Bangkok, 23 jun (EFE).- El primer ministro de Australia, Anthony Albanese, declaró este lunes su apoyo a Estados Unidos tras el ataque que perpetró la noche del sábado contra tres instalaciones nucleares iraníes, en medio del conflicto entre Irán e Israel.
«El mundo ha acordado desde hace tiempo que no se puede permitir que Irán obtenga un arma nuclear. Y apoyamos las medidas para evitarlo», afirmó el mandatario hoy en una rueda de prensa en Camberra.
Albanese, cuya reacción a la entrada de Washington en el conflicto entre Tel Aviv y Teherán se hizo esperar un día, acusó a Irán de «incumplir repetidamente con sus obligaciones internacionales» en relación con el desarrollo de su programa nuclear.
«La información ha sido clara: Irán ha buscado aumentar el grado» de enriquecimiento de uranio, lamentó el primer ministro australiano, quien aseguró que su país no quiere «una guerra a gran escala».
«Instamos a Irán a no tomar ninguna otra medida que pueda desestabilizar la región», añadió Albanese.
Un portavoz del Ejecutivo australiano pidió en la víspera «desescalada, diálogo y diplomacia» en la región, luego de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmara que Washington atacó «con éxito» las tres principales instalaciones del programa nuclear iraní (Isfahán, Natanz y Fordó).
La Embajada de Australia en Teherán permanece cerrada desde el viernes, con personal consular desplegado en la región fronteriza de Azerbaiyán para colaborar en las evacuaciones de ciudadanos australianos.
Siete bombarderos B-2 estadounidenses lanzaron bombas antibúnker de 13.600 kilogramos sobre Irán, en una operación que el Pentágono ha descrito como el mayor ataque con aviones de este tipo de la historia, denominado como Midnight Hammer’ (Martillo de Medianoche) y que empezó a las 17:00 hora de Washington (21:00 GMT y 01:10 de Irán).
Aviones cisterna de reabastecimiento, aviones de reconocimiento y cazas participaron también en el ataque, que contó con un total de más de 125 aeronaves, apoyadas por el fuego de submarinos estadounidenses. EFE
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