústico preservado.

El informe de la Oficina Municipal de Urbanismo sobre el proyecto de parque fotovoltaico está considerado por los técnicos municipales como “incompatible con el planeamiento urbanístico vigente”, pero, por ahora, su tramitación sigue adelante, y Carlos y Nieves viven cada día con la incertidumbre de si, en el ocaso de sus vidas, tendrán que buscar otra vez un sitio para empezar de nuevo.