El presidente del CAF: Pensar Iberoamérica en ecosistemas, mejor que en límites nacionales

El presidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), Sergio Díaz-Granados. EFE/Lucía Pereda

Redacción Medioambiente, 2 jun (EFE).- El presidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), Sergio Díaz-Granados, ha recordado hoy que se está acostumbrado “a ver América Latina desde el mapa político-administrativo” pero, en materia de conservación, “es mejor pensar en ecosistemas que en límites nacionales”.

En una entrevista con EFE durante los Diálogos Mutis Biodiversidad que se celebran en Madrid este lunes, Díaz-Granados ha precisado que en realidad son “14 ecosistemas muy integrados”, desde el Chocó biogeográfico, la Patagonia, el Gran Chaco o la Mata Atlántica hasta el Amazonas o los arrecifes del Caribe y todos “prestan una función de sumideros de carbono, una función de biodiversidad y le dan soporte a actividades centrales como la generación de energía o la agricultura”.

 Por ello, en Iberoamérica resulta “más eficaz estructurar la acción ambiental desde los ecosistemas” y hacer que “la estrategia del banco gire alrededor de estos entornos para ayudar a su preservación y otorgar a la región estabilidad tanto social como económica”.

Financiación y proyectos

Para hacer frente a la pérdida de biodiversidad en la región, el CAF presentó recientemente un programa de financiación por 300 millones de dólares en favor de la conservación, la restauración y el uso sostenible de los ecosistemas además de marcar el objetivo de que, para 2030, al menos un 10 % de sus proyectos financieros esté destinado a evitar ese deterioro.

Según sus cifras, en los últimos cuatro años el CAF destinó casi 1.500 millones de dólares a protección de biodiversidad y, en 2024, un 41 % de sus operaciones correspondieron a inversiones verdes.

Las líneas de trabajo varían según los países: mientras con Panamá hay mucho interés “en los temas de economía circular, en basuras y en la recuperación de espacios verdes dentro de la ciudad” en ciudades del Caribe colombiano hay “proyectos de restauración de corales y recuperación de humedales, y así sucesivamente en Brasil, Argentina o Chile.”

En Iberoamérica, asegura, “hay apetito y compromiso” ambiental pero “se necesita escalar y aumentar la capacidad de los programas”, un reto que pasa por “conectar la financiación con la ejecución efectiva”, en especial a nivel local.

El problema es que hay “18.000 gobiernos locales requiriendo soluciones de agua, de saneamiento y verdes” pero es necesario “identificar los canales”, tanto con la administración municipal como con el sector privado para actuar.

 

Cumbres coordinadas

Pasar de la reflexión a la acción requiere “una mayor coordinación entre todas las cumbres de medioambiente”, ya que a menudo son “los mismos actores” en foros diferentes y “hay que comenzar a ver la acción multilateral de una manera bastante más comprensiva”.

En ese sentido, ha afirmado a EFE que la próxima COP30 sobre cambio climático que se celebrará en Belén (Brasil) a finales de este año puede “ser clave” para trasladar la agenda de biodiversidad iniciada en la COP16 de Cali (Colombia) del año pasado, y “supondrá una oportunidad enorme para hablar de esta coordinación”.

Otra cita importante será la próxima semana en la Conferencia de los Océanos de Niza (Francia), que demostrará la necesidad de enfoques integrados, puesto que su objetivo “no puede separarse de la cumbre sobre biodiversidad ni quedar al margen de la de cambio climático”.

En lo relativo a los océanos, en los últimos tres años se ha logrado invertir “1.250 millones de dólares en soluciones de economía azul” tal y como se comprometió en la Cumbre de los Océanos de Lisboa: un compromiso que, ha anunciado, aumentará en Niza.

Frente a un contexto internacional inestable, con crisis geopolíticas que han desplazado la atención medioambiental, Díaz-Granados ha insistido en la necesidad de una visión de largo plazo.

 “Hay que tener un puerto de destino”, ha enfatizado, y en el caso de Iberoamérica, este “tiene que ser convertir la zona en una región solución: que no esté en conflicto interno, que tenga desafíos y que pueda proveer soluciones a nivel mundial, tanto de alimentos como de energía”.